(El futuro -ignoro si cercano o lejano- planteará nuevos problemas y dará nuevas soluciones. Una de las soluciones será la existencia de robots sexuales muy sofisticados. Solucionará el deseo de sexo (de cierto tipo) a cierto tipo de hombres y mujeres. ¿Cuántos? No lo sé.
El problema es que las relaciones amorosas tradicionales se verán seriamente afectadas. Me parece prácticamente imposible saber cómo afectará. Pero, parece, que aumentará el aislamiento de los individuos. ¿Será posible que desaparezca el amor y el romanticismo? ¿Todo empezará y terminará con una bajada de pantalones?
Ya hay gente así, y probablemente aumentará, pero dudo mucho que todos los humanos renuncien a lo que les hace humanos. O sea, no limitarse a lo que de animales tenemos. Con otras palabras, una vez satisfecho el deseo sexual ¿ya está todo? )
¿La idea de tener sexo con un robot te parece descabellada? Si tu respuesta es no, no te preocupes. No eres el único.
Cada vez más, los robots están participando en la vida diaria de las personas. Un ejemplo de ello es el robot PR2 o el aspirador Roomba, pensados para tareas domésticas. Pero no son los únicos. Paro se utiliza en centros de la tercera edad y Aisoy reconoce
voz y es capaz de hablar. Los hay que cortan el césped, limpian la
piscina, operan en los hospitales, mantienen conversaciones coherentes
y, como no podía ser de otra forma, también relaciones sexuales.
Todavía están incapacitados para pasar el test de Turing,
una meta aún lejana para la inteligencia artificial contemporánea, pero
la ciencia está avanzando rápido en ese sentido, hasta tal punto que no
parece extraño imaginarse realidades dignas de Blade Runner. Parejas formadas por androides y humanos. De momento, en las pulsiones básicas ya es posible. Eso sí, sin amor.
En esa línea, la más famosa es Roxxxy, una muñeca robot que cuesta 995 dólares, está dotada de inteligencia artificial,
piel sintética y cuenta con varios modelos a elegir. Atentos: Farrah,
la frígida; Wendy, la salvaje; Susan, la sadomasoquista; Yoko, la joven
de 18 años; y Martha, la madura.
El 10% de los estadounidenses tendría sexo con un robot
¿Algo disparatado? No lo parece. Según una encuesta llevada a cabo por YouGov, casi 1 de cada 10 estadounidenses asegura que tendría relaciones sexuales con un robot.
Preguntados sobre otras cuestiones, el 58 por ciento respondió que los
robots estarán limpiando nuestras casas en 2030 y el 48 por ciento que
serán capaces de luchar en el Ejército.
"Hace
15 años nadie se imaginaba todo lo que ahora se puede hacer con un
teléfono móvil. Cuando empezaron a comercializarse los ordenadores
personales, tan solo servían para matar marcianos y poco más. En la robótica sucede lo mismo. Cada vez más, aparecerán aplicaciones que ahora no nos podemos imaginar", han explicado a Teknautas desde el departamento de Automática y Robótica de la Universidad Politécnica de Madrid.
"Existen
robots que ayudan a personas, como por ejemplo Paro, que se ha
comprobado que mejora el nivel de comunicación en pacientes con autismo.
También los que ayudan en tareas domésticas. Para qué puede llegar a
servir un robot en una casa aún no lo podemos saber. De momento, los que
han aparecido con fines sexuales están muy lejos de lo que puede
considerarse un robot avanzado y no hay indicios de que se esté planteando la posibilidad de invertir en este sentido", han añadido.
Sin
embargo, es indudable que el mundo de la robótica cada vez avanza más
rápido. El pasado mes de diciembre, el laboratorio de Inteligencia
Artificial de la Universidad de Zurich, desarrolló un proyecto de robot que utiliza tendones y sorprende por su precisión de movimientos. Además del PR2 que ya hemos mencionado, capaz de realizar tareas domésticas como, por ejemplo, doblar toallas, destacan otros como Qbo,
un robot que se mueve con ruedas y que cuenta con visión
estereoscópica, sistema de reconocimiento de voz, conexión wifi y
bluetooth, así como sensores de ultrasonido para evitar colisiones y
caídas; Nao, el robot de la empresa Aldevaran Robotics conocido por competir en la Robo Cup de fútbol cada año; o iCub, un robot con forma humana.
