(Si a usted le dan asco, como a mí, los comportamientos claudicantes de PP/PSOE con los asesinos etarras, PODEMOS es, incluso, más repulsivo.
No lo imagino. Resulta que sus cabecillas se han manifestado repetidamente a favor de un apoyo o comprensión por la 'lucha política' etarra.
Como si en una democracia hubiera cabida para la actuaciones violentas y al margen de la ley.
Repito. Dan mucho más asco. Que ya es decir.)
COMPRENDEN A ETA
El Carnicero de Mondragón participó en la masacre de Oyarzun
ETA arrojó en la cuneta a un policía agonizante y lo remató
Eduardo García Serrano
El
policía Antonio Cedillo se desangraba por la masacre de Oyarzun. Un
camionero se apiadó de él y quiso trasladarle al hospital. ETA
interceptó el vehículo, sacó de la cabina al agente agonizante y lo
remató en la cuneta.Hoy, el Carnicero de Mondragón se enorgullece de lo
que hizo. El hijo de la víctima se ha querellado contra él.
(La Gaceta)
La pedagogía en política es una carrera a largo plazo, muy costosa y con escaso rendimiento electoral. Es por ello que encontrar lugares comunes y discursos integradores es una solución mucho más efectiva para alcanzar el poder en una situación de emergencia.
PODEMOS ¿FASCISMO COOL?
La pedagogía en política es una carrera a largo plazo, muy costosa y con escaso rendimiento electoral. Es por ello que encontrar lugares comunes y discursos integradores es una solución mucho más efectiva para alcanzar el poder en una situación de emergencia.
Existen cuestiones, problemas o situaciones con los que todos están de
acuerdo sin importar la ideología que profesen o crean tener. Y si no todos, una
mayoría que otorga gobiernos. La lucha contra la corrupción, una sanidad de
calidad y, en estos días, incluso la antipolítica, son cuestiones que
trascienden el eje ideológico izquierda-derecha y que hacen posible encontrar
acuerdos con amplias mayorías.
Pablo Iglesias y su equipo son
conscientes de que envolviéndose en la bandera de la izquierda no se alcanza
una mayoría suficiente para gobernar en apenas dos años. Para ello, para crear
hegemonía, es necesario difuminar ese eje en el que los promotores de Podemos
personalmente se posicionan muy a la izquierda. Se trata de un discurso maquiavélico no exento de trampas, que
Iglesias ya criticó cuando hacía política en las aulas, y puede servirle para
alcanzar su fin, aunque el camino al hacerlo no sea el más honesto.
Pablo
Iglesias, en una entrevista en La Opinión de La Coruña, respondía en
2013 a una pregunta sobre el devenir del país. Acertaba en definir lo que ocurría en los tiempos de crisis y cómo las
formaciones que trascendían el eje izquierda-derecha en una situación de
emergencia como la actual tenían muchas posibilidades. “La emergencia de
UPyD es un ejemplo. UPyD tiene muchos elementos de fascismo cool, con
eso de ‘no somos ni izquierdas ni de derechas, somos españoles’. Es un
discurso de momento de crisis donde hay muchas posibilidades”.
Ese
discurso del “fascismo cool” de UPyD ya había sido ensalzado por el
líder de Podemos en otras ocasiones. En una conferencia en la Universidad de
Zaragoza, al ser preguntado por un alumno sobre la formación magenta, no dudó
en alabar su estrategia electoral, su valor como partido y la importancia de su
discurso diferenciador del eje tradicional “UPyD solamente utiliza
significantes ganadores, izquierda-derecha no, eso te divide. Si tú pones
la palabra izquierda a tu partido, alguien a cuyo abuelo han matado los
republicanos no te votará”.
Porque
Pablo Iglesias siempre tuvo claro que el discurso de UPyD, con matices de
cosecha propia, era el ganador. En un libro editado por Icaria en el que Pablo
Iglesias hablaba con Nega, el cantante de Los Chikos del Maíz queda
patente. En la conversación que mantienen aparece el manejo de la comunicación
política que hace UPyD. El texto es muy ilustrativo. En él ambos explican que lo único que se puede hacer en una situación
como la actual es un programa de mínimos al estilo de Syriza, y que para
lograrlo hay que movilizar a los que nunca votan y a los movimientos sociales,
así como robarle espacio a los partidos
tradicionales porque asumen que las siglas como las de IU tienen un techo
cuantificable que jamás alcanzaría una mayoría suficiente.
