martes, 22 de febrero de 2011

FACHAS








FACHAS.

¡Javier! ¡Javier!

Felipe agita su mano izquierda para advertir a Javier de que pare. Al fin se da cuenta y hace ademán de esperar.

¿Qué pasa?

Nada, nada. Tampoco es muy importante pero pensé que te gustaría saberlo.

¿El qué?

Se trata de Pepe. He visto a Pepe comprando La Gaceta. Bueno, tampoco me sorprende que sea un facha.

Pues no me había dado cuenta.

Ya me dirás, tiene cinco hijos, va a la Iglesia habitualmente y nunca le he oído hablar mal de Aznar. ¿Qué más quieres?

¡Coño, pues es verdad!

Todos son iguales. Van de progres y modernos. Pero lo hacen para disimular. Pero ahora están que sacan pecho. El facherío es así. ¡Querían ir a misa en el Valle de los Caídos! ¡Añoran a Franco, tú!

Ahora que lo dices, recuerdo que Marga me contó lo que le pasó el otro día con Bernardo.

Otro que tal.

Resulta que Marga iba con su pareja y se toparon con Bernardo. Todavía no sé cómo se inició la conversación pero Piluca, la pareja de Marga, le preguntó si no creía que leer periódicos como La Gaceta era de fachas. No te lo creerás. ¿Sabes lo que contestó Bernardo?

A ver.

Pues le dijo, ¿puedes decirme qué es eso de ser fachas? ¿En qué consiste?

No me lo puedo creer.

Pues sí. Es que no tienen vergüenza. No hay nada que explicar. Cualquiera sabe lo que es un facha. ¿O no?

¡Claro!

Ahora resulta que se ponen chulos. ¡Ellos que dieron un golpe de Estado y quisieran meter el rosario en el Parlamento!

De los católicos quieres decir...

Por supuesto. Las otras religiones no son un problema.

Estas inteligentes reflexiones, u otras parecidas, son propias de algunas gentes que se autocalifican de izquierdas. Y de algunas gentes de derecha acomplejada. Por utilizar la simplona distinción derecha-izquierda. Sea como sea, estas bobadas se pueden oír, si se quieren escuchar, en cualquier sitio de España. En unos más y en otros menos. Hoy mismo.

Pero el fondo de la cuestión no cambia. La izquierda, por seguir con la simplificación política al uso, dice estar instalada en la utopía, en la que todo funciona perfectamente y en la que todos somos felices y comemos perdices. Salvo cuando los supuestos utópicos pasan de la teoría a la acción. Entonces aparece el verdadero rostro de la utopía: represión, control, terror, adoctrinamiento y pobreza. Basta leer historia si uno quiere enterarse, y no mirar hacia otro lado. ¿Recuerdan la película ‘La vida de los otros? La acción transcurre en la comunista Alemania Oriental y nos muestra el control y el terror del Estado socialista. No se la pierda. O bien, ‘El libro negro del comunismo’, con cien millones de muertos a sus espaldas. Editado por Stéphane Courtois, director del Centre Nacional de la Recherche Scientifique (CNRS), la mayor y más prestigiosa organización pública francesa de investigación. Y otros investigadores cuyos nombres no añado para no alargar. Véalo en Ediciones (B), Barcelona, 2010.

Los herederos del socialismo real siguen hablando de enemigos (no de adversarios políticos) sobre los que descargan su odio y su rencor. Es la derecha, el liberalismo y el capitalismo. Por si alguien lo está pensando, no se trata de ninguna exageración. ¿Es que ya han olvidado el Pacto de Tinell, por el que se pretendía excluir de las instituciones democráticas al Partido Popular? ¿Es que ya se han olvidado del ‘cordón sanitario’ (inventado por el actor progresista Federico Luppi) con el que protegerse contra el virus infecto de la derecha? Entre otros muchos ejemplos de juego limpio democrático.

Pero esta propaganda antidemocrática no podría mantenerse sin la inestimable ayuda de los ‘intelectuales comprometidos’. Por supuesto, los intelectuales comprometidos son de izquierdas. Son los referentes morales, los defensores de la verdad verdadera. En suma, una cohorte de intelectuales engreídos que hablan desde una metafórica atalaya moral.

Hace pocos días, el periodista Antonio Burgos escribía en ABC: si no te llaman 'facha' es que eres un trincón o un cagueta'. Tampoco hay que ponerse así. Pero hay gentes que se creen con derecho a emitir certificados de buena conducta política. Siempre son los mismos. Creo, más bien, que hay que denunciar públicamente a estos falsarios.

A pesar de la caída del Muro de Berlín, en 1989, se siguen creyendo moralmente superiores y siguen voceando su sectarismo, sin rubor. Ellos, cuyo ejemplo teórico es la utopía, y el ejemplo práctico la Unión Soviética de Stalin, la China de Mao, la Cuba de Fidel Castro y un largo etcétera.

Como dice Milan Kundera:

¿Cómo competir con quien se adjudica el monopolio de la ética?

Sebastián Urbina.

1 comentario:

Arcoiris dijo...

Hoy en día, hay tal pobreza generalizada, también en el lenguaje, que menudean las palabras comodines, las multiusos, pluripotentes, como las células madre, que lo mismo sirven para un roto que para un descosido. Si es cierto que las palabras son las herramientas de las ideas, cuando éstas faltan, ¿para qué se necesitan aquéllas?
La palabra “facha” conoce, hoy en día, una clara deriva hacia la pluripotencia. Se oye uno decir ese epíteto si se es lector de determinado periódico, si se es televidente de ciertos canales, si se atreve uno a criticar la largueza legislativa actual para con el aborto, la promiscuidad sexual, la bagatelización de las relaciones carnales entre los jóvenes, su acceso fácil al alcohol y otros estupefacientes… Pero, cuando menos en mi entorno, se será agresivamente etiquetado de facha si se manifiesta uno como “españolista”, si se expresa respeto o afecto por la monarquía y otros símbolos de la España actual y, en definitiva, si se aparenta rechazo a las ideas secesionistas.
Y no hace falta reunir muchas virtudes proféticas para presumir que, en un inmediato futuro, es altamente probable, así como justo y necesario, que la palabra “socialista” sufra un proceso semejante y se aplicará también como insulto y para muy variadas calificaciones, en especial para referirse a los iletrados, a los bradipsíquicos, a los vagos y proclives a vivir subvencionados y a los hampones y las actividades que les son más propias.