La solución a problemas sociales, como la prostitución
"El popular robot aspiradora tan
solo es la punta de la lanza. Lo próximo que se comercializará será una
base móvil con un brazo manipulador, y se está trabajando en
desarrollarlos hacia arriba, como los robots de telepresencia", han explicado a Teknautas desde la compañía tecnológica GMV.
Estas máquinas están evolucionando tan rápido que incluso profesores como los de la Universidad Victoria de Wellington, Ian Yeoman y Michelle Mars, han augurado que para el año 2050 muchas prostitutas serán robots. Aunque no hace falta irnos tan lejos. Actualmente, además de Roxxxy, en Japón las llamadas prostitutas robóticas están causando furor en los burdeles. Otras máquinas son capaces de dar abrazos o incluso hacer que dos personas se besen a miles de kilómetros de distancia.
True Companion LLC, la empresa que comercializa Roxxxy, ha asegurado que el índice de popularidad de esta máquina está creciendo.
"Desde que hemos lanzado nuestro primer producto, el interés de las
personas por su utilización se ha incrementado drásticamente en EEUU y
el extranjero", afirma su creador, Douglas Hines. Según Hines, esta máquina podría resolver muchos problemas sociales como la prostitución o la trata de menores.
La
encuesta también reflejó algunas cuestiones espinosas. ¿Si una persona
casada ha tenido relaciones sexuales con un robot sería culpable de
infidelidad? Hines lo tiene claro, "gracias a Roxxxy puedes serle infiel
a tu mujer sin ningún tipo de remordimiento".
Según la primera ley de la robótica de Isaac Asimov
"un robot no puede hacer daño a un ser humano o, por inacción, permitir
que un ser humano sufra daño". No sabemos si tuvo en cuenta los asuntos
del corazón, pero si la inteligencia artificial logra desarrollar
androides capaces de convertirse en auténticas parejas y generar amor en
los seres humanos, será imposible cumplir ese principio. (Alberto G. Luna/El Confidencial).
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx
En
‘El miedo a la libertad’, E. Fromm nos mostraba los problemas y las
angustias del hombre moderno. Salir del claustro materno, salir de la
comunidad primigenia, nos deja desnudos frente a la sociedad. Y puede
aparecer el miedo a ejercer la propia libertad. Es decir, pueden
aparecer los mecanismos de evasión, para no mirar de frente a la vida.
Para no asumir las propias responsabilidades. Como someterse a un líder,
o integrarse en una tribu.
Sebastián Urbina.
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx
CHICAS DE SILICONA.
Hideo
Tsuchiya es un empresario japonés que fabrica muñecas sexuales, con
altos niveles de perfección, desde hace más de treinta años. Las chicas
que ‘produce’ tienen una apariencia de realismo desconcertante. Su éxito
es tal que un rico cliente de Osaka, ha comprado cien chicas de
silicona. Pero lo más importante son los comentarios del propio Hideo:
‘Los
japoneses ven a la mujer como algo de su propiedad. Cuando ésta le es
infiel la decepción es absoluta y el amor se convierte en odio hacia
todo el género femenino. Por ello, estos hombres prefieren mantener sexo
con un ‘agujero de silicona’.
Si
Hideo tiene razón, y los japoneses enganchados a la silicona son una
pequeña minoría, no pasa de ser una desviación sexual más. Lo realmente
preocupante sería que este comportamiento fuese mayoritario. De momento,
lo reduciremos al ámbito japonés. Sin plantearnos que estas reflexiones
puedan ser aplicables a la mayoría de los hombres del planeta.
Supongamos
que la monogamia no es solamente una cuestión cultural sino evolutiva,
inscrita en nuestro ADN. De este modo, el macho se aseguraría la
paternidad sobre las crías y las defendería frente a sus enemigos. Esta
supuesta estrategia evolutiva de los seres humanos no tiene que
coincidir (y no coincide) con la de otros animales, como los chimpancés,
por ejemplo. Éstos suelen matar a las crías de otra hembra, cuando se
apropian de ella.
