ESCOCIA Y CATALUÑA.
CIU toma como referencia a Escocia para iniciar el proceso hacia un estado catalán
13/09/2012 - R. Rivera, Madrid
. (Teinteresa.es).
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(CIU se equivoca gravemente, una vez más.)
CATALUÑA Y ESCOCIA,
CASOS MUY DISTINTOS.
TAN solo 24 horas después de que el Congreso decidiera por
amplia mayoría refrendar que la soberanía reside en el pueblo español y que no
es posible la celebración de una consulta en Cataluña sobre su
autodeterminación, la Generalitat hacía pública ayer una encuesta en la que el
74% de los catalanes se manifiestan a favor de realizarla.
No es lo mismo un sondeo que una votación en el órgano de la soberanía nacional como tampoco es comparable la situación de Cataluña con la de Escocia, donde, según acordaron anteayer Alex Salmond y David Cameron, se celebrará una consulta antes de acabar 2014 para preguntar a los escoceses mayores de 16 años si quieren seguir dentro del Reino Unido.
Ayer surgieron las primeras voces señalando que Cataluña no puede ser menos que Escocia, que tiene una menor población. Pero hay importantes e insalvables diferencias entre uno y otro caso.
No es lo mismo un sondeo que una votación en el órgano de la soberanía nacional como tampoco es comparable la situación de Cataluña con la de Escocia, donde, según acordaron anteayer Alex Salmond y David Cameron, se celebrará una consulta antes de acabar 2014 para preguntar a los escoceses mayores de 16 años si quieren seguir dentro del Reino Unido.
Ayer surgieron las primeras voces señalando que Cataluña no puede ser menos que Escocia, que tiene una menor población. Pero hay importantes e insalvables diferencias entre uno y otro caso.
El primer argumento que evidencia que
Escocia no es comparable con Cataluña es puramente histórico. Durante cuatro siglos,
Inglaterra y Escocia fueron reinos independientes con distintas dinastías.
Decidieron de común acuerdo crear el Reino Unido en 1707 a partir de la llamada
Union Act para resolver un problema dinástico. Por eso, los escoceses emplean
ahora el término «devolution of powers», es decir, devolución de unos poderes a
los que ellos habían renunciado en la Union Act, que era un tratado entre
iguales. A nadie se le escapa que Cataluña nunca ha tenido como Escocia un
Estado propio, aunque formara parte de la Corona de Aragón.
El segundo argumento es igualmente obvio: el Reino Unido carece de Constitución, mientras que los artículos 1 y 2 de la española establecen que «la soberanía nacional reside en el pueblo español» y que la nación es «indisoluble» e «indivisible». Esos artículos hacen claramente imposible la consulta independentista de Artur Mas. En relación a ello, hay que señalar que la Constitución de 1978 fue votada por más del 90% de los ciudadanos catalanes, siendo uno de los territorios donde obtuvo más respaldo popular. Por tanto, mientras esté vigente, la Carta Magna obliga a los partidos y las instituciones de Cataluña.
En este contexto, el Gobierno no tiene que «españolizar» a los alumnos catalanes, como afirmó el ministro de Educación en respuesta a la consejera Rigau, ya que Cataluña forma parte de España, aunque a Wert no le falta razón al querer erradicar ese odio que se transmite a lo español en las aulas catalanas y transformarlo en un legítimo sentimiento de orgullo.
Los nacionalistas insultaron al ministro, tachándole de «franquista» y «preconstitucional». Suena ridículo que invoquen una Constitución que no acatan, pero además para ellos la idea de «españolizar» tiene siempre connotaciones negativas. En cambio, consideran un valor muy positivo «catalanizar» la educación, la cultura o el deporte.
El segundo argumento es igualmente obvio: el Reino Unido carece de Constitución, mientras que los artículos 1 y 2 de la española establecen que «la soberanía nacional reside en el pueblo español» y que la nación es «indisoluble» e «indivisible». Esos artículos hacen claramente imposible la consulta independentista de Artur Mas. En relación a ello, hay que señalar que la Constitución de 1978 fue votada por más del 90% de los ciudadanos catalanes, siendo uno de los territorios donde obtuvo más respaldo popular. Por tanto, mientras esté vigente, la Carta Magna obliga a los partidos y las instituciones de Cataluña.
En este contexto, el Gobierno no tiene que «españolizar» a los alumnos catalanes, como afirmó el ministro de Educación en respuesta a la consejera Rigau, ya que Cataluña forma parte de España, aunque a Wert no le falta razón al querer erradicar ese odio que se transmite a lo español en las aulas catalanas y transformarlo en un legítimo sentimiento de orgullo.
Los nacionalistas insultaron al ministro, tachándole de «franquista» y «preconstitucional». Suena ridículo que invoquen una Constitución que no acatan, pero además para ellos la idea de «españolizar» tiene siempre connotaciones negativas. En cambio, consideran un valor muy positivo «catalanizar» la educación, la cultura o el deporte.
No entienden que es
posible sentirse catalán y español como tampoco comprenden que haya padres que
quieran educar a sus hijos en castellano como lengua vehicular. Ese doble
rasero es la prueba de su intolerancia y de su desprecio a las reglas básicas
de una convivencia democrática.
(editorial El Mundo).
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