(Panorama de la Cataluña actual. En este maloliente contexto de 'enfermedad identitaria' pueden colar lo de 'Paises Catalanes', 'Madrit ens roba' y cualquier otra idiotez catalanista.
No trate de convencerles. Son fanáticos. Llevan muchos años de victimismo, chantaje y mentiras. Estas son sus señas de identidad.
PD. Dicho sea con gran admiración y respeto por los catalanes que como Societat Civil Catalana, y muchos otros, resisten el totalitarismo catalanista.)
LA GRAN MENTIRA.
España / Historia
La gran mentira del nacionalismo: los Países Catalanes, ese invento moderno
Día 26/02/2015 - (ABC)
El término data del siglo XIX y hace referencia a los territorios de la Corona de Aragón, que, en realidad, fue un conjunto de reinos sometidos al Rey de Aragón entre los siglos XII y XV
A pesar de la tendencia de los historiadores nacionalistas catalanes de retorcer la naturaleza "catalana-aragonesa" de la Corona de Aragón, nunca ha existido nada, en la historia medieval, y mucho menos en los tiempos modernos, que pudiera considerarse ni de lejos un embrión del Estado catalán, excepto en las imaginaciones más románticas y soñadoras», explica en uno de sus trabajos el historiador Enric Ucelay-Da Cal.
Frente a la incapacidad para encontrar un germen de nación
en la historia de este región española, la mitología romántica acuñó a
finales del siglo XIX el término Países Catalanes (o Gran Cataluña).
El primero en usarlo fue el valenciano Bienvenido Oliver, sin
intenciones políticas, para englobar los territorios de habla catalana y
sus variantes. Así, el mapa de los Países Catalanes se extiende por Cataluña –excepto el Valle de Arán–, las Islas Baleares, Andorra, la Comunidad Valenciana, la región histórica francesa del Rosellón, la zona de Aragón limítrofe con Cataluña denominada actualmente Franja de Aragón y una pequeña comarca murciana, entre otras regiones.
No en vano, lo que era una simple denominación de carácter
lingüístico se convirtió en boca de los nacionalistas en una especie de
tierra prometida. Un ente que sirve para justificar, con supuestas
raíces en la Edad Media, las actuales reivindicaciones políticas. Sin ir
más lejos, la Generalitat de Cataluña da la información meteorológica de la Comunidad Valenciana en la TV3 a través de lo que designa como «Países Catalanes». El servicio de Meteorología del Gobierno catalán, dependiente de la Conselleria de Territorio y Sostenibilidad, suele incluir a la Comunidad Valenciana junto a Cataluña y Baleares en sus mapas, con claras intenciones políticas.
La Corona de Aragón y el Reino de Aragón
Para alcanzar este mito de los Países Catalanes, los grupos independentistas tuvieron que retorcer y distorsionar la naturaleza «catalana-aragonesa» de la Corona de Aragón.
La zona que hoy corresponde a la comunidad autonómica de Cataluña
estuvo desde el siglo XII unida al Reino de Aragón y solo durante un
breve periodo fue un ente propio, incluso entonces dependiente de otros
reinos. Así, tras el colapso de la Hispania Visigoda
–que se extendía por prácticamente toda la Península Ibérica– y la
invasión musulmana en el 718 d.C, el Imperio carolingio estableció una
marca defensiva como frontera meridional con Al-Ándalus. Esto supuso la ocupación por los francos durante el último cuarto del siglo VIII de las actuales comarcas pirenaicas, de Gerona y, en el 801, de Barcelona. Este antiguo territorio visigodo se organizó políticamente en diferentes condados dependientes del rey franco.
Conforme el poder central del Imperio se debilitaba en el siglo X, los condados catalanes, que estaban vertebrados por Barcelona, Gerona y Osona, fueron progresivamente desvinculándose de los francos. En el año 987, el conde Borrell II fue el primero en no prestar juramento al monarca de la dinastía de los Capetos, pero se sometió en vasallaje al poderoso Califato de Córdoba.
En este punto, las leyendas nacionalistas sitúan erróneamente al noble Wifredo «el Velloso»
–el último conde de Barcelona designado por la monarquía franca– como
el artífice, no ya de la independencia de los condados catalanes, sino del nacimiento de Cataluña y sus símbolos.
Así ocurre con la bandera de las cuatro barras rojas sobre fondo
amarillo, que, en realidad, no fue usada por los Condados hasta la unión
con Aragón. Por el contrario, el emblema tradicional de los condes de
Barcelona fue la cruz de San Jorge (una cruz de gules sobre campo de plata).
La Corona de Aragón fue el resultado de una unión dinástica
A lo
largo del segundo cuarto del siglo XIII, se incorporaron a esta Corona las Islas Baleares y Valencia. Este último territorio, el Reino de Valencia, pasó a convertirse en un reino con sus propias Cortes y fueros.
Es por ello que los Países Catalanes –una delimitación solo
basada en la similitud lingüística– nunca existió como sujeto político
ni hay menciones a ella en las fuentes del periodo. A grandes rasgos,
los independentistas suelen confundirla con la Corona de Aragón,
pero ésta fue otra cosa: el conjunto de reinos que estuvieron sometidos
al Rey de Aragón, entre los siglos XII y XV, donde se encontraban no
solo el territorios de lengua catalana, sino también otras reinos como
por ejemplo la propia Aragón, Valencia parcialmente, Sicilia, Córcega, Cerdeña, Nápoles y los ducados de Atenas y Neopatria. Es decir, no fue la lengua el eje vertebrador de la Corona de Aragón sino la sumisión a la jurisdicción de un Rey y de una dinastía, la Casa de Aragón.
La nacionalidad no es solo una lengua
La muerte sin descendencia del Rey de la Corona de Aragón Martín I «el Humano»
en 1410 abrió una grave crisis sucesoria. Los intereses comerciales
terminaron favoreciendo al candidato de la dinastía castellana de los
Trastámara, Fernando de Antequera
–hermano del Rey de Castilla Enrique III–, quien, tras el llamado
Compromiso de Caspe de 1412, fue nombrado Monarca de la Corona de
Aragón. Posteriormente, el matrimonio de Fernando II de Trastámara con Isabel de Trastámara, Reina de Castilla, celebrado en Valladolid en 1469, condujo a la Corona de Aragón a una unión dinástica con Castilla,
efectiva a la muerte del primero, en 1516, pero ambos reinos
conservaron sus instituciones políticas y sus privilegios
administrativos (lo que el independentismo catalán designa como
«libertades»).
Con el surgimiento de las corrientes nacionalistas de finales de siglo XIX, las teorías lingüísticas hicieron las veces de elemento aglutinante –a falta de una base histórica– identificando a la nación con la lengua.
Bajo esta falsa premisa, los nacionalistas consideran que todos los que
hablan catalán o sus variantes son igualmente catalanes y conformaron
la ficción histórica de los «Països Catalans».
El error de base está en estimar que la lengua es el único elemento
definidor de una nacionalidad (con desprecio de la religión, la
idiosincrasia, la geografía, la historia, etc).
2 comentarios:
Quina llàstima que el quadre del matrimoni estigui retallat ja que sinó podríem veure que sobre Ramon Berenguer hi ha l'escut de les quatre barres i sobre Peronella hi ha l'escut d'Aragó.
Don Joan, puesto que este blog está escrito en español, debería usted escribir sus comentarios en el mencionado idioma, aunque sólo fuera por cortesía para con los lectores. Le recuerdo que las lenguas están para comunicarse, no para "identificarse".
Un saludo.
Publicar un comentario