(Así no podemos seguir. O eliminamos esta fuente permanente de agravio, descoordinación, despilfarro y aldeanismo separatista, o España se va al garete.
Poco a poco, o rápidamente. Pero esto es insoportable, económica y políticamente. ¿Serán capaces los políticos de los llamados partidos nacionales a mostrar un poco de decencia y un poco de valor?)
ESPAÑA: ASÍ NO PODEMOS SEGUIR.
Tras más de treinta años de andadura del Estado de las Autonomías, la financiación de las comunidades sigue siendo tanto motivo de disputa como de confusión. Entre otras cosas, por haberse asumido como verdades ciertas lo que no pasa de ser mitos. El mayor: que el sistema de financiación autonómica está concebido para transferir recursos a regiones, cuando en realidad es parte esencial del principio de redistribución solidaria de recursos entre españoles para que, vivan donde vivan, dispongan de una cobertura de servicios lo más igualitaria posible. Perdida esta perspectiva, al final los años han acabado generando un tira y afloja permanente en el que cada gobierno autonómico de turno esgrime el argumento más ventajoso para arañar más dinero de la caja común.
Argumentos transmutados en bandera cuando interviene el nacionalismo. ABC ha analizado, caso por caso, el volumen de recursos públicos con que ha contado cada comunidad en 2011 y 2012, entre transferencias recibidas desde el Estado, impuestos cedidos, participación en impuestos estatales, tasas propias e ingresos patrimoniales. Y la matemática tumba muchos mitos: ni las autonomías que más tienen gestionan mejor -ni están más saneadas- ni las regiones más beneficiadas durante décadas por la solidaridad interterritorial han sido capaces de gestionarla con eficacia para prosperar en la misma proporción.
1. Cataluña no está «castigada»
En los dos últimos años, la Generalitat ha dispuesto de
unos recursos de 2.627 euros por habitante cada año, un 3 por ciento más
que la media de las autonomías del «régimen común» -todas menos los
regímenes especiales de País Vasco y Navarra-. La media ha sido de 2.556
euros. La Generalitat ha ingresado en sus arcas más que Andalucía,
Baleares, Castilla-La Mancha, Madrid, Murcia y Comunidad Valenciana. Si
hubiera disfrutado de los mismos recursos per cápita que Madrid, habría
obtenido 3.500 millones menos entre 2011 y 2012.
2. Los que sí podrían quejarse
Madrid, con un 10 por ciento más PIB que Cataluña, disfruta
de un 7,3 por ciento menos ingresos públicos que la Generalitat.
Baleares, con un PIB sólo un 9 por ciento inferior a Cataluña, ha tenido
en los dos últimos años unos recursos públicos un 15,15 por ciento
menores que la Generalitat. La Comunidad de Madrid es el mayor
contribuyente neto a la caja común de la solidaridad interterritorial.
3. Si otros tuvieran el trato dado a Cataluña...
Supongamos que la Comunidad Valenciana tuviera la misma
asignación de recursos públicos de la que disfruta Cataluña, una media
por habitante de 2.627 euros/año en los dos últimos ejercicios. Si así
hubiera sido, sumando los años 2011 y 2012 la Comunidad Valenciana
habría dispuesto de 5.500 millones de euros más de lo que en realidad ha
podido manejar el Gobierno valenciano. Si aplicamos lo mismo a la
Comunidad de Madrid, el resultado es que los madrileños hubieran
disfrutado de 2.500 millones de euros más entre 2011 y 2012. La
Comunidad Valenciana ha sido la autonomía que menos ingresos públicos
por habitante ha tenido en estos dos últimos años.
4. No por tener más se gestiona mejor
La matemática de las finanzas autonómicas demuestra que no
por disponer de más recursos una comunidad tiene cuentas más lustrosas,
ni es siempre más eficaz en los servicios que da al ciudadano. Cataluña
es un claro ejemplo: pese a disfrutar de más ingresos públicos por
habitante que la media de comunidades autónomas del régimen común, su
deuda pública por habitante es la más alta de España. Entre la
Generalitat y su extenso entramado de entes y empresas autonómicas, su
deuda sale ya a 7.400 euros por habitante. Y otro ejemplo, Navarra: pese
a su privilegiado régimen foral que la convierte en la más «rica» de
España, es la quinta con mayor deuda pública por habitante.
5. El sur: solidaridad con escasos resultados
Andalucía y Extremadura son las que tienen un menor PIB por
habitante. Durante décadas, eso las ha convertido en perceptoras netas
de la solidaridad interterritorial. Feudos históricos del PSOE -la Junta
de Andalucía sólo ha conocido gobiernos socialistas, y en Extremadura
ocurrió lo mismo hasta hace menos de dos años- pese a ser autonomías
«subvencionadas» sus gobiernos no lo tradujeron en un paralelo progreso
socioeconómico. El PIB de Extremadura es el segundo más bajo de España,
pero en los dos últimos años -ejemplificador de lo que ocurrió con
anterioridad- tuvo la mayor tasa de recursos públicos por habitante de
las autonomías del régimen común.
6. El agravio del País Vasco y Navarra
Navarra ha disfrutado en los dos últimos años -muestra de
lo que viene siendo desde el origen autonómico por su régimen foral
reconocido en la Constitución de 1978- de unos recursos públicos
autonómicos de 5.225 euros por habitante, el doble que la media de las
comunidades del régimen común. El País Vasco, en 2011 -no hay datos
oficiales de ejecución presupuestaria de 2012-, disfrutó de unos
recursos públicos de 3.974 euros por habitante, casi un 60 por ciento
por encima de la media de las autonomías del régimen común.
Cataluña se mira en ese espejo, pero la sostenibilidad de
las finanzas públicas españolas no aguantan el argumento. Si el modelo
del «cupo vasco» o de la foralidad navarra se extendiera al resto de
comunidades, no habría dinero para pagarlo. Por otra parte, los datos de
ingresos presupuestarios demuestran que, en tabla rasa, Cataluña no
tiene ni más ni menos motivos que el resto de autonomías para sentirse
agraviada respecto al privilegiado modelo de Navarra y País Vasco. Por
ejemplo, en 2011 y 2012 Aragón dispuso prácticamente de la mitad de
recursos públicos de los que disfrutó su vecina Navarra. (Roberto Pérez/ABC)
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