lunes, 17 de marzo de 2014

ESTÁ LLEGANDO A SU FIN...



 

 

 ESTÁ LLEGANDO A SU FIN...

 

 

Diario de un NO nacionalista

23 de abril: Algo se mueve en la sociedad civil catalana

José Rosiñol Lorenzo, 16 de marzo de 2014 a las 20:03

“…esta paz de los silencios, esta harmonía de la adhesión, esta fraternidad de la renuncia democrática, este acaparamiento de lo civil por organizaciones al servicio de la Causa como Òmnium Cultural y la cada vez más excéntrica e influyente ANC, esta monopolización y manipulación de la sociedad civil que tanto ha facilitado las cosas a los próceres del nacionalismo está llegando a su fin…”


Durante los últimos treinta años de nacionalismo en Cataluña se ha construido un muro de silencio que ha tratado de encorsetar a la ciudadanía, que ha creado un simulacro de “sociedad civil”, una falaz imagen de unanimidad social proclive a las tesis nacionalista, todo ello gracias a generosas subvenciones públicas y, sobre todo, a costosísimas campañas de publicidad vehiculadas a través de la red de medios de comunicación públicos y subvencionados.

Esta obsesión por el control social forma parte de la estrategia de “construcción nacional”, de hacer pasar por harmonía lo que no es más que imposición, imposición cada vez menos sutil, cada vez más agresiva, más coercitiva, es una maquinaria pensada para encuadrar a la ciudadanía, para unir aquello local o cercano con el discurso generalista, aquél que “vende” las bondades del “Proceso” independentista a la población, que lo hace pasar como algo metapolítico, como algo cuyo génesis parte del “pueblo” y lidera el “pueblo”.

Este totalitarismo cada vez menos soft no tolera, y muchas veces no concibe, la posibilidad de que exista alguien que discrepe con las tesis soberanistas, como si existiese una especie de relación axiomática entre ser catalán y ser independentista, como si la mera catalanidad fuese razón suficiente (y necesaria) para abrazar la Causa nacionalista, de ahí la adversa reacción ante la disidencia, ante esos extraños catalanes díscolos que no queremos someternos al proceso de asimilación cultural y política nacionalista.

Por ello, cuando han surgido organizaciones o asociaciones cuyo único objetivo era sacar a la luz pública la verdadera Cataluña, aquella plural, abierta e inclusiva, dar voz y visibilidad a esa mayoría silenciosa invisible a las estadísticas oficiales de la Generalitat y en los medios de comunicación al servicio del Régimen (nacionalista) se la ha tratado de silenciar creando un cinturón sanitario mediático, o se les ha denostado de todas las maneras posibles, se las ha difamado relacionándolas con movimientos políticos extemporáneos o, simplemente, se les presenta como algo residual, anecdótico o “poco” catalán.

En realidad, esta paz de los silencios, esta harmonía de la adhesión, esta fraternidad de la renuncia democrática, este acaparamiento de lo civil por organizaciones al servicio de la Causa como Òmnium Cultural y la cada vez más excéntrica e influyente ANC, esta monopolización y manipulación de la sociedad civil que tanto ha facilitado las cosas a los próceres del nacionalismo está llegando a su fin.

Somos muchos los catalanes convencidos de que tenemos que ser nosotros mismos los que nos plantemos ante este escenario de fractura social e imposición política, seremos nosotros, los que formamos parte de la Cataluña plural que enriquece cultural y democráticamente a nuestra comunidad autónoma, los que nos hemos de articular y movilizar de tal forma que rompa con la espiral de silencio impuesta por el nacionalismo.


Pero esto que digo no es un brindis al sol, no es un grito en el silencio, no es la simple opinión de un columnista, puedo decir que algo se mueve en Cataluña, que vamos a poder ver un potente movimiento cívico que aunará los esfuerzos de muchas organizaciones sociales que luchan por la libertad y los derechos de todos los ciudadanos de Cataluña, movimiento cívico formado por catalanes de distintas sensibilidades culturales e ideológicas cuyo denominador común es no dejarse arrastrar por la pesadilla excluyente del nacionalismo y, sobre todo, por lograr una Cataluña abierta, plural y verdaderamente inclusiva.


A medida que se acerque el próximo 23 de abril  será cuando veremos la articulación de la sociedad civil catalana, creo que este es un día muy especial en Cataluña, no solo porque celebramos la festividad de Sant Jordi, una celebración centrada en lo cultural, en el libro, en la cultura catalana y, por tanto, española, cuando muchos balcones se engalanan con la bandera catalana (bandera cada vez más arrinconada por la “estelada”) y algunos (los más atrevidos) con la española, sino porque es uno de los pocos símbolos que aún resisten a la “nacionalización”, que aún es de todos los catalanes no solo de los independentistas. 
 (Periodista Digital)

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