Nixon y su equipo conspiraron para ocultar el allanamiento sólo seis días después de los hechos.
Después de dos años reuniendo pruebas contra el entorno del presidente, que incluía a miembros de su equipo testificando contra él en una investigación del Senado de los Estados Unidos, se reveló que Nixon tenía un sistema de grabación de cintas magnéticas en sus oficinas y que había grabado una gran cantidad de conversaciones dentro de la Casa Blanca. Estas cintas mostraron que había obstruido a la justicia e intentado tapar el robo. Estas conversaciones grabadas serían conocidas como "The Smoking Gun" (la pistola humeante).
Tras una serie de batallas legales, la Corte Suprema de los Estados Unidos decidió de forma unánime que Nixon debía entregar las cintas; él al fin cedió.
Con la certeza de una acusación de parte de la Cámara de Representantes y de una condena en el Senado, Nixon dimitió diez días más tarde. Se convirtió así en el único presidente estadounidense que ha renunciado al cargo.
Después de leer estas líneas ¿qué cree que le hubiera ocurrido a Zapatero en USA? ¿Y a Rajoy? Bueno, dejemos estas especulaciones. Yo le ruego, querido compatriota, que no se ponga a la altura de Zapatero, o Rajoy. No podemos apoyar esta podredumbre. Ni hacernos copartícipes. De modo que la cuestión clave es: ¿Seremos tan cobardes como ellos, o mantendremos, aunque sea, un ápice de dignidad?)
El lendakari ha visitado al presidente del Gobierno
para recordarle que conforme a los pactos establecidos entre Zapatero y
Eta, en la negociación política que mantuvieron de tú a tú, hay que
acercar los presos a las cárceles del País Vasco y después liberarlos.
Se hará el paripé de una declaración viscosa de arrepentimiento y una
entrega simbólica de armas para salvar la cara. Si no se cumple lo
pactado, Eta volverá a matar, y Rajoy, que no quiere abrir nuevos
frentes, parece dispuesto a seguir hasta el final la ruta zapatética.
Para aliviar la situación y lidiar la indignación de las víctimas del
terrorismo y de un sector cualificado de la opinión pública, el
presidente, sus ministros y una buena parte de los políticos proclamarán
a los cuatro vientos que Eta está derrotada, que la democracia ha
vencido a la banda criminal.
Y no es verdad. Eta, eufemismos aparte,
está en el poder y se enseñorea en Guipúzcoa y en docenas de pueblos en
el País Vasco y en Navarra. No pasa un día sin que se exalte a los
terroristas y se justifiquen los crímenes, las violencias y los
atentados etarras. La banda se financia ahora a través de las mordidas,
las licencias, las concesiones y las trampas en los ayuntamientos, donde
campa por sus respetos y ya no necesita ni secuestrar ni extorsionar.
Se prepara para asaltar todo el poder en las próximas elecciones del
País Vasco y cuando consiga su propósito reclamará Navarra, volviendo al
terrorismo si hiciera falta.
Por el momento, lo que importa a los etarras ahora es liberar a los
presos. Urkullu les ha hecho de embajador. Ha visitado a Rajoy para
hacer comprender al presidente que si se modifica la política
penitenciaria la “paz” continuará. En caso contrario, