domingo, 23 de febrero de 2020

¿QUÉ IGUALDAD?





¿QUÉ IGUALDAD?

La presentadora de TVE, Ana Blanco, en el debate de 4-noviembre 2019, dijo: ‘Esta no es una foto de igualdad’. Antes de iniciar el bloque sobre Política Social e Igualdad, criticó que ‘no es una foto de igualdad un debate con cinco hombres y ninguna mujer’.

Daremos por sentado que, en la cultura política actual, exigir igualdad igualitaria se considera lo más progresista.

¿Qué entendemos por igualdad igualitaria o igualitarismo? No hay una única opinión al respecto. Según Karl Popper, ‘el igualitarismo quiere que todos los ciudadanos sean tratados imparcialmente, sin que se tenga en cuenta su nacimiento, sus relaciones o su fortuna’.

Digamos, antes de seguir, que estoy de acuerdo con Popper. Pero no todos opinan que el igualitarismo es esto. Supondré que, en la cultura política de izquierdas, en España, se entiende por auténtica igualdad el igualitarismo numérico. Por ejemplo, la citada Ana Blanco se quejó de la falta de igualdad porque había cinco hombres y ninguna mujer en el debate. Queda la pregunta de si habría dicho lo mismo si hubiese habido cinco mujeres y ningún hombre.

Pero dejemos esto y centrémonos en el igualitarismo progresista. En este ejemplo, el igualitarismo habría sido tres mujeres y dos hombres. ¿Por qué una mujer más? Porque, desde una perspectiva de izquierdas, hay que primar a los más oprimidos y desfavorecidos. Y las mujeres, según la fuerte influencia del feminismo radical, están oprimidas por los hombres.

Otro ejemplo para confirmar el igualitarismo numérico de la izquierda, lo tenemos en las cuotas. Según El ‘Diario.es’ (21/11/2015) en un escrito que inicia con ‘A favor de las cuotas para mujeres’, ’En España, las mujeres representan menos del 10% de los embajadores, menos del 14% de los jueces del Tribunal Supremo, menos del 30% de los ministros, menos del 20% de los catedráticos, y así podríamos seguir enumerando multitud de profesiones…

  En los consejos de administración de las grandes corporaciones europeas que cotizan en bolsa, los últimos datos hablan de un escaso 18,6% de presencia femenina en media’.

El mismo periódico digital (6/10/2018) añadía: ‘Las mujeres son ya el 53% de la judicatura, pero solo el 27% de la cúpula de los órganos superiores’.

 Aunque no aclaraba si había que reducir este 53% de las mujeres jueces y pasarlo al 50%, lo que parece claro es que la izquierda entiende la ‘verdadera igualdad’ como igualdad numérica. 

Sin embargo, esta idea izquierdista de la igualdad tiene problemas. Para empezar, supone que toda desigualdad es una injusta discriminación. Por ejemplo. Pepito es un niño muy estudioso que saca brillantes notas. Pepita es una niña muy alegre que estudia poco y saca malas notas. Por tanto, esta desigualdad en las notas de Pepito y de Pepita, es una injusta discriminación. ¿Es cierto?

Claro que no. Igual que si Pepita saca brillantes notas y Pepito malas. Tampoco sería injusta discriminación. ¿Qué significa esto? Que considerar todas las desigualdades como injustas discriminaciones es absurdo, y elimina algo muy importante, el mérito. ¿Nos gustaría que Rafa Nadal ganara torneos porque es un chico muy majo? No. Admiramos su esfuerzo, su espíritu de lucha y su técnica. Entendemos que ha ganado porque ha hecho méritos para ello.

Con las cuotas pasa algo parecido. Dicho en román paladino. ‘Usted señora, no tiene méritos suficientes para ocupar este cargo, pero, como es mujer, le colocamos un sillón’. O sea, el mérito se sustituye por el hecho aleatorio de haber nacido con unos órganos sexuales u otros.

¿Significa esto que sea bueno que no haya mujeres en la judicatura, en la enseñanza, prensa, etcétera? No. Sería muy malo. Digo ‘sería’ porque en el mundo real ya hay muchas mujeres en la judicatura, en la enseñanza, en la política, prensa...

Y algo más importante. Las leyes tratan en pie de igualdad a hombres y mujeres. ¿Qué quiere decir esto? Que una mujer puede ser juez, profesora, piloto de aviación, inspectora de Hacienda, ministra y un largo etcétera. Si se lo propone. Esto sucede hoy en el mundo real. Ahora bien ¿Significa que no hay nada que mejorar? Siempre se puede y se debe mejorar.

Por ejemplo, las condiciones de partida. ¿Y eso qué significa? Imaginemos una hipotética carrera de la vida. Supongamos que todos- hombres y mujeres- estamos situados en la misma línea de salida. Pero resulta que varios de ellos no han podido desayunar, porque carecían de medios económicos. En este caso hipotético, la igualdad de salida de los participantes no sería justa. Esto quiere decir, al menos, dos cosas. Que una sociedad que se pretende justa debe hacer todo lo posible para que estas graves desigualdades de partida, u otras parecidas- que sean realmente injustas- no existan, o disminuyan drásticamente.

Y el otro aspecto importante, es asumir que una igualdad absoluta no existe, ni puede existir. Lo que más se parecería a esta igualdad absoluta, sería una sociedad totalmente militarizada en la que todos vistieran igual, comieran igual, ganaran igual, etcétera.

O sea, tenemos que entender que no todas las diferencias o desigualdades son injustas. Al contrario, ciertas desigualdades son justas porque responden a méritos merecidos. Que nunca se consiguen en circunstancias sociales absolutamente perfectas. La perfección no existe. Además, sin el reconocimiento de méritos merecidos, lo que conseguimos es el empobrecimiento de la sociedad. Moral y económicamente.

 Con el añadido de una grave injusticia. Les estamos diciendo a las jóvenes generaciones- de manera directa o indirecta-: ‘No te esfuerces. No destaques, es humillante para los demás’. La consecuencia es que millones de personas dejarían de dar lo mejor de sí mismos. Ellos se empobrecerían y, de paso, empobrecerían a la sociedad.

¿Y qué harían estos millones de personas, no acostumbradas a dar lo mejor de sí mismos y a rechazar el esfuerzo y el mérito?

Depender de la sopa boba de Papá/Estado todopoderoso, que guía a los súbditos- ya no son ciudadanos- de la cuna a la tumba. Es la igualdad progresista, que elimina cualquier diferencia porque la identifica- absurdamente- con discriminación.

Resultado: mediocridad igualitaria. Lo llaman progreso.

Sebastián Urbina. 

(Publicado en ElMundo/Baleares/23/2/2020.)

1 comentario:

SERRALLAP dijo...

ENTRADA MUY ACERTADA. AÑADO POR MI CUENTTA: EN LA DESIGUALDAD CONSEGUIDA POR MÉRITO CONSISTE EL PROGRESO