domingo, 19 de abril de 2009

CONTRA LA LIBERTAD

Por qué la educación siempre es privada y la izquierda no lo entiende

El PSOE y sus socios regionales quieren liquidar en Cantabria las escuelas que no siguen sus criterios ideológicos. No es una agresión a los católicos, sino a la libertad de todos.

CONTRA LA LIBERTAD





El PSOE y sus socios regionales quieren liquidar en Cantabria las escuelas que no siguen sus criterios ideológicos. No es una agresión a los católicos, sino a la libertad de todos.







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El pasado mes se supo que el Gobierno regional de Cantabria había decidido anular el concierto de los colegios católicos Torrevelo y Peñalabra, como informó El Semanal Digital. La razón de la Consejería de Educación, en manos del PSOE, es que se trata de Centros de educación diferenciada, con aulas no coeducativas. El asunto ha generado las protestas habituales, y la no menos habitual confusión de ideas. No sólo porque el gobierno excastellano de Revilla sea uno más de los equívocos autonómico-localistas que padecemos, sino sobre todo porque la izquierda ha conseguido imponer su lenguaje incluso en los medios de derechas.

No ceder en las ideas…

Educar no es sólo, ni esencialmente, recluir a los niños y jóvenes unas horas en un aula. Educar corresponde naturalmente a los padres, y a la familia en general. Sólo por delegación de los padres una parte del proceso educativo se desarrolla fuera de la familia –por ejemplo, la parte académica en un centro de enseñanza-, y lógicamente el Estado tiene el deber de actuar subsidiariamente para que ese derecho/deber de múltiples caras sea realmente defendido. Nadie debe ser sometido a una educación, y menos a una enseñanza, aberrante; ninguna familia que quiera y pueda cumplir esa tarea debe verse obstaculizada al hacerlo; y todos han de tener acceso a la mejor educación y enseñanza posibles, sin consideración (al menos idealmente) de sus medios económicos.

Todo esto no son utopías: es simple sentido común aplicado a la educación. La educación, en la Constitución vigente, es privada en sentido estricto, ya que tanto en su parte académica como en la extraacadémica responde ante todo a la elección de las familias. Y esto no es ningún problema religioso, sino estrictamente uno de libertad: lo que debe preguntarse al PSOE y a Revilla, y a cada gobernante autonómico, es si está con la libertad de las familias o contra ella. ¿Sencillo, verdad?

… y no caer en las trampas

Todo este asunto está trufado de trampas ideológicas. El verdadero problema no es si esos Centros son o no del Opus Dei, porque la libertad se defiende para todos los españoles dentro de la Constitución, sean o no del Opus o católicos o lo que quieran ser. La educación diferenciada no es una opción religiosa, sino pedagógica, y en el mundo hay miles de centros católicos coeducativos y de centros laicos no coeducativos. Es una más de las trampas del PSOE arrastrar este debate hacia su conocida campaña contra la Iglesia católica y su libertad.

El problema no es tampoco el del dinero. Los conciertos con los centros de enseñanza, no sólo católicos, son una fórmula que en las últimas décadas se ha usado en España para garantizar una cierta libertad de enseñanza: financiar con fondos públicos instituciones que realmente garanticen que las familias elijan la enseñanza que quieran para sus hijos. No se trata de defender los conciertos como algo bueno en sí mismo. Una sociedad libre como la nuestra puede siempre encontrar fórmulas mejores para garantizar y proteger la libertad, y también la educación, de todos.

¿Algunas ideas? Si el PSOE no quiere conciertos puede hacerse un sencillo cálculo del gasto escolar per capita, y a partir de ahí dejar que cada familia elija dónde y cómo gastarlo. En Lombardía parece que funciona, y tiene la ventaja de que quienes elijan un centro privado (concertado o no) no pagarían dos veces la enseñanza de sus hijos, una al financiar el sistema público y otra al pagar sea el concierto sea la factura del centro no concertado. Y cerremos el debate estéril y falso entre enseñanza pública y privada: todos los centros se rigen por las mismas leyes y sirven a la misma sociedad, así que deberían atenerse a los mismos criterios de calidad y eficiencia. Por ejemplo estaría muy bien que los centros, públicos o privados, concertados o no, facturasen mensualmente a las familias el coste real de la enseñanza allí impartida, aunque luego naturalmente se aplicase un descuento del 100% (de momento sólo en los públicos, parece).

Si esos costes se publicasen, y se comparasen con los resultados finales del proceso en los alumnos y las alumnas dejaríamos de preocuparnos por las palabras fetiche del socialismo español, como coeducación, integración, obligatoriedad, público o laico. Los ciudadanos podrían pedir cuentas de la verdadera clave de todo esto, que es la libertad que se niega ahora en Cantabria, pero no sólo.(ElSemanalDigital/Pascual Tamburri)

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