lunes, 23 de febrero de 2015

VOX, LA DERECHA








VOX, LA DERECHA

Una fantasma recorre Europa desde hace décadas, hijo legítimo de la nueva dictadura, la de la corrección política, nieto del consenso relativista y biznieto del fin de las ideologías. 

El retoño de ese fantasma ha mutado curiosamente en España, donde ha triunfado todo lo que ha triunfado en Europa pero con una variante: la derecha ha desaparecido del mapa político, de los parlamentos e incluso de las políticas de los gobiernos de los partidos hasta ahora ubicados a la derecha.

La mutación ha tenido éxito, incluso el mismo término de derecha ha desaparecido de las denominaciones de esos partidos. A tal extremo ha llegado esa anomalía en la democracia española que, de los seis primeros partidos del país, según todas las encuestas, ninguno, absolutamente ninguno, acepta la etiqueta de derecha ni para definir al todo ni para definir a parte de sus miembros

El comunismo disfrazado de Podemos, los socialistas, la izquierda hundida de Garzón, la transversal UPyD, el centrorreformismo del PP, el centroizquierda y el socialismo democrático que expresamente reivindica Ciudadanos de Cataluña…: ninguno se proclama de derechas. Tan retorcida se ha hecho la tara española que muchos de los traicionados por Rajoy, la derecha social, busca refugio en un partido como Ciudadanos, que, repito, expresamente se sitúa en el centroizquierda.
Seis partidos, ¡seis!, y ninguno es de derechas. No viene a cuento analizar ahora esa tara española ni sus orígenes, que bien podríamos encontrar en el tardofranquismo y en su obsesión tecnocrática, así como en el complejo de culpa histórico de la derecha política. Pero sí viene a cuento hablar de la importancia de las etiquetas. Muchos son los que piensan que son clasificaciones del pasado, y podrían no estar desacertados.

 Pero mientras haya quien llame a la izquierda habrá de existir quien llame a la derecha. Porque por la vía de renunciar a la etiqueta, el centrorreformismo gobernante e irrelevante de Rajoy ha renunciado también a hacer política, a sus ideas y a sus valores, para dedicarse únicamente a la gestión y conservación del nefasto legado zapateril. No hace falta a estas alturas enumerar esos incumplimientos de programa y esas traiciones porque la traición ha sido integral. La traición lo ha sido a todo y a todos.
Y como no son tiempos ni hay tiempo para lamentarse ni para lamerse las heridas, basten estas líneas para decir que Vox no tendrá miedo, ni complejo ni vergüenza para construir esa casa común de La Derecha, en la que podrán y deberán convivir, en tensión, liberales y conservadores, patriotas y democristianos, empresarios y empleados, etiquetados y desetiquetados. Pero, sobre todo, en la que deberemos convivir los que no queremos para España ni las fórmulas ruinosas y liberticidas del socialismo, ni el separatismo, ni la disgregación autonómica, ni la desmoralización y la corrupción del Partido Popular ni el totalitarismo comunista de Podemos. 


Y de eso se trata, de dar contenido a lo que es, y lo que no es, La Derecha. A lo que es, y a lo que no es, Vox. Esa fuerza que va a defender la unidad nacional y el Estado unitario, la soberanía en Cataluña y en Europa, la rebaja fiscal y el control del gasto público, la libertad de empresa y la atención a los más desfavorecidos, el derecho a la vida y el renacimiento demográfico, el endurecimento del Código Penal contra corruptos, terroristas y criminales reincidentes, el rechazo al multiculturalismo y la defensa de las raíces de Occidente. Todo eso es Vox. Todo eso es La Derecha. Porque Vox es la derecha, Vox es el acierto.

Santiago Abascal, presidente de Vox.

1 comentario:

Anónimo dijo...

En todos los piase hay partidos conservadores, aquí no hay, todo es lo mismo, monotono.