La baja autoestima de España
Bieito
rubido.director de abc - Día 29/03/2015 – (ABC)
Uno de los lugares más seguros
del mundo, por ejemplo, es España. El quinto. No llegan al centenar los asesinatos registrados aquí cada año. Quedan
lejos de las 9.000 muertes violentas de Estados Unidos. Y aún más de los 25.000
homicidios de Venezuela. Apenas el diez por ciento de los españoles poseen
armas, la mayoría por su afición a la caza.
Tan sólo Japón nos supera en
esperanza de vida: somos el segundo país con la población más longeva. Más años y de mejor calidad. La mortalidad infantil
es la tercera más baja de todo el concierto internacional. El secreto radica,
en buena medida, en una excelente asistencia sanitaria, que sigue siendo
gratuita y universal.
Lo constata otro ranking mundial: España es la
octava nación que más porcentaje del PIB destina al mantenimiento del Estado
del bienestar, por delante de Alemania o Estados Unidos. Un dinero que
saben transformar en salud profesionales altamente cualificados, que convierten
nuestra medicina en puntera; y también es modélica en ámbitos como la donación
de órganos. Gracias a la ciencia y a la solidaridad ciudadana, lideramos a
nivel mundial las estadísticas de trasplantes de órganos, una segunda
oportunidad para la vida que no distingue extracción social ni conoce límites
regionales.
Es cierto que en Educación también vamos primeros, pero en fracaso
escolar. A lo largo de la última
década, se ha duplicado el presupuesto destinado a esta área: nada menos que
21.000 millones de euros, una de las cifras más altas entre los miembros de la
OCDE. El problema de la enseñanza en España no es de dinero, sino de
modelo. Así lo ha constatado el mismo organismo encargado de las pruebas PISA,
esas en las que tan malparados salimos siempre.
Los euros no se nos van en armas. Somos el miembro de la UE, junto con Luxemburgo, que menos dedica a
sus ejércitos. Y el 80 por ciento de esa partida se va en atender las
nóminas de 120.000 profesionales. Apenas mil millones para que funcione
Defensa. Es probable que esta cuantía sorprenda por escasa. Pero los números no
engañan, y conviene fiarse de ellos más que de sus intérpretes. En el momento
actual de España resulta habitual la falsificación de los datos. Se tergiversan
con demasiada impunidad, y con una postura muy poco honesta.
Cifras tozudas que avalan nuestras letras: contamos con un idioma de uso universal, hablado
por cerca de 500 millones de personas. Sólo en México lo emplean 115
millones de ciudadanos, y es la primera lengua para 70 millones de hablantes en
los Estados Unidos. Poner precio a este caudal es imposible, entre otros
motivos, por colosal. Estar unidos por la palabra multiplica las oportunidades
del hombre.
También superar las distancias físicas; somos el segundo país con mayor
implantación de vías de alta velocidad, unos 3.000 kilómetros. Y la tercera potencia turística mundial.
Gustamos. Nos visitan aquí, pero también nos requieren allá: casi el 40 por ciento de las grandes obras
públicas mundiales están siendo construidas por empresas españolas. 300
millones de usuarios reciben el servicio de Telefónica y las dos principales
entidades bancarias españolas lideran la zona euro e Iberoamérica; sin olvidar
que la primera multinacional de la moda del planeta tiene su sede en La Coruña o
que conservamos el segundo mayor patrimonio histórico-artístico de todo el
mundo. Por no hablar de los éxitos deportivos de la última década.
Esta es la realidad del lugar donde vivimos. Es una realidad brillante. Luminosa. Prometedora. Una
historia que no merece ser enturbiada ni manipulada por frustraciones
personales. En todo tiempo y en toda sociedad, aun en los mejores
contextos, existe gente postergada, insatisfecha o fracasada. No reduzcamos la
visión global al territorio de lo individual, al menos no en este análisis.
Obremos y opinemos con justicia.
¿Qué ocurre en España para que los españoles odiemos incluso a nuestro
país? ¿Qué extraño sortilegio se
guarece en el alma de los habitantes de esta vieja nación para que no existan
autoestima ni orgullo de pertenencia? La autoestima es el resultado de la forma
en que interpretamos nuestra historia y proyectamos nuestro futuro. Las causas
de nuestro desapego colectivo transitan desde el desmoronamiento de un imperio
colosal a lo largo de siglos hasta un proceso de años de deterioro y derrotas,
junto con la desgarradora Guerra Civil. Hasta llegar al presente, en el que
concurren nuevos factores objetivos. Me atrevo a apuntar alguna posible
causa:
La irrupción de los nacionalismos
vasco y catalán no ha ayudado en absoluto al aprecio de los españoles por sí
mismos. Nunca han sido más
beligerantes que ahora. Han construido su superioridad sobre el resto de España
retorciendo la Historia y despojando nuestro pasado de todo rasgo de grandeza. Es
más, han demonizado todo lo que tiene que ver con España y los españoles para
justificar su desapego e incluso su ataque al Estado y a sus estructuras.
La Guerra Civil abrió heridas de muy difícil cauterización. Cualquiera de los dos bandos podría helarnos el
alma, como lamentó Machado. Fue en la primera mitad del siglo pasado cuando se
hicieron trizas cualquier incipiente orgullo patrio y la posibilidad de
edificar un futuro compartido.
El período franquista sirvió para
que tanto la izquierda interior como la exiliada cargasen contra nuestro país
para presionar al régimen. Esa izquierda, que se sentía moralmente superior,
fue ridiculizando, por ideología o por mera contraposición, los símbolos de
nuestra grandeza, que el régimen quería recuperar. Así, El Cid quedó en un
mero cazador de recompensas, la Reina Isabel no se lavaba, Felipe II fue
recordado como un monarca oscuro, y la cultura española fue despreciada. Aquella
izquierda no logró acabar con Franco, pero casi termina con cualquier vestigio
de orgullo patrio.
La transición iniciada en los setenta pretendió restaurar ese
patriotismo, pero el complejo del
PSOE, reconocido por sus líderes, relegó nuestros símbolos a un bochornoso
segundo plano, que lastra cualquier intento de catarsis emocional. El
empeño que en ello puso Zapatero encontrará difícil indulgencia por parte de la
Historia.
La clase dirigente actual se ha demostrado incapaz de dibujar un
futuro en el que podamos proyectar nuestros valores y nuestra dignidad como
gran nación. Es difícil construir sobre un pasado dilapidado. Complicado
también vislumbrar un mañana al que no nos atrevemos a asomarnos porque nos
avergonzamos, inexplicablemente, de España y de ser españoles. Nos queda la esperanza de que las jóvenes
generaciones miren a su país con ojos más limpios que los de sus abuelos.
6 comentarios:
Creo que España es una gran nacion con un potencial increíble que algunos se han empeñado en negar y destrozar sembrando mala hierba, emponzoñando una historia común y muy antigua y mintiendo por intereses pequeños y personales. Nos ponen a los pies de los caballos una pandilla de pequeños hombres y hombras. Hacen de España la arena donde juegan intereses de otras potencias ante nuestra impotencia.
Nos están robando en nuestra cara, en primer lugar los políticos y no me refiero a dinero, y después los saqueadores de otros lugares que están encantados con la división y pescan en río revuelto. Divide et impera.
Para sentirse orgulloso de España, lo primero es no incentivar el odio desde las mismas escuelas. Que más quisieran otros paises tener la mitad de logros o azañas con la que cuenta España, pero la ignorancia es mucha. Son sobretodo personas desagradecidas que de seguro que si les dejaran cambiar la bandera y el nombre a este mismo pais, obligarian a todo el mundo arrodillarse ante el.
VIVA ESPAÑA y el que no se sienta orgulloso que tenga al menos la vergüenza de no hablar de lo que no sabe o tanto ignora.
¡Muy bueno! Me lo llevo a mi blog, citando mediante link la autoria y procedencia, naturalmente.
Salud.
Gracias. Que se expanda al máximo.
http://hispanoamericaunida.com/2015/03/28/dr-julio-carlos-gonzalez-para-unir-a-hispanoamerica-necesitamos-organizar-a-las-fuerzas-del-pensamiento/#more-3842
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