CRISIS DE LOS PARTIDOS TRADICIONALES.
El primer ministro francés,
el socialista Manuel Valls, en el verano de 2014, resume
la crisis de Francia, la crisis
de su Gobierno y la crisis de su partido, el PSF: ’’La izquierda puede morir, la izquierda puede desaparecer... Y Francia puede deshilacharse, víctima de una sucesión de crisis,
crisis económica, crisis de identidad, crisis cultural, agravando el
sentimiento de abandono que sufren muchos de nuestros compatriotas».
Valls
hizo ese análisis de la crítica situación en que se encuentra Francia
dirigiéndose de manera solemne al Consejo Nacional del PS, reunido en París, para
comentar los resultados de las
recientes elecciones municipales y europeas, que resumió brutalmente: «El PS se encuentra en su peor momento, desde
su refundación en el Congreso de Epinay, en 1971... Y la izquierda, en su
conjunto, se encuentra en su peor momento de toda la historia de la V República».
Valls continuó su análisis
haciendo una seria advertencia: «Nuestro país puede deshacerse y entregarse a
Marine Le Pen en la segunda vuelta de las próximas
elecciones presidenciales».
A diferencia de ‘nuestros’ socialistas,
Manuel Valls, primer ministro de Francia, ha dado muestras de inteligencia. Por
supuesto, hay honrosas excepciones en la izquierda española. Sin embargo, lo
habitual es que muchos socialistas proclamen que quieren gobernar España sin
necesidad de apoyos. Como si no pasara nada. Aunque también están dispuestos al ‘abrazo del
oso’ con Podemos. O sea, tocar algo de poder al precio que sea. En fin, los principios.
En España no tenemos una
Marine Le Pen, al que Valls hace referencia con profunda preocupación. Dado que
somos uno de los países más progres de Europa, en vez de Marine Le Pen tenemos
a Pablo Iglesias, un vendedor de crecepelo. Se ve que lo nuestro es Cuba y Venezuela ‘a la europea’.
Estamos
inmersos en una grave, múltiple y compleja crisis. Y la izquierda realmente
existente, forma parte del problema, a menos que cambie radicalmente. Esto es
lo que Manuel Valls detecta. Sin embargo, inasequibles al desaliento, nuestros
socialistas repiten las mismas fórmulas de siempre. O sea, ‘cambio’, ‘volver a
nuestro espacio’, ‘primarias’, ‘federalismo’, refundación’, ‘más derechos’,
‘cambio del cambio’, etcétera. Es decir, nada con sifón.
El
éxito, por ahora, de ‘Podemos’ se entiende si existe un sector de la población
que, además de la crisis y la corrupción, cree en milagros. En este sentido, hay
que reconocer el enorme daño que ha hecho la LOGSE en las entendederas de mucha
gente. Por no hablar de la Universidad. Recordemos que desde 1978, todas las
leyes educativas han sido socialistas, excepto la reciente reforma Wert.
El
apoyo entusiasta a ‘Podemos’, por parte de millones de españoles, es un ejemplo
de los tóxicos efectos de una enseñanza nefasta. Porque no basta la crisis, la
corrupción y la indignación para caminar alegremente hacia el suicidio político.
Se precisa, además, inmadurez política, o fanatismo. O ambas cosas. Pero ¿qué
podemos esperar de una sociedad que votó, ¡por dos veces!, al líder planetario
Zapatero?
El
Partido Popular de Mariano Rajoy es un partido de gestores acomplejados y socialdemócratas
de derechas. Incluso con mayoría absoluta, Rajoy no se ha atrevido a aplicar la
política de su propio partido. Las encuestas anuncian que en las próximas
municipales y autonómicas de Mayo de 2015 sufrirá un varapalo. Si esto sucede,
será una muestra de madurez del electorado. Porque Rajoy, dejando aparte la
discutible manera de afrontar la recuperación económica, machacando especial e implacablemente
a las clases medias, ha seguido
financiando sin condiciones- con dinero de los españoles- el separatismo
catalanista de Artur Mas, ha seguido la doctrina Zapatero en el caso del
asesino Bolinaga y otros, no ha despolitizado la justicia, y ha incumplido sus
promesas electorales en la cuestión del aborto. ¿Qué habría hecho sin mayoría
absoluta?
El
que Mariano Rajoy y el Partido Popular apelen al ‘miedo’ ante el éxito, por
ahora, del partido neocomunista de ‘Podemos’, muestra la pobreza ideológica de
un partido que representa- mal- a la derecha española. Y no es que los neocomunistas
de ‘Podemos’ no den miedo. Si gobernaran convertirían a España en la Venezuela
de Europa. Por otra parte, aceptemos que el PP gestiona la cosa pública mejor
que los socialistas. Pero, aunque sea muy importante, no sólo de pan vive el
hombre. Y el PP aparece ante la opinión pública como el partido de ‘la prima de
riesgo’. ¿Cuándo se ha visto a Rajoy debatir- o hablar- públicamente de cuestiones
políticas conflictivas y fundamentales? Nunca.
En lo único que discrepo de Manuel Valls es en su afirmación de que
Francia puede deshacerse y entregarse a Marine Le Pen en la segunda vuelta
electoral. Francia hace tiempo que se desvanece. Lo anuncia Houllebecq en su
novela ‘Sumisión’. Houellebecq pronostica, para 2022, una Francia con un
presidente de un partido islamista. Aunque no se cumpliera la profecía, el hecho
de que se pueda hablar seriamente de este cambio histórico es una muestra de
que Francia hace tiempo que se está deshilachando. ¿O creen que es casualidad que Oriana Fallaci
llamase ‘Eurabia’ a Europa?
Por no hablar de España. Ahora que empezamos a recuperarnos, algunos quieren revivir el ‘soviet bolivariano’, votando a ‘Podemos’. Como dijo Winston Churchill: ‘Cada pueblo tiene el gobierno que se merece’. Y yo añado: ‘Si puede elegirlo’. Pues eso.
Sebastián Urbina.
(Repetición. Publicado en El Mundo/Baleares/6/Marzo/2015.)
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