jueves, 23 de febrero de 2017

PODEMOS+PSOE: LODAZAL







Mayte Alcaraz

Podemos, con ayuda del PSOE, ha convertido la ciudad de Madrid en un lodazal.

Mayte Alcaraz / ABC, 23 de febrero de 2017 (PD) 
 
 
 
 
CUANDO la nueva política no había llegado a España a salvarnos de los vicios y corruptelas de la tardotransición, incluso cuando veíamos con recelo que la pareja de un alto cargo escalara, a costa de todo, al olimpo de la política -que se lo digan, si no, a Carmen Romero o a Ana Botella- ser elegido por tu partido para optar a la Alcaldía de la capital del Reino era un honor.

La golosina más dulce para el paladar de un político. En los países civilizados pasar por el Gobierno de la principal urbe del país es el salvoconducto infalible para optar a las responsabilidades más altas. Presidentes de República y primeros ministros de naciones de primera han sentado en sus altas magistraturas a dirigentes que primero fueron regidores de éxito.

Desde Jacques Chirac, que antes de ocupar El Elíseo fue alcalde de París, hasta Andrés Pastrana que rigió Bogotá como pasaporte a la presidencia de Colombia. Asi también el primer ministro de Portugal, Antonio Costa (exalcalde de Lisboa); o los exdirigentes de Italia, Matteo Renzi (anteriormente alcalde de Florencia); de Francia, Alain Juppé (exregidor de Burdeos); o los históricos Jonrad Adenauer (que lo fue de Colonia) y Giulio Andreotti (que gobernó Palermo), son ejemplos del sustancioso capital político que otorga la vida municipal.

A diferencia de estas democracias, España es el perfecto ejemplo de la banalidad con que los partidos, en términos generales, tratan a la capital de España. Las luchas internas en tres de las cuatro fuerzas que se sientan en el Consistorio de la capital han dejado sin políticos de fuste a la primera ciudad española, convertido en el lodo donde restregan sus vendettas.

Cuando vamos a atravesar el ecuador de la legislatura, en el Palacio de Cibeles se sienta una alcaldesa que está de paso y sirvió de maquillaje electoral a un grupo antisistema que ha degradado la ciudad hasta niveles inimaginables; una portavoz del PP que tiene amortizada su carrera y encarna en no pocos casos el discurso alternativo al de Rajoy; y un grupo socialista que se desangra tras el tsunami destructivo de Pedro Sánchez.

Salvo la representante de Ciudadanos, Begoña Villacís, reforzada recientemente, ni Manuela Carmena, ni Esperanza Aguirre, ni Purificación Causapié son el presente, y mucho menos el futuro, de sus formaciones. La vida política municipal languidece en manos de políticas que solo una carambola electoral, el inmovilismo del jefe o el cainismo entre sus compañeros han situado en esta empresa.

El último desprecio de Pablo Iglesias hacia la Comunidad autónoma, desterrando a su enemigo Íñigo Errejón, es una incuestionable declaración de principios del desprecio que en los últimos años han mostrado los partidos por la plaza por la que antaño pugnaban los principales espadas y hoy es un mortecino cementerio de elefantes.

Hace dos años, a tres meses de las municipales, el PP no había designado candidato al Ayuntamiento, el PSOE había fulminado a su aspirante autonómico e IU tenía una cabeza de cartel que se largó de sus filas. Cuando los partidos convierten la capital en su particular juego de tronos el sueño de Madrid produce monstruos.
 
 

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