martes, 10 de marzo de 2009

¡POBRE HOMBRE!

¡Pobre hombre!

VOTE ESTA NOTICIA
Enviar
Imprimir
Aumentar el texto
Reducir el texto

SEBASTIÁN URBINA* Para comprender lo que es una falacia, y su comisión, es preciso entender la regla que es violada. Con otras palabras, los ataques personales (la llamada falacia Ad hominem) sólo descalifican al atacante.


Es clásico el ejemplo de Ludwig Von Mises con motivo de los ataques recibidos por el economista Ricardo: "La teoría de Ricardo es espuria a los ojos de los marxistas porque Ricardo era un burgués. Los racistas alemanes condenan la misma teoría porque Ricardo es judío...". Estas y otras idioteces sólo muestran la altura intelectual y moral de la persona que las utiliza.


Y ahora, unos breves comentarios al artículo del señor Sebastiá Frau, "Pel descans de Ramon Llull", en el que califica a los miembros del grupo Ramon Llull de "arreplegats", les dice que han insultado gravemente a los que no piensan como ellos, califica el artículo que publicaron, "El fascismo lingüístico que nos invade", como "bram" y que cree condenar a los infiernos a alguno(s) de sus miembros porque, supuestamente, apoyó, o no protestó, por la invasión de Checoslovaquia en 1968.


Si el señor Frau tuviese la inteligencia suficiente, trataría de analizar el artículo que le disgusta en vez de tratar de descalificar a las personas del grupo Ramon Llull, al que parece despreciar.


El señor Frau y los que piensan como él, no entienden algunas cuestiones básicas. El problema lingüístico que han generado los nacionalistas es, centralmente, un problema de libertad. Los nacionalistas no quieren que los ciudadanos, en general, y los padres en particular, puedan elegir libremente la lengua (de las oficiales) en la que se quieren expresar, o la lengua en la que quieren que sus hijos sean escolarizados.


Este desprecio por la libertad ajena es la principal seña de identidad del señor Frau y de los nacionalistas. En la línea del pensamiento comunitarista unas veces, totalitario otras, apela a supuestos derechos colectivos. Estos enemigos de la libertad, cuando hay algún conflicto entre los derechos individuales básicos (como la libertad de elegir la lengua materna para la educación de los hijos) y los supuestos derechos de algún ente colectivo, como la nación, quieren que estos últimos se impongan. A través, por supuesto, de la mano de sus representantes naturales, los propios nacionalistas.

Es decir, creen en animales metafísicos, como la nación, más que en las personas. La consecuencia antidemocrática es que sitúan a tales entes colectivos por encima de la libertad individual, típica de los fascismos y totalitarismos de cualquier signo.


En fin, son los enemigos de libertad. De la ajena.

(*) Profesor de derecho de la UIB. (DiariodeMallorca)




No hay comentarios: