CATALUÑA CONTRA ESPAÑA.
El conflicto lingüístico en España respira por la herida de Cataluña. Me enfrasco en la lectura de un libro apasionado, documentadísimo y polémico: Jesús Laínz, España contra Cataluña. Historia de un fraude (Madrid: Encuentro, 2014). Su autor es un veterano libertario de esta seccioncilla, rebosante de erudición y de buen humor. Una de sus tesis para abrir boca: el catalanismo (hoy independentismo) es una cuestión perfectamente española. Digo tesis porque es más que una opinión; es algo que se demuestra en el libro con multitud de documentos y estampas.
Añado que es la aplicación de un principio psicológico: no se puede luchar contra alguien sin terminar por parecerse al contrincante. Corolario de la tesis anterior: el nacionalismo catalán necesita falsificar la Historia y la realidad. Ese esfuerzo puede llegar a ser patológico o por lo menos ridículo. También sobre eso el autor proporciona documentos mil. El mito definitivo de los nacionalistas es el de introducir en Cataluña el odio a España, la que "nos roba". Gran aporía, pues Cataluña siempre ha sido parte de España y se ha beneficiado grandemente del esfuerzo del resto de los españoles.
Me corresponde resaltar el capítulo del libro que se refiere al conflicto lingüístico. Se titula "La impropia lengua propia", lo que indica que llega a su cenit la maniobra manipuladora (mejor sería pedipuladora), la falsificación de la Historia. Aquí es donde despliega el autor más conocimiento, más vivencias personales, más pasión. Acuña el término orwelliano de vaporización para señalar esa política de hacer desaparecer del pasado los hechos que no interesan al nacionalismo imperante. Vamos, que ese capítulo sobre la lengua propia me habría gustado escribirlo yo. Pero me falta doctrina.
Por eso me alegro de verlo escrito con la simpar galanura del segundo insigne polígrafo montañés. Nos hace ver que el propósito del nacionalismo vigente es un gran disparate: nada menos que excluir el castellano de la sociedad catalana, por lo menos de la vida pública. Digo disparate porque es misión imposible y porque Barcelona ha sido la capital de la edición de libros en castellano. La conclusión de que el nacionalismo lingüístico en Cataluña es una forma de totalitarismo va a merecer alguna que otra peripecia.
Añado una pequeña coda sobre mi particular visión del problema catalán. A los nacionalistas no les interesa realmente la independencia de Cataluña, no les ha interesado nunca. La han manejado siempre como un ardid para obtener privilegios del Estado español. Durante más de un siglo fue el proteccionismo económico. Hasta hace poco Cataluña ha sido la dominadora económica de España. Para lograr ese objetivo nada mejor que el chantaje del secesionismo. La táctica de hacerse la víctima consigue ventajas. Ahora mismo el gran privilegio es que una oligarquía endogámica domine el país catalán. Para ello necesitan el estandarte de la deseada independencia e incluso una nueva bandera. La consecuencia más triste es que ese nacionalismo será la ruina de Cataluña.
(Amando de Miguel/ld)
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