Pablo
Iglesias argumenta que esa mayoría no se consigue con una confluencia de
siglas, sino con la construcción de un relato, de un discurso, con
significantes: “Hay discursos que en
este momento te pueden hacer ser mayoría”. Es en este punto donde entra el
uso del discurso y el manejo de la comunicación política que hace UPyD.
Para Iglesias, la formación de Rosa
Díez es la única que ha entendido las claves del discurso, cuyo relato es la
negación del eje clásico ideológico. UPyD dedica su manifiesto
fundacional precisamente a alejarse de las ideas tradicionales de la izquierda
y la derecha: “Ser considerados de izquierdas o derechas no nos parece el
centro del problema, aunque nos apiadamos cordialmente de quien carece de
mejores argumentos para descalificar al adversario”.
La negación del eje
izquierda-derecha como la base sobre la que plantear la solución de los
problemas es un discurso que está muy lejos de ser nuevo. Sus antecedentes
históricos demuestran que es una estrategia muy manida que ha tenido éxitos y
fracasos a partes iguales. Históricamente ha recibido el nombre de Tercera
Posición y tiene más similitudes con el posicionamiento programático de UPyD
que con el de Podemos, que sólo mantiene una leve semejanza con él en la
estructura de su discurso.
Antecedentes históricos del discurso
La tercera posición es una doctrina política que busca marcar distancias
con el comunismo y el capitalismo. Apareció en la primera mitad del
siglo XX como una doctrina que se declara al margen del espectro político, con
marcadas ideologías nacionalistas y populistas. El tercerposicionismo históricamente ha estado relacionado con el
fascismo italiano, la Falange de Primo de Rivera y el peronismo, así como
con otras posiciones más minoritarias como la Guardia de Hierro rumana.
El
29 de octubre de 1933, en el Teatro de la Comedia, José Antonio Primo de Rivera
realizó el discurso fundacional de Falange, que definió del siguiente modo:
“El
movimiento de hoy, que no es de partido, sino que es un movimiento, casi
podríamos decir un antipartido, sépase desde ahora, no es de derechas ni de
izquierdas… Sepan todos los que nos escuchan de buena fe que estas
consideraciones espirituales caben todas en nuestro movimiento; pero que
nuestro movimiento por nada atará sus destinos al interés de grupo o al interés
de clase que anida bajo la división superficial de derechas e izquierdas.”
No
sólo la tercera posición ha renegado del eje izquierda-derecha a la hora de
plantearse las bases de su relato y su discurso. Esta manera de estructurar el
lenguaje se ha presentado siempre en alternativas de tercera vía a dos
realidades preexistentes que siempre han recibido el nombre de derecha e
izquierda. Es un modo de distanciarse de
unas estructuras políticas que la ciudadanía advierte como un problema. En
esos casos se elimina la opción de hacer pedagogía para, mediante la
propaganda, lograr una alternativa de poder de emergencia.
Ese
rechazo a la autodenominación ideológica y la negación del esquema clásico se
dio también en aquellos que algunos presentan, con poco acierto, como
referentes de la formación de Pablo Iglesias. En una entrevista hecha en 1998 por Jaime Baylis a Hugo Chávez, el
periodista le preguntó directamente si era de izquierdas, si se definía
ideológicamente socialista. Esta fue la respuesta de Hugo Chávez:
“Yo
no soy socialista, la América de hoy, la América que viene, requiere un salto
adelante; vamos más allá del socialismo e incluso más allá del capitalismo
salvaje, como lo llama el Papa Juan Pablo II. Yo creo en un proyecto humanista,
un proyecto incluso integral”. No fue la única vez que Hugo Chávez quiso
diferenciarse de las definiciones ideológicamente ortodoxas, y fue célebre una
frase suya realizada en una entrevista en televisión el mismo día que salió
electo: “Propongo una tercera vía, un
modelo capitalista pero con rostro humano”.
Los
prejuicios sobre los que se ha realizado a lo largo de la historia este
discurso diferenciador del status quo han alcanzado hasta los que todos
consideran situados en uno u otro extremo del espectro ideológico. Ya hemos hablado de Falange y La Guardia de
Hierro como ejemplos paradigmáticos en la extrema derecha. Pero incluso Fidel
Castro no escapó a este discurso integrador. Así, en la Plaza Cívica, el 8
de mayo de 1959, negó que el movimiento revolucionario que él encabezaba fuera
de izquierdas, ni de derechas, ni de centro.