Sea
como sea, la reproducción monogámica ha tenido repercusiones en el
comportamiento sexual de hombres y mujeres, control sexual de la mujer,
en las ideas dominantes sobre las relaciones humanas, formas de
propiedad y en el aseguramiento y distinción de la descendencia propia
frente a la ajena. Pero lo que ahora me interesa es la posible
repercusión que la generalización de estos artilugios sexuales
construidos por Hideo, pueda tener en las relaciones entre hombres y
mujeres.
Por
supuesto, estas relaciones no pueden entenderse en abstracto. Uno de
los cambios más importantes del siglo XX ha sido el de la llamada
‘liberación de la mujer’. Por ejemplo, la píldora anticonceptiva ha
facilitado la llamada ‘revolución sexual’. O la igualdad jurídica entre
hombres y mujeres. O su incorporación masiva al trabajo. Estas, y otras
cosas, han facilitado la promoción femenina en todos los ámbitos
sociales, una mayor autosuficiencia económica y una mayor libertad.
Pero
en todos los cambios hay luces y sombras. Por ejemplo, la revolución
sexual no trató de reformar nada, sino que se propuso eliminar las
normas existentes. En pocas palabras, lo revolucionario era que el amor
libre sustituyera al matrimonio. Nada de normas, porque éstas eran la
muestra de la opresión milenaria del hombre sobre la mujer. Esta actitud
contracultural (anómica) no ha tenido éxito. Como no lo tuvieron las
famosas ‘comunas’ hippies, en las que el amor libre, la sacralización de
lo común y el rechazo de lo privado no produjeron armonía sino
conflicto.
Volvamos a la silicona. Si fuera cierto que una minoría de japoneses actúa así ¿cómo entender su conducta? ¿Por
qué tienen miedo de las mujeres japonesas? Suponiendo que el
diagnóstico de Hideo sea cierto, se trataría de una pérdida. Creen que
las mujeres son de su propiedad, y al perderlas (porque ellas les dejan o
les son infieles) sufren una gran decepción. Y no quieren sufrir. Dado
que tienen exigencias sexuales, tratan de satisfacerlas con chicas de
silicona. No son seres humanos, pero no dan problemas.
Ahora
bien, los seres humanos somos problemáticos. Tanto los hombres como las
mujeres. Pensemos en la película ‘El coleccionista’, de W. Wyler, con
T. Stamp y S. Eggar como principales actores. El protagonista es un introvertido empleado de Banco
que se siente víctima de la sociedad. También es coleccionista de
mariposas. Su vida cambia cuando le toca la lotería y aparece en él un
intenso deseo sexual, que le lleva a secuestrar a una joven por la que
se siente atraído desde hace tiempo. Compra una casa en las afueras de
la ciudad y retiene a la chica en el sótano.
Ahí
tenemos un ejemplo de una persona ‘en propiedad’. La protagonista no es
libre. Freddie es el dueño de la casa y de la chica. Pero al ser
‘propietario’ de la chica no puede conseguir lo que persigue. ¿Qué
persigue? Que la chica le quiera.
El
amor que Freddie persigue, solamente lo podrá conseguir, tal vez, en
libertad. El y ella tienen que ser libres y, tal vez, aparezca el amor.
O, tal vez, aparezca el desamor. Son los riesgos de la libertad. Pero
no podemos ‘hacernos’, ‘construirnos’, como seres humanos, en una torre
de marfil, ni en una jaula. Aunque sea de oro. La vida nos dará golpes y
tendremos que superarlos. Tratar de esquivar a la vida es un error.
Produce seres inmaduros. Niños perpetuos.
De
ahí que la sobreprotección que muchos padres ofrecen a los hijos sea
perjudicial para su desarrollo como seres libres y responsables. Amar y
sufrir, caer y levantarse, formular un proyecto de vida y luchar por él.
Y no rendirse jamás. Es mejor que una chica de silicona. Aunque no sea
impertinente porque no puede hablar, ni pueda engañarnos, y tenga un
cuerpazo. De silicona.
No hay comentarios:
Publicar un comentario