martes, 14 de julio de 2015

VARGAS LLOSA Y LA CRUZ














VARGAS LLOSA Y LA CRUZ.

En su libro ‘La civilización del espectáculo’, - capítulo ‘La señal de la cruz’- Vargas Llosa apoya la decisión del Tribunal Constitucional alemán de prohibir el crucifijo en las escuelas públicas. Fue la respuesta a la demanda de un musulmán alemán que alegaba que sus tres hijos habían quedado ‘traumatizados’ por el espectáculo del Cristo crucificado, al que estaban obligados a ver en la escuela.


Una sociedad democrática, dice Vargas Llosa, debe velar porque la Iglesia-cualquier iglesia- no desborde la esfera que le corresponde, que es la de lo privado... La presencia de una cruz, o un crucifijo, es tan abusiva para quienes no son cristianos como sería la imposición del velo islámico en una clase donde haya niñas cristianas y budistas, además de musulmanas... Como no hay manera, en este tema, de respetar las creencias de todos a la vez, la política estatal no puede ser otra que la neutralidad. Los jueces del Tribunal Constitucional de Karlsruhe han hecho lo que debían hacer y su fallo les honra, dice Vargas Llosa.

Según Claude Moniquet, director del Centro Europeo de Inteligencia Estratégica y de Seguridad (ESISC), el peligro más serio en Europa es el extremismo islámico. Hay una parte de la comunidad musulmana en Europa, entre el 10 y el 15%, que se inclina por la radicalización. El problema es detenerlos y proteger a los demás”. Pues bien, hay unos 35 millones de musulmanes en Europa y crecen entre siete u ocho veces más que el resto de la población europea. Hagan la cuenta.


En la ONU, en 1974, el que fuera Presidente de Argelia Houari Boumedienne, dijo:

‘Un día millones de hombres abandonarán el Hemisferio Sur para irrumpir en el Hemisferio Norte. Y no lo harán precisamente como amigos. Porque comparecerán para conquistarlo. Y lo conquistarán poblándolo con sus hijos. Será el vientre de nuestra mujeres el que no dé la victoria.’

¿Deberíamos llevar tan lejos los principios democráticos sin atender a ninguna consecuencia por peligrosa que sea? ¿No estamos poniendo en peligro nuestra supervivencia física, moral y política? Bien es cierto que nosotros, ni nadie, conoce con seguridad el futuro. Pero esto debería ser un motivo más para ir con cuidado. Por otra parte, las citadas palabras del Presidente Boumedienne nunca fueron desmentidas.


Si la cruz, símbolo de paz y amor, ofende a los que vienen a Europa, sería mejor que se marcharan. La historia de Europa es la que es, y el cristianismo juega un papel esencial en la construcción de Europa, junto a Grecia y Roma. 

Como dice el profesor Dalmacio Negro: ‘El cristianismo ha sido durante largos siglos el modo de estar instalado el europeo en la realidad. El abandono del cristianismo exigiría una nuevo modo de instalación, como han intentado ya distintas modalidades del socialismo’.


Pero no se trata de imponer el cristianismo a nadie. Ni a musulmanes ni a nadie. Se trata de que los musulmanes no hagan que la cruz (símbolo cristiano de paz y amor) desaparezca de nuestra cultura pública, recluyéndose exclusivamente en el ámbito privado. Porque el cristianismo no es, en Europa, una religión más.


En la ciudad danesa de Kokkedal, en 2013, donde más de la mitad de la población es de origen musulmán, la Junta local del barrio Egedalsvænge en la ciudad mencionada, de mayoría musulmana, se negó a destinar algo menos de 1.000 euros a la colocación del tradicional árbol y otras decoraciones navideñas en la localidad, tal y como pedía una asociación de vecinos. Sin embargo, esta misma junta sí quiso destinar 8.000 euros para la organización del Eid al Fitr, la celebración del final del Ramadán. ¿Esta es la neutralidad que nos espera?


 En Bruselas, en Noviembre de 2012, también se instaló la polémica después de que el Ayuntamiento decidiera retirar el tradicional árbol de Navidad de la Grand Place y poner en su lugar una escultura luminosa con el objetivo de no ofender a los musulmanes, que son ya un 25% del total de la población de la capital belga.  


 Se lo diré con una sola palabra: miedo. Pueden disimular y llamarlo prudencia o tolerancia, pero no. Es miedo. Y esto es sólo el principio.   


No cabe duda de que es bueno respetar la neutralidad, si los demás también la aceptan y la practican. En otro caso estamos en inferioridad. ¿O no? Y luego está la reciprocidad. Esperamos que los demás nos traten con el respeto que nosotros les tratamos a ellos. Excluimos a los niños pequeños y a las personas con ciertas deficiencias psíquicas. ¿Debemos tratar a los musulmanes como niños o minusválidos y no exigirles reciprocidad? ¿Podemos ir a sus países de origen y actuar como si estuviéramos en Europa? No, no nos lo permiten. 


A diferencia de las demás religiones, que basan su expansión en el proselitismo de sus misioneros, el Islam ‘auténtico’ tiene un deber de conquista. Conquista de los infieles, que somos nosotros. Por supuesto, la mayoría de los europeos ni se entera, ni se lo toma en serio. Es autoengaño. Y miedo. E ignorancia.  Prefiero no decir lo que pienso de la mayoría de los políticos.


Además, de todos los inmigrantes, los musulmanes-en general- son, con toda probabilidad, los que menos se integran en la sociedad occidental. La cultura islámica es teocrática, de ahí que no sea extraño que rechace la separación Iglesia-Estado. A diferencia de lo que sucede en los países occidentales.


Volvamos a la cuestión central ¿debe la democracia aceptar su probable hundimiento, si es que los anteriores ejemplos son anuncios de lo que nos espera? Pensemos que si nosotros tenemos deberes hacia los inmigrantes, los inmigrantes tienen deberes hacia nosotros. ¿O pueden exigir los musulmanes que respetemos sus valores sin que ellos respeten los nuestros? Es decir, libertades individuales, igualdad jurídica entre hombres y mujeres, pluralismo político, elecciones libres y periódicas, y separación Iglesia-Estado.
 Si es cierto, como decía E. Cassirer,  que el hombre es un animal simbólico,  renunciar a nuestros símbolos es como renunciar, en alguna medida, a nosotros mismos.


 Sebastián Urbina.

(Publicado en ElMundo/Baleares/10/Julio/2015.)



2 comentarios:

Anónimo dijo...

Toda la razón, olvidar de dónde venimos es peligroso además de desagradecido con los que vinieron antes y, mal o bien, permitieron que hoy nosotros podamos existir.

Anónimo dijo...

En mi opinión,uno de los problemas más importantes es el número, una cosa es inmigración y la otra es invasión y no olvidemos que casi todo se basa en el número o cantidad.