domingo, 24 de abril de 2011

RESPETO





¿RESPETAR LO IRRESPETABLE?


Me han llegado mensajes de gentes de izquierda escandalizadas de mi "odio" a Rodríguez y mi falta de un elemental respeto, al haberle tachado de "mamarracho indecente". Hagamos algunas puntualizaciones.

  1. Yo no odio personalmente al personaje, empezando porque no lo conozco ni lo deseo. Hablo de él como político, uno de tantos de ahora, empezando por Rajoy. O como los republicanos que tan bien describe Azaña: idiotas o botarates irresponsables y al mismo tiempo listillos, hábiles en las tretas de la demagogia barata. Con la peculiaridad de que Rodríguez es un iluminado que se cree el salvador de las mujeres, un perturbado capaz de preguntar a su madre en el lecho de muerte: "Mamá, ¿crees que seré presidente?". Y de contarlo.
  2. Yo odio, aunque tampoco es la palabra, su obra, la siniestra herencia que deja: casi cinco millones de personas en paro, un separatismo rampante cada vez más audaz, unos premios a la ETA que han corroído la democracia, el estado de derecho y la unidad nacional; una salud social (índices de delincuencia, fracaso escolar, fracaso familiar, droga, población penal, prostitución, aborto, etc.), mayores que nunca; supeditación a la política francesa contra nuestros intereses; belicismo contra un país como Libia, que no nos perjudicaba en nada, en contraste con su apoyo a un genocida e invasor como Sadam, y luego al terrorismo islámico en Irak; un resurgir deliberado y subvencionado de los odios rancios que sepultaron a la república, y de un anticristianismo cuyo carácter genocida quedó bien de relieve en la guerra civil; un retroceso de las libertades y sobre todo de la independencia judicial, etc.
  3. Decía Cambó con respecto a la situación creada al final de la Restauración por unos politicastros semejantes a los de ahora: "Nadie sentía respeto por un gobierno que, evidentemente, no era respetable". El respeto es un bien económico, es decir, escaso: si usted respeta lo que o a quien no es respetable, como ahora Rodríguez (o Rajoy), pierde inevitablemente el respeto a lo que y a quienes sí lo son.
  4. En democracia conviene el respeto político. Pero cuando se traspasan ciertos límites, y Rodríguez los ha traspasado brutalmente, el respeto es negativo.
  5. Cabe destacar la inmensa hipocresía de la izquierda, que impuso desde Alfonso Guerra un lenguaje insultante, soez y calumnioso contra la derecha (¿damos un repaso a sus bellaquerías?), y ahora se hace la damisela ofendida porque se le aplica algo de su propia medicina. En fin, esa hipocresía es también una herencia del mamarracho indecente. (Pio Moa/ld)

4 comentarios:

Dr. Iglesias dijo...

200 niños objetos de abusos sexuales en Benghazi. Levantamiento masivo en Tobruk y Bengazi contra los rebeldes. Ver en:

http://aims.selfip.org/~alKvc74FbC8z2llzuHa9/default_libia.htm

Aurora dijo...

Oiga... he entrado ahí,en esa dirección, y estoy fascinada. Es como una casa de orates grandilocuente, pontificante y apocalíptica.

¡Madre! ¡Que sarta de lugares comunes!

Me recuerda aquellas asambleas de los años 60, cuando yo andaba por la Complutense y los iluminados de izquierdas, se subían a la tarima (en ausencia del profe, claro) y nos adoctrinaban: ¡Compañeros! Los fascistas vuelven a la carga! Pero nosotros resistiremos!

Es el mismo lenguaje, las mismas descalificaciones... he vuelto 40 años atrás.

Recuerdo aquellas cuestaciones de los progres declarados y reconocidos, "para pagar la fianza del Tribunal de Orden Público a unos compañeros de Filosofía que están detenidos"... y todos echábamos unos durillos. Y otro día "para unos compañeros de Medicina, que los detuvieron ayer"... y hale! más durillos...y así un día si y otro también.

Hasta que un día,¡infeliz de mí!, se me ocurrió preguntar: Oye, y ahora que ya han soltado a los de Filosofía, y ya les habrán devuelto la fianza, ¿no llega con ese dinero para pagar la fianza de los de Políticas?

Repito, ¡infeliz de mí!, me miraron con sorpresa primero, con odio después, y por fín pronunciaron mi sentencia: ¡FACHA!!!

.... Y desde entonces, para todos los progres yo soy facha... y yo añado, "pero no tonta"

Pues algo así, oiga, los comentarios que acabo de leer me han transportado a aquellas arengas de asamblea que precedían a la cuestación de turno.

¡Tiempos aquellos!

Sebastián Urbina dijo...

Es que usted, Aurora, quiere enterarse de todo.

Juan Luis dijo...

LA PERTURBACION DE ZAPATERO.
Desconocía la anécdota que refiere Pío Moa sobre Zapatero, pero no me la creo. Y menos aun si procede de una confesión propia, porque Zapatero no dice una verdad ni delirando. Ahora bien, la farsa resulta, cuando menos,
delirante. ¿Es concebible que, con tu madre a las puertas de la muerte, más que de brindarle consuelo, la importune un hijo con una pregunta para augures, astrólogos, oráculos o pitonisas? Francamente, salvo que la señora tuviese acreditadas dotes de tal, juzgo inimaginable la situación, dado el contexto. Simple patraña, trola, ficción, mentira.

También mintió Zapatero cuando, se supone que intentando consolar a la viuda de una víctima terrorista, le dijo: «Comprendo su dolor. Yo también perdí a mi abuelo en la Guerra Civil». Zapatero no había nacido aún cuando murió su abuelo y, por lo tanto, no pudo experimentar ningún sufrimiento personal por la pérdida de un ser querido. Jugó por lo tanto a manipular sus sentimientos y se embarró en el lodazal de sus mentiras. El dolor tiene historia, y tiende a declinar o mitigarse con el paso del tiempo, pero lo que pretendía hacernos creer este escabroso personaje es que la intrahistoria del dolor podía retorcerse hasta su inversión, haciéndolo más intenso cuanto más distante del hecho que lo provoca. En definitiva: impostura, apariencia o mentira, como todo lo que rodea a este reptilíneo, sinuoso y esperpéntico sujeto, que probablemente acabará siendo objeto de estudio en los manuales de Sicología. Quizá, con cada una de las letras de su apellido se acabe componiendo un decálogo nemotécnico que agrupe todas las perversiones a evitar en la vida pública, porque de la privada haga cada cual de su capa un sayo.