lunes, 8 de febrero de 2010

GRAVE EROR:SOBREPROTECCIÓN.



Lunes , 08-02-10 (ABC)
Según el Instituto de Tecnologías Educativas del Ministerio de Educación, los jóvenes españoles perciben el fin de semana como un espacio para la ruptura de las normas y límites, el desarrollo de un tipo de sociabilidad caracterizada por el no compromiso y la aparición de riesgos «especialmente vinculados con el descontrol en el uso del alcohol y otras drogas».

Mientras que generaciones precedentes utilizan el ocio para cargar pilas y como complemento a sus logros, buscando el valor y la individualidad; una gran parte de los jóvenes españoles de dieciocho a treinta años identifican el fin de semana como una ruptura total con la actividad rutinaria. «Es el denominado ocio kleenex, en el que las experiencias no importan en sí, no les enriquecen; es como si las coleccionaran: las acumulan», explica Asunción Mena, directora general de la agencia QUID de Investigación de Mercados.

Son la generación excell, caracterizados por una vida pautada y compartimentada en un cuadro de actividades continuo «pero sin motivación para ellos. Estos chicos sufren de ansiedad ante los espacios en blanco, están programados para acumular tareas, amigos, experiencias... no pueden parar a reflexionar y todo ello en un clima de pasotismo», concluye Asunción Mena, responsable de varios estudios sociológicos que analizan los hábitos de ocio de los jóvenes españoles.

¿Qué ha llevado a gran parte de los ciudadanos nacidos a partir de los ochenta a conformar un núcleo poblacional con tan poco aporte social? Para Mena, son fruto de una sociedad narcisista y acumulativa que les ha sobreprotegido.

«Este fenómeno social es consecuencia del fracaso de las instituciones educativas y sociales incapaces de transmitir valores consistentes. Son producto del padre-amigo con poca presencia en el hogar y los modelos compensatorios elegidos como consecuencia de estas ausencias. Es más -puntualiza- a estos jóvenes les hemos criado dándoles todo tipo de caprichos incluso sin haberlos pedido, lo que ha derivado en una generación sin deseos: éstos se satisfacen antes de que surjan».

Culpables o no, los padres de estos chicos saben que su asignatura pendiente ha sido la de transmitir una herencia cultural, de valores y emocional como la que ellos recibieron en su día. «Se trata de un sentimiento de culpabilidad ante el modo de educación de sus hijos, responsabilidad compartida con lo social. En los estudios su percepción siempre es la misma: «queríamos darles todo y resulta que no han aprendido nada»», informa Asunción Mena.

Autonomía resentida
Para Valentín Martínez-Otero, doctor en Psicología y en Pedagogía y profesor de la Facultad de Educación- Universidad Complutense, los años de bonanza «que se han vivido hasta la llegada de la crisis, la instalación en un entorno tecnificado donde todo parece conseguirse con mover un dedo, el patrón educativo sobreprotector a veces y permisivo otras de los padres, hace que el proceso de maduración y la conquista de la autonomía por parte de los hijos se hayan podido resentir».

Denominados nativos digitales, los cachorros de los ochenta y noventa, son una generación automatizada en muchos de sus miembros: tienen una visión fragmentada de la vida. Cada vez nos hallamos en entornos más tecnificados, lo que afecta a la mecanización de procesos. Además, nuestro tiempo, y por supuesto el de los jóvenes, está cada vez más marcado por el reloj y el calendario. «Se confía mucho en lo programado, pero la dificultad creciente observada en estos jóvenes radica en la organización de su tiempo vital, en su proyecto de vida. En efecto, esta compartimentación de la vida juvenil en parte ha de atribuirse al constante manejo de tecnología, así como a la creciente complejidad de la vida, contemplada en muchas ocasiones, no como unidad, sino como yuxtaposición de actividades y parcelas inconexas», explica Martínez-Otero.

Horizonte de crisis
Programados para el desánimo y formados en el desánimo. ¿Están los jóvenes Excell preparados para un horizonte en crisis económica y de valores? «Todo lo contrario, explica Mena, en realidad la situación actual refuerza su pasotismo; de hecho, cuando les pedimos que definan la actitud de la generación precedente, la de sus hermanos mayores, el diagnóstico es común : «pringados»».

Fin de semana: laboratorio al límite
Según los últimos datos, el consumo de drogas empieza cada vez más temprano y siempre ligado a la simple intención de pasarlo bien: es un factor de inclusión. Desde el informe «Problemas de drogas: aquí y ahora», la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD) nos alertan de que muchos jóvenes consumen drogas sin ser adictos, continúan su vida con normalidad y pasan desapercibidos, lo cual, entre otras cosas, significa que los indicadores de consumo están caducos.

El tiempo de asueto es, precisamente, donde los expertos ponen la voz de alarma a la hora de analizar el comportamiento de la generación Excell. «Al vivir con una pauta permanente de lunes a viernes, no tienen iniciativa por lo que su tiempo de ocio, al llegar el fin de semana, se convierte en el lugar de experimentar al límite: es lo que llamamos el ocio descerebrante», explica Amparo Mena, responsable de la empresa de estudios de mercado, QUID.

Para el psicólogo y pedagogo Valentín Martínez-Otero, de siempre los jóvenes han experimentado «la necesidad de tener espacios y tiempos propios, alejados de los adultos. Ahora nos encontramos con que el romper con todo es la conducta de evasión frente al vacío y la angustia que cotidianamente experimentan. El problema es que un buen número de jóvenes rompen con todo de forma inadecuada a través del alcohol y otras drogas, incluso a edades tempranas. Hay significativo descontrol y desorganización en el comportamiento de algunos jóvenes», concluye

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