“Nosotros
no nos vamos a poner a la derecha, ni nos vamos a poner a la izquierda, ni nos
vamos a poner en el centro, que nuestra Revolución no es centrista. Nosotros
nos vamos a poner un poco más adelante que la derecha y que la izquierda.
Ni a la derecha ni a la izquierda: ¡UN paso más allá de la derecha y de la
izquierda!. ¿O es que acaso tengan los hombres que nacer maniatados a ideas
determinadas?”
Izquierda y derecha en Pablo Iglesias
En
el discurso de Podemos y Pablo Iglesias, plantear el problema desde un prisma
diferente a la izquierda y la derecha se considera vital para alcanzar la
mayoría y poder gobernar. No se trata de ocultar que Pablo Iglesias es de
izquierdas, se trata de establecer un discurso que elimine los referentes que
se asocian con la izquierda para alcanzar a una mayoría que de otro modo jamás
conseguiría. El discurso y la
estrategia de Podemos se basa en plantear el problema en términos de oligarquía
frente a ciudadanía, democracia frente a dictadura y en atacar los
privilegios de unos pocos. Es por ello que el concepto casta es tan
importante, sustituye de un plumazo el enemigo que la izquierda tenía, la
derecha, que es mucho más difuso y escurridizo.
La
casta es más identificable, un término más poderoso, un referente que todos
entienden. El que te subyuga. Sea quien sea, esté donde esté. El que te
hace la vida difícil. Sin necesidad de plantear un discurso ideologizado de
clases que pueda ser desmontado con argumentos ya conocidos por siglos de
enfrentamiento.
Pablo Iglesias antes definía a UPyD como “fascismo cool” porque no se
definían de derechas ni de izquierdas, y por ello él rechaza que en Podemos
digan lo mismo: “Yo nunca he dicho que seamos ni de izquierdas ni de derechas. Reto a
encontrar una frase donde lo diga. Lo
que yo digo es que lo que estamos diciendo no es de derechas ni de izquierdas,
y eso es de sentido común”. Justo como Rosa Díez se definía: “de sentido
común y progresista”.
Pablo Iglesias y Juan Carlos Monedero tienen claro que plantear su
estrategia electoral en términos de izquierda y derecha es perder el centro del
tablero, renunciar a gobernar. Consideran el discurso de UPyD ganador y por eso lo
reutilizan. Han cogido el relato magenta y lo han modificado como si fuera de
licencia copyleft adaptándolo a unas nuevas necesidades.
Ellos no niegan ser de izquierdas,
pero asumen que estos tiempos no se vencen desde esa trinchera y por ello
renuncian a un discurso ideológico que llevan años defendiendo para adaptarlo a
la gente.
Según Pablo Iglesias, “plantear la pelea política en ese eje es entregarle
la victoria al enemigo. Ellos quieren eso, que nosotros estemos preocupados
en colocarnos en un plano ideológico que nos defina por nuestra identidad,
quieren que la palabra izquierda esté en nuestro nombre, que en nuestros actos
estén todos los símbolos de la izquierda y, si es posible, que suene la
Internacional. Pero si somos capaces de construir un lenguaje que emocione,
movilice y trabajar con gente de muchos ámbitos y convertir la mayoría social
que existe en mayoría política, entonces sí se preocuparán”.
La
realidad les está dando la razón, están consiguiendo lo que nadie antes logró
desde la pureza ideológica y desde unas posiciones bien explícitas en el eje.
Aunque ni siquiera es un discurso que la nueva política y los partidos de la
regeneración han traído a nuestro país. Algunos, incluso ni se presentaban a
las elecciones. Arturo Fernández, presidente de la CEIM, en una entrevista
en marzo de 2010 fue preguntado por su apoyo a Esperanza Aguirre y respondió
que “la CEOE y CEIM se han caracterizado por su neutralidad. No somos ni de
izquierdas ni de derechas, pero en Madrid tenemos un gobierno que se ocupa
mucho de los empresarios y que nos pregunta siempre que se toman decisiones
económicas”.
Y que no se extrañe nadie: para
ganar las elecciones hay que rechazar ideales, ser pragmático y aludir a ese
discurso tercerposicionista, de la tercera vía o de negación de tu identidad. Lo
hizo hasta Mariano Rajoy, que en el año 2008 cuando aspiraba a gobernar pidió
el voto de los socialistas porque “España no es de derechas ni de izquierdas”
(Antonio Maestre/El Manifiesto)
1 comentario:
http://www.elmundo.es/elmundo/2009/09/02/espana/1251898692.html
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