La epifanía de Trump
Escribo en la mañana del 6 de enero de 2021, Epifanía de Nuestro Señor (día de Reyes). Epifanía significa “manifestación, aparición o revelación”, según la RAE. Celebramos la manifestación de Jesucristo a las gentes. Pero justo hoy, en Estados Unidos, tiene lugar la mayor batalla política de los últimos tiempos.
Cuando lean esto, quizás algún acontecimiento ya deje desactualizado este artículo, por eso destaco el momento en que lo escribo. Pero no puedo dejar de referirme al asunto que me parece más importante ahora mismo. Y al que sorprendentemente apenas se ha dedicado espacio en nuestros medios, y cuando se ha hecho ha sido para trasladar una visión parcial y descaradamente sesgada.
Por ejemplo, estos días lo único que quizás les haya llegado sea una supuesta llamada de Trump al secretario de Estado de Georgia para pedirle desesperado que le encontrara los once mil y pico votos que necesita. Que Trump le habría extorsionado para que cometa un fraude. Pues nada de eso; es la típica manipulación informativa a que nos tienen tan acostumbrados. La llamada fue una conference call con los equipos de abogados de ambas partes, en la que Trump trató de obtener su colaboración para comprobar si hubo tongo. Es decir, todos los grandes medios acusan a Trump de querer cometer fraude, cuando durante toda la llamada intenta justo lo contrario: él está convencido de que hubo pucherazo y quiere que se compruebe, mientras que la otra parte asegura haber comprobado ya que está todo en orden y se niega a compartir los datos que ha empleado para llegar a esa conclusión.
Porque esa es la cuestión: Trump lleva dos meses -las elecciones tuvieron lugar el 3 de noviembre- denunciando el presunto fraude, mientras demócratas y parte de los republicanos escurren el bulto, limitándose a decir que Trump está loco, que es mal perdedor, o que ya han mirado todo, pero comprobar las alegaciones de Trump en profundidad y con transparencia. Los tribunales hasta la fecha no han entrado a examinar las pruebas -dos meses es poco tiempo para un procedimiento judicial, y diversos pleitos se han desestimado por cuestiones formales, sin entrar al fondo del asunto. En parte entiendo a los jueces, menudo brownie.
Pero el sistema americano establece ciertas fechas para el nombramiento del presidente sin importar si hay litigios en curso, y por ello estamos hoy ante la fecha clave sin haber aclarado nada y con la mitad de los americanos convencidos de que hay tongo. Y así llegamos a la crucial sesión de hoy, en que se reúnen las dos cámaras para contar los votos del colegio electoral (los electores que eligen al Presidente), con siete estados en discusión que podrían dar la victoria a cualquiera de los candidatos. Doce senadores y ciento cuarenta congresistas ya han anunciado que presentarán objeciones a los electores. Y hay convocada una gran manifestación de protesta con el objetivo de convencer a los republicanos dubitativos. Trump ha puesto la presión sobre su Vicepresidente, Mike Pence, que preside la sesión, tuiteando que tiene el poder de rechazar electores elegidos fraudulentamente, cuestión sobre la que existen opiniones controvertidas.
Algunos opinan que Pence podría posponer el recuento, ordenando una auditoría por parte de una comisión que durante diez días podría examinar las pruebas. Al mismo tiempo, algunas asambleas estatales, si las pruebas así lo aconsejan, podrían reunirse para nombrar nuevos electores -de hecho, ya parece haber movimientos para ello. Cinco de las asambleas estatales están controladas por los republicanos, y bastaría que tres de ellas certificaran electores pro-Trump, para darle la victoria. (Si necesitan recordar qué pintan las asambleas estatales en la elección del Presidente, lo expliqué aquí).
¿A que les habían explicado que Biden ya era Presidente? Pues ya ven que aún no. Cuando lean esto quizás haya dado un paso adelante, o puede que un paso atrás. En cualquier caso, merece la pena seguir el proceso oyendo la versión de ambas partes, porque traerá cola.
(MallorcaDiario/7/1/2021.)
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