SE VA EL FAISÁN.
No quiero hablar de los detalles. Lo que importa es que se va. Mejor o peor en términos de análisis político, mejor o peor para los criterios de Botín. Bueno para todos los españoles y para toda la clase política, que se ve repentina e inesperadamente saneada, expulsado de su maltrecho organismo este cuerpo extraño a la nación cuestionable y cuestionada que, desde hace siete años y quince días, amenaza con ser desencadenante de gangrena. La retirada del malvado presidente de la sonrisa es una esperanza de vida nueva, la que sea.
No se retira él solo, va con el jodido bebé el agua sucia de lo que se pretendía régimen con aires de eternidad. El vicepresidente, ministro universal que igual negocia con ETA que viaja a Marruecos a pedir perdón por lo que hayamos hecho o vayamos a hacer, el todopoderoso y mentiroso Rubalcaba, se desvanece del panorama político junto con el hombre al que quería sustituir. El Faisán no ha sido pieza menor en los cálculos previos a esta jugada, a esta derrota. A menos, claro está, que los socialistas quieran más que nada en el mundo pegarse un tiro en el pie, justo ahora, cuando acaban de sacar la carabina, y entonces lo elijan secretario y candidato. Sería una justa culminación, demostrativa del estado moral de la izquierda española, pero no les daría una ventaja electoral.
Aunque es posible que ese deterioro del partido del gobierno, esa tendencia tanática que vienen demostrando desde hace tiempo, les lleve a decisiones tan locas como proponer a Carme Chacón —que tanto contribuyó, en las manipulaciones internas socialistas, a poner en el puesto a Zapatero, y que hizo del ejército español lo que hizo, y que no puede quitarse como una chaqueta un pasado nacionalista y, definida y explícitamente, antiespañol— para la doble candidatura a la secretaría general y el gobierno. Bueno, allá ellos, que cuanto peor elijan, mejor. Que coloquen allí personajes imposibles, que se están matando a codazos para ser los primeros en salir cuando se abra la gatera.
Es una buena noticia para el PP de cara a las municipales y autonómicas, lo de tener delante un enemigo acéfalo o, tal vez, tricéfalo, con un mandamás liquidado, un segundo sospechoso de colaboración con banda armada, y quizás una tercera que sigue los consejos de su marido, el mismo que aconsejaba a Zapatero hace ocho años.
No piense nadie que lo que acabo de decir refiere a detalles. Sólo he apuntado tendencias. Los detalles —quién o quiénes lo presionaron lo bastante, si él mismo llegó a la conclusión debida o si lo traicionaron los más próximos— no importan. Yo no brindé con cava cuando murió Franco, ni lo voy a hacer ahora porque se marche este idiota tóxico, pero, como recuerdo el modo en que cambió el aire aquella mañana de 1975, sé que la transformación atmosférica de hoy es realmente notable. Yo respiro más tranquilo. ¿Usted no?
(Horacio Vázquez Rial/ld)
1 comentario:
La que a mi me sonaba era aquella de "Se va el caimán, ..."
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