El Estado reconoce la crisis
España está intervenida. Como una empresa que llega a la quiebra y el juez nombra un administrador para gestionar el concurso de acreedores. Como Grecia, que ha perdido el control sobre su política económica. España está rescatada e intervenida, y ya no decide qué se puede hacer y qué no.
Ni Europa ni Estados Unidos pueden permitir que el Estado de España, la novena economía del mundo, llegue a una situación tan comprometida como la de Grecia. Nuestro Gobierno debiera ser el primer interesado, pero su presidente, José Luis Rodríguez Zapatero, no ha mirado de frente a la realidad, y ésta ha acabado arrollándole. Por ello, Bruselas ha tomado las riendas de las cuentas españolas. Nos ordenan un recorte de 15.000 millones, que es claramente insuficiente. El Gobierno ha tenido que improvisar los ajustes que hagan posible esa cantidad. Y, el día antes de que Zapatero comparezca ante el Parlamento para explicar sus cuentas, el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, le llama para decirle, en esta comuniación planetaria, que tiene que hacer frente a sus responsabilidades.
De hecho, los recortes anunciados este miércoles por el presidente del Gobierno revelan dos cosas: la urgencia de la situación y la improvisación con que se han adoptado. Reducir la remuneración de los funcionarios, congelar las pensiones y reducir las inversiones públicas son el camino más expedito e inmediato para contener el abultado e insostenible gasto público. Pero, como le ha hecho ver Mariano Rajoy en la que quizás sea su mejor intervención desde que llegó al Parlamento el Estatuto de Ibarretxe, estas medidas no habrían sido necesarias de haber reconocido la situación que se avecinaba con anterioridad, y si hubiera apostado por la austeridad antes, no se vería forzado a desmentir con los hechos su discurso basado en los llamados “derechos sociales”.
Rajoy no se la limitado a decírselo, sino que le ha ofrecido unas cuantas medidas que apuntarían a una racionalización de la Administración central. Pero no será suficiente, y los dos responsables saben que será necesario entrar en los tres grandes capítulos del gasto, junto con el coste de la propia administración, que son la educación, la sanidad y las pensiones. Zapatero incluso ha hecho una mención de pasada a las pensiones y al Pacto de Toledo. Más a corto plazo, es previsible que Zapatero anuncie una subida de impuestos.
Lo que tendremos que ver este año y los que le siguen inmediatamente es el reconocimiento, por parte del Estado, de que estamos en crisis. Con una rapidez, racionalidad y flexibilidad propia de la sociedad, los españoles han aceptado la realidad de la crisis y se han ajustado convenientemente: las empresas han cesado en su actividad, o han reducido sus plantillas y sus gastos, así como han aplazado sus planes de inversión. Las familias han aumentado su ahorro a una velocidad sin precedentes, para llegar a un nivel de ahorro también sin comparación con el de cualquier otro período. El Estado, valga esto para la Administración central como para las autonómicas y locales, no ha aceptado que estamos en crisis, y no ha ajustado su nivel de gastos. Ahora, tarde, mal, y puede que nunca, se ha visto forzado a aceptar la realidad tal cual es. (Factual)
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