EL INJUSTIFICABLE ABANDONO DE LIBIA.
DURANTE muchos años, los libios van a reprochar al mundo libre su injustificable falta de coherencia y su inacción en estos tristes momentos en los que Gadafi destruye su propio país. A pesar de la evidencia inapelable de los hechos, el mundo libre ha faltado a sus principios y está abandonando a todos los libios que hoy luchan por la libertad, aunque con ello corramos el riesgo de dejarlos en el futuro en manos de los extremistas islámicos, y de provocar una suerte de éxodo hacia Occidente de miles de musulmanes descontentos en busca de otro modo de vida.
Es necesario pasar por alto los convencionalismos de salón y tomar las decisiones que puedan evitar, precisamente, escenarios indeseables que mañana resultarían mucho más peligrosos y costosos de afrontar. En estas mismas páginas ya se ha evocado la posibilidad de que en Libia se pueda reproducir el modelo de Somalia, cuya sola mención debería bastar para no seguir mirando hacia la costa sur del Mediterráneo como si lo que allí sucede no fuera más que un desastre meteorológico.
Pese a ello, si la ONU y la Unión Africana sienten cómo chirrían sus estructuras ante los tardíos debates abiertos en su seno sobre el destino de Gadafi y su familia, se debe, sobre todo, a la incapacidad de Estados Unidos y Europa para liderar un movimiento claro y activo de condena contra un tirano cuyo innoble comportamiento era de sobras conocido desde hace mucho tiempo.
Libia es sólo un elemento —y ni siquiera el más grande— de un conjunto de escenarios que pueden causar abruptamente un daño terrible a nuestro confiado modo de vida. Es imposible predecir lo que puede suceder, por ejemplo, en Irán, cuya influencia en los mercados energéticos es mucho mayor que la de Libia y está dirigido por una versión persa y mucho más agresiva que la que representa el sátrapa norteafricano. ¿Qué pueden esperar de Occidente los partidarios de la democracia cuando salgan a manifestarse a las calles de Teherán bajo las balas de Ahmadineyad? Es evidente que la fragilidad de las sociedades modernas frente a un entorno inestable no se resuelve cultivando cierto tipo de relaciones que, a la postre, equivalen a rodearse de un campo de minas, sino preparándose concienzudamente para hacer frente a los riesgos y trabajando con decisión para eliminarlos cuando sea posible, no mirando para otro lado. (ABC).
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BASTA DE ENGAÑOS.
Las condiciones para que haya un diálogo, en sentido estricto, no se cumplen fácilmente. Tampoco es necesario ser muy exigente en la vida real. Bastaría, por ejemplo, no gritar, no interrumpirse, y tomar en serio lo que dice el otro (si es que da argumentos y expone hechos, además de opiniones) para replicar con otra batería de hechos, argumentos y opiniones. Pero no es lo normal. Lo normal es el gallinero.
Pues bien, hay una gran hipocresía en este problema de Libia y en las situaciones similares que se han dado, se dan y se darán en el futuro. No es, precisamente, el diario ABC un ejemplo de hipocresía pero es bastante corriente en los diarios políticamente correctos, y en las personas políticamente correctas.
Es decir, incluso en esta editorial de ABC se critica a Occidente y se enfatiza 'la condena' que, especialmente USA y Europa, deberían hacer contra el régimen libio, encabezado por el dictador Gadafi.
Pero las 'condenas' sirven de muy poco cuando se ha llegado a ciertos extremos. Cuando se intervino militarmente en Irak, Sadam Hussein llevaba, aproximadamente, más de 130.000 asesinatos de Estado. Especialmente sobre las minorías kurda y chiita. El dictador irakí era sunita, como es sabido. Pero estas atrocidades y otras, no provocaron más que condenas y embargos, criticados por mucha gente ya que afectaban a la población civil. Lo normal. En fin, que las condenas no sirvieron para nada.
Recordemos, sólo unos segundos no se asusten, los asesinatos y violaciones en Darfur. ¿Qué ha pasado? Nada de nada. Alguna condena y algún periódico que, de vez en cuando, nos cuenta los masivos asesinatos y violaciones. Tranquilos.
¿Qué quiero decir? Que hay una enorme dosis de cobardía e hipocresía. Cuando en una sociedad, un gobierno miserable está asesinado a la población civil, no sirven las condenas, ni los embargos. La historia así lo enseña. Si queremos parar este río de sangre inocente hay que intervenir.
Pero esto supone soldados y cañones. Pero ¡ay! que somos pacifistas. No me acordaba. O sea, hay que volver a lo de antes. Más condenas. Más apariciones por televisión diciendo que es una vergüenza. Que no les enviaremos más armas y que no les venderemos cacahuetes. Y ellos seguirán asesinando a gente inocente.
La realidad es que tenemos miedo. Somos una sociedad cagona y cobarde. Relativista y hedonista. Este pastoso y apestoso mejunje se viste de pacifismo. Pero es puro acojono. ¡Mamá, que me quieren matar! Lo entiendo. Pero, entonces, no seamos tan hipócritas. No levantemos la voz dando lecciones de moral a la malvada USA. ¡Los cagones que no hacen nada!
Digamos a las claras que no queremos exponer el culo. Y que la consecuencia, es que seguiremos protestando y condenando los asesinatos y violaciones. Y los sátrapas seguirán haciendo lo que les venga en gana. Saben que somos unos cobardes y unos hipócritas. En nombre de la paz, eso sí.
Si yo fuera Presidente de los Estados Unidos de América enviaría a todos los progres del mundo mundial a tomar vientos. ¡Cabronazos! ¡Que vaya vuestra santa madre a defender la vida de estas pobres gentes! Cuando van los useños, el rojerío mundial les pone a parir. Que si tienen interés que si el petróleo, que si....
Espero que hagan buenos negocios. Se lo merecen. Envían a sus hombres (y mujeres) a luchar y exponer su vida. Y les critican los mamones que no quieren exponer su culito progresista. Los que están sentados en el sillón viendo la tele, o los que se manifiestan en la calle por la paz. ¡Aquí, donde no hay peligro! ¡Sinvergüenzas! ¿A quién creéis engañar?
¿Por qué no preguntáis a los que van a asesinar, si prefieren manifestaciones por la paz, aquí, o que les enviemos soldados para defenderles?
Espero que USA no nos ayude cuando tengamos problemas. O que nos cobre por adelantado. Con intereses. Nos lo merecemos.
Sebastián Urbina.
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