LA LIMPIEZA ÉTNICA NACIÓ EN UN SEMINARIO.
Munilla se encuentra entre los numerosos aspirantes a sacerdotes que tuvieron que completar su formación lejos de San Sebastián por la «limpieza» de Setién
La corriente nacionalista que en estos momentos invade la Iglesia guipuzcoana nació en un seminario, el de San Sebastián, bajo la era Setién, que hizo todo lo posible, y lo consiguió, para que todo aquel aspirante vasco a sacerdote que no conociera el euskera tuviera que emigrar. Uno de estos vascos obligado a completar su formación fuera de su tierra vasca fue José Ignacio Munilla. El ex nuncio de Su Santidad, monseñor Laboa, de Pasajes, que paseó su alma vasca por medio mundo, llegó a decir que, según la interpretación evangélica de José María Setién, una personalidad de la envergadura de San Pablo no hubiera podido, primero, prepararse, y, después, ejercer el sacerdocio en Guipúzcoa por la sencilla razón de no saber euskera.
El caso es que Munilla pudo completar su preparación para el sacerdocio en Toledo, mientras que el seminario de San Sebastián, un enorme edificio ubicado a las faldas del monte Igueldo, corría serio peligro de ser allanado por los «okupas». En efecto, la falta de vocaciones registrada en Guipúzcoa no pudo ser suplida por aspirantes a sacerdote procedentes de otros puntos de España y el seminario quedó vacío.
Pero muchos de aquellos curas que se formaron en San Sebastián bajo directrices de Setién responden al perfil de militante nacionalista integrado en las corrientes más ortodoxas. Defienden la autodeterminación del pueblo vasco como dogma de fe; abogan por la negociación Gobierno-ETA como un acto de justicia, en la que «ambas partes» deben ceder para hacer posible el acuerdo. La factoría Setién crea personajes como el arcipreste de Irún, que cobijó en la sacristía a dos pistoleros del «Vizcaya» antes de que cometieran una matanza en Santander. O como el cura de Oyarzun que comparó a un etarra muerto con Jesús Crucificado. (ABC/JP)
3 comentarios:
Menos mal que la iglesia es algo más que estos curas sinvergüenzas y equidistantes. Que una cosa es poner la otra mejilla, y otra permitir la limpieza étnica.
Recuerdo la historia de un cura en un campo de concentración que, al acercársele otro cura y preguntarle qué hacía ahí dentro respondió diciendo que la pregunta es qué hace usted ahí fuera. No se puede ser equidistante con víctimas y verdugos. Y, desgraciadamente, una parte la iglesia vasca no sólo estaría fuera del campo de concentración, sino metiendo gente dentro.
Estos tipos son una vergüenza para la Iglesia.
Lo que yo me pregunto, y reprocho es ¿por qué la Jerarquía católica calla?
¿Por qué la Conferencia Episcopal no hace un comunicado poniendo las cosas en su sitio?
Soy católica. Y recuerdo las palabras de la Biblia: Dios dijo: A los tibios los arrojaré de mi boca.
¡ Pues espero Dios que lo haga!
Muy buenos los dos comentarios. Gracias.
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