miércoles, 30 de enero de 2019

FEMINISMO Y MARXISMO





FEMINISMO Y MARXISMO.

PONER EN tela de juicio el funcionamiento de las autonomías, la intrusión del feminismo en el día a día de nuestras vidas o las políticas de inmigración es un derecho a la libre opinión y debería preocuparnos que solamente en Vox intuyamos a alguien que habla sin complejo alguno. ¿Qué está pasando?

Siguiendo con los sentimientos de agravio, merece la pena tener en cuenta el gran revuelo que ha provocado la exigencia de Vox de cambios en la ley de Violencia de Género, generando el inmediato rechazo de las feministas. La pregunta es: ¿somos conscientes del totalitarismo que esta ley esconde, inspirada única y exclusivamente en la ideología de género? 

El movimiento feminista radical surgido en los EEUU a finales de los años 60 ya descartaba el principio inspirador de las sufragistas del siglo XIX que perseguía integrarse en una sociedad conjunta entre hombre y mujer, siendo fuente inspiradora a partir de la radicalización establecer el enfrentamiento entre hombres y mujeres como punto de partida de la ideología de género, y así es como se ha llegado a un movimiento supremacista hoy jaleado por la izquierda toda ella, entre otras cosas porque es un feminismo marxista, y por lo tanto nada tiene de casual llamar a esta ley «de violencia de género», en lugar de hablar de violencia intrafamiliar como viene reclamando Vox.

En el feminismo radical, la perversión del lenguaje es permanente, y desde un giro nítidamente histérico entiende la heterosexualidad como institución a batir, porque la identifica con patriarcado, capitalismo y colonialismo. Lo que con el tiempo ha ido derivando en alinearse con el lesbianismo, al que se aboga como resultado del profundo rechazo a dichas instituciones, y así encontramos en la tesis de la exministra socialista Carmen Montón la frase delirante: «La natalidad es esclavitud». Feminismo radical y marxismo es lo mismo. La ideología de género ha fagocitado el término, «género», dándole la máxima prioridad al punto de vista exclusivamente biológico.

El historiador Pío Moa tiene acuñada una expresión, «palabras policía», que ilustra cómo se maneja la corrección política en la ideología de género. «Es algo nuevo en la historia», dice Moa. «El feminismo radical quiere prohibir el sentimiento. Si alguien expresa opiniones fastidiosas, para sus intereses, tratan de controlar no solo el pensamiento sino el sentimiento. Lo que lleva al delito de odio». ¿Somos conscientes de la perversión de un delito, en su peor versión con penas contempladas en la Ley de Memoria Democrática, esa que ahora nos pretenden imponer desde la izquierda?

(Fernando Merino/ElMundo/30/1/2019.)

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