ARROGANCIA. CAT
Cataluña / VIDAS EJEMPLARES
Adelson arrugó la nariz ante el tono del nacionalismo catalán y se fue con la música a otra parte
LUIS VENTOSO
Día 08/09/2012 - 14.25h
Adelson arrugó la nariz ante el tono del
nacionalismo catalán y se fue con la música a otra parte
HACE unos tres meses almorzábamos en Barcelona con un
relevante político local. En la cháchara de la comida salió el tema de Adelson
y su posible inversión en España.
Recostándose en su silla con autosuficiencia y escrutándonos con rostro de
confidencia suma, el prócer local nos aportó todas las claves: «A día de hoy,
la cosa está un 70% a favor de Barcelona y un 30% para Madrid, ¿vale?». (Por
cierto: que cargantes resultan las muletillas «¿vale?» y «¿entiendes?», que
provocan que te sientas como párvulo pánfilo ante una clase magistral). A
continuación, el dirigente nos explicó las razones por las que la candidatura
de Barcelona era imbatible.
La parcela que ofertaban
estaba pegada al aeropuerto del Prat. Las habitaciones de los hoteles del
casino disfrutarían de unas despampanantes vistas al Mediterráneo. Barcelona es
una de las capitales turísticas de Europa, con un enorme movimiento de
cruceros. Todo era tan perfecto que el
complejo del magnate estadounidense incluso lindaría con una pequeña reserva
natural: jugar a la ruleta y ver volar a los patos salvajes, qué deleite.
Frente a eso, ¿qué ofrecía Madrid? Un secarral abrasado en el medio de ningún
sitio.
Pero al final, Adelson
ha desdeñado el vergel mediterráneo y ha elegido el secarral. Para enjugar las
heridas de la derrota, Artur Mas ha diseñado atropelladamente un contraproyecto
con sabor a cuento de la lechera. Con
una soberbia tan forzada que ha oscilado entre lo cómico y lo patético, el president ha explicado que Cataluña se ha cansado de esperar
por Adelson. En realidad, el magnate judío, un negociante cosmopolita con
tinglados en Las Vegas, Macao y Singapur, arrugó la nariz ante el tono
excluyente y provinciano que detectó en el nacionalismo catalán y se ha ido con
la música a pagos más abiertos.
El conejo en la
chistera de Mas es la reaparición de Bañuelos, el visionario de Astroc, icono
del despiole de la burbuja inmobiliaria española y protagonista de uno de los
aterrizajes en la quiebra más sonoros, que salpicó a muchas cajas que entraron
de su mano en la quimera del ladrillo.
Bañuelos dice que invertirá 4.700 millones y La Caixa pondrá los terrenos. Se
creará, una vez más, ¡el mayor centro de ocio de Europa!, título que ya
ostentaron en su día, con iguales alharacas políticas, Las Vegas de Los
Monegros, todo un tocomocho, o la fantasmagórica inversión del grupo Caesar’s
en Ciudad Real.
Madrid es una ciudad exigente, muy competitiva,
rápida, dura. Pero tiene algo que la hace única: llegas a vivir a ella y a los diez minutos eres
madrileño. Nadie te pide pureza de sangre, ni te carga la cabeza con murgas
lingüísticas o identitarias. Ese talante abierto hace que en 20 años le haya
comido el terreno a Barcelona.
La capital catalana era un oasis de modernidad al que
miraba toda España, gobernaba la industria del libro, el cine, la moda; allí se
respiraban los primeros atisbos de libertad. Hoy es una sociedad forzada a
replegarse sobre su ombligo, que se ha vuelto provinciana y resulta engorroso para la gente de fuera afincarse
allí. El legado de 30 años de sectarismo nacionalista.
En lugar de jugar al humo con Bañuelos, Artur Mas
puede dedicar diez minutos a pensar en este asunto: ¿Es rentable la soberbia
excluyente? (ABC).
1 comentario:
Cuando yo estaba en la Facultad, haciendo Derecho en la Complutense de Madrid,(hace ya unos cuantos años), un compañero de clase, que procedía de Bilbao me dijo que era la primera vez que salía a vivir fuera de su tierra, y que Madrid le había sorprendido gratamente por dos cosas, una era ese cielo azul,"velazqueño", que permanecía tanto en verano como en los días soleados de invierno; y la otra, que todos los madrileños le aceptaban sin preguntarle de dónde venía.... y es que, desde siempre, "Madrid acoge", aquí nadie es forastero.
Publicar un comentario