ENVIDIA, IGUALDAD Y OTOÑO CALIENTE.
‘El polvorín de la desigualdad está encendido y alguien le puede meter mecha, en cualquier momento, por cualquier circunstancia’. (Juan Manuel Sánchez Gordillo).
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ENVIDIA, IGUALDAD Y OTOÑO CALIENTE.
Suele decirse que la igualdad es el valor, por excelencia, de la izquierda y que la libertad es el valor, por excelencia, de la derecha. Utilizo ‘izquierda y derecha’ para simplificar, ya que estas palabras no recogen la complejidad de la vida política en las sociedades democráticas. Al menos.
Cuando este líder de la izquierda (J.M. Sánchez Gordillo) habla de ‘desigualdad’, ¿A qué se refiere?
Como todas las mentes simples, el mundo que contemplan suele ser simple. Ricos y pobres, izquierdas y derechas, buenos y malos. Poco más. Los ricos son los malos, y los pobres son los buenos.
¿Por qué? Porque los ricos tienen más. Dado que la igualdad (igualitaria) es el valor fundamental, todo lo que se aleje de este ideal, es malo y debe corregirse. Por las buenas o por las malas.
Para estas mentes de izquierdas, la igualdad ante la ley y la igualdad de oportunidades son maneras que tiene el capitalismo de engañar a la gente. Ni la igualdad ante la ley, ni la igualdad de oportunidades evitan que haya ricos y pobres. Por tanto, no solucionan el problema. ¿Cuál? El problema de la desigualdad. ¿Qué desigualdad? La desigualdad material.
La cosa no es de ahora. Aristóteles pensaba que el fin propio del hombre es la felicidad. Y que la felicidad social (propia de la política) es más importante que la felicidad individual (propia de la ética). ¿Será Sánchez Gordillo un seguidor de Aristóteles? Creo que el problema es otro.
Recordemos, una vez más, que en las sociedades extensas actuales, no caben los lazos intensos de los hombres libres (no las mujeres, metecos y esclavos) característicos de las pequeñas comunidades. Incluso Atenas.
No caben, salvo en las relaciones familiares y la amistad intima. El resto de las relaciones ciudadanas se basa (en el mejor de los casos) en el mutuo respeto. No en el amor, o la amistad íntima.
De ahí que la desigualdad material no sea vista por la mayoría de los ciudadanos, como la creación de un polvorín. Salvo que la gente se muera, literalmente, de hambre. Lo que, afortunadamente, no sucede en España. Otra cosa es el preocupante nivel de pobreza que afecta, aproximadamente, a un 22% de la población. Aún así llegan inmigrantes. Y muchos de los que se van, se van con el 'paro' en el bolsillo,
Hay motivos morales y de eficiencia para no perseguir la igualdad material que tanto gusta a la izquierda solidaria y anticapitalista. ¿Se les oye decir, a las claras, todo esto a los que se distancian, un poco, de Gordillo?
Me refiero a la izquierda ‘sensata’. La de Rubalcaba and company. La que dice que nos sacará del pozo progresista en el que nos metieron. Los Zapateros de turno. Esperan que no hayamos aprendido la lección. ¿Seremos tan tontos?
Sebastián Urbina.
1 comentario:
Da igual. Seguramente el tipo éste no entendería a partir del quinto párrafo de su argumentación. Se ha quedado en la foto de la mano izquierda con el puño en alto. Eso sí, con la derecha sujetando un iphone
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