domingo, 9 de noviembre de 2008

MEMORIA HISTÓRICA

MEMORIA HISTÓRICA.

Elmanifiesto.com

En tal día como este 7 de noviembre, la ciudad cordobesa de Cabra fue bombardeada en 1938 por la aviación de la República. Era un lunes, día de mercado, lo que hizo aumentar el número de víctimas: 101 muertos y más de 200 heridos. ¿Constituía la ciudad de Cabra un objetivo militar? No. ¿Estaba situada Cabra en las proximidades del frente? No, estaba muy lejos. ¿Se conocen las razones de tal brutalidad? No, se ignoran por completo.
Hasta tal punto se ignoran los motivos del bombardeo que uno se pregunta… si no sería por celebrar el día 7 de noviembre, aniversario de la revolución soviética, de la cual procedían, por cierto, los tres aviones Katiuska SB-2que sembraron la muerte aquella fría mañana de noviembre.

En el vídeo que publicamos se puede medir todo el horror de la masacre. Sobra por tanto cualquier otro comentario. No nos ensañemos, por favor, con lo que, setenta años después, convendría, desde un lado y desde el otro, cerrar una vez por todas.
Pero están empeñados en no cerrarlo, en seguir echando sal y más sal en la herida (pregúntenselo, si no, al juez Garzón, que acaba, por cierto, de recibir un primer revés en la Audiencia Nacional; algo es algo, aunque sea poco).
¿Quiénes están empeñados en mantener abierto un conflicto del que pronto ya no quedará vivo ni uno solo de sus combatientes? Sólo está empeñada en tal locura una fracción, es cierto, de la sociedad española —pero llevan la voz cantante— identificada ideológicamente con el bando de quienes perdieron la guerra.
Por ello no toca más remedio que recordar hechos como el de Cabra.
¿Recordarlo?… No, darlo a conocer, pues la masacre cometida en Cabra es casi totalmente desconocida por la opinión pública española, y ya no digamos por la internacional. Exactamente todo lo contrario de lo que sucede con el bombardeo de Guernica, igual de condenable, ni que decir tiene, que el otro, y cuyas víctimas (tan inocentes como las de Cabra) alcanzaron una cifra muy parecida a los muertos de la ciudad andaluza.
Lo que pasa es que ni había en el bando nacional un Picasso, ni se caracterizaron sus propagandistas por la habilidad que siempre han mostrado los de la República, o por la desfachatez con la que los apologistas de Guernica elevaron a miles las cifras de víctimas.

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