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martes, 8 de enero de 2013
MUJERES MARAVILLOSAS
(Oriana Fallaci, una gran mujer. Inteligente, valiente, gran periodista, comprometida con la libertad y la dignidad de las personas. El mejor homenaje que pueden hacerle es leer sus obras. No se arrepentirán. Descanse en paz.)
MUJERES MARAVILLOSAS.
Dos días de entrevista utilizó el New Yorker para conocer y discutir los últimos puntos de vista de Oriana Fallaci, prácticamente recluida en su lujoso apartamento de Nueva York, donde recibe insultos y demandas judiciales pero también testimonios de cómo las mujeres más avanzadas de Irán se pasan en fotocopias sus libros arriesgando duras penas de cárcel por hacerlo. Y la autora del "La Rabia y el Orgullo" (pdf) no defraudó en esos "encuentros incendiarios", como los denomina la redactora de la mítica revista neoyoquina en un largo reportaje que refleja la contundente personalidad de la periodista italiana.
Desde el islamismo como un nuevo "nazi-fascismo" que está convirtiendo a Europa en una "colonia del Islam" hasta unos durísimos ataques contra los mexicanos y sus manifestaciones reivindicativas en Estados Unidos, Fallaci desgrana sin ninguna reserva retórica sus opiniones sobre una Europa bajo la "invasión" de "niños y barcos" en lugar de "tropas y cañones", o sobre la "humillación" de tener que elegir en su país entre "two fucking idiots" como Berlusconi y Prodi, quienes permitirán la construcción de "un minarete de veinticuatro metros de altura en el paisaje de Giotto" dentro de una Europa atacada por los atentados terroristas islamistas y en la que se cometen asesinatos 'por honor' de jóvenes musulmanas.
No sentaron nada bien a Oriana Fallaci las manifestaciones reivindicativas de los emigrantes latinos en Estados Unidos de las últimas semanas. De hecho, la "disgustaron", en especial cuando vio a los manifestantes ondeando banderas mexicanas. "No me gustan los mexicanos", afirma Fallaci en una opinión parcialmente heredera de las heridas por bala que recibió durante las revueltas de 1968 en México pero dejarse influir aparentemente por cómo los propios estudiantes mexicanos la protegieron de la policía, como ella misma escribió en testimonios que recuerda el reportaje del New Yorker.
En cualquier caso, su opinión sobre los mexicanos en general parece haber cambiado de forma radical con las banderas mexicanas en las calles de Estados Unidos. "Si me apuntaras con una pistola y dijeras: "Escoge quién es peor entre los musulmanes y los mexicanos", yo dudaría por un momento. Y entonces elegiría a los musulmanes porque ellos me tan tocado los huevos", afirma la periodista italiana.
Sin embargo, la artillería de más grueso calibre de Fallaci se dirige a los musulmanes en general, entre quienes no admite diferencias entre radicales y moderados. En una larga respuesta a una entrevista previa realizada por correo electrónico, Fallaci afirma: "El nivel de tolerancia (sobre los musulmanes en Europa) ya se sobrepasó hace quince o veinte años, cuando la izquierda permitió que los musulmanes desembarcaran en nuestras costas por miles. Y es bien sabido que no acepto esa falsedad del denominado "Islam moderado"".
"No creo que existan un Buen Islam y un Mal Islam", continúa. "Sólo existe el Islam. Y el Islam es el Corán. Y el Corán dice lo que dice. En cualquier versión. Por supuesto, hay excepciones. Además, teniendo en cuenta el cálculo matemático de probabilidades, algunos musulmanes buenos deben existir. Es decir, los que aprecian la libertad, la democracia y el secularismo. Pero, como digo en (mi tercer libro) "El Apocalipsis", los buenos musulmanes son pocos. Tan desgraciadamente pocos que, de hecho, tienen que andar por ahí con guardaespaldas".
"Yo soy conocida por una vida empleada en la lucha por la libertad, y la libertad incluye la libertad de religión", dice en otro momento la periodista italiana. "Pero la lucha por la libertad no incluye la sumisión a una religión que, como la musulmana, quiere aniquilar a las otras religiones. Lo que quiere es imponer su "Mein Kampf", su Corán, en todo el planeta. Es lo que ha hecho durante mil cuatrocientos años. Es decir, desde su nacimiento. A diferencia de cualquier otra religión, (el Islam) masacra y decapita o esclaviza a todos los que viven de forma diferente".
"(Los musulmanes en Europa) viven a nuestra costa, porque tienen escuelas, hospitales, todo. Y quieren construir sus malditas mezquitas por todas partes", añade Fallaci, con especial referencia a la mezquita prevista para una localidad cerca de Siena. "Si estoy viva, iré con mis amigos de Carrara “ya sabe, de donde es el mármol. Son todos anarquistas. Con ellos, cogeré explosivos. Te haré saltaaaar por los aires... ¡La volaré! Con los anarquistas de Carrara. No quiero ver esa mezquita. Está demasiado cerca de mi casa en la Toscana. No quiero ver un minarete de veinticuatro metros en el paisaje de Giotto. ¡Cuando ni tan siquiera puedo llevar una cruz o una Biblia en su país! ¡Así que LA VOLARÉ!".
La redactora del New Yorker recuerda cómo Oriana Fallaci ha descrito despectivamente a España como demasiado tolerante con los emigrantes musulmanes porque "demasiados españoles aún tienen el Corán en la sangre". Hablando ya en general sobre los musulmanes en Europa, Fallaci recuerda a la revista neoyorquina cómo "ellos rechazan nuestra cultura, en pocas palabras, tratan de imponer su cultura, su denominada cultura, sobre nosotros".
"Les rechazo, y esto no es sólo por un deber hacia mi cultura, hacia mis valores, mis principios, mi civilización. No es sólo una obligación hacia mis raíces cristianas. Es mi deber hacia la libertad y hacia la luchadora por la libertad que he sido desde que era una niña pequeña luchando como una partisana contra el nazi-fascismo. Ninguna hipócrita tolerancia. Y los que no entienden esta simple realidad están alimentando el suicidio de Occidente". (Enfemenino.com)
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2 comentarios:
Sí. Creo que es una de las más maravillosas mujeres que se hayan dado. La descubrí en “La Vanguardia Española” (entonces aún se llamaba así), cuando ella ejercía de corresponsal de guerra en Vietnam, escribía unos fascinantes artículos sobre aquella desigual pelea y yo devoraba los libros de Wilfred Burchett (Saigón bajo las bombas, La segunda resistencia… Léanlos si los encuentran), el primer periodista que entró en Hiroshima después del bombazo.
La llevaré siempre en el corazón.
Perdón por el error: se trata del libro "Hanoi bajo las bombas", que no "Saigón..."
Por otra parte, cuando decía que se trató de una pelea desigual, no exageraba:los americanos no contaron con un general como Vo Nguyen Giap ni tenían un pueblo de tipos escuchimizados y tuberculosos pero capaces de excavar túneles por todo su subsuelo, entre otras proezas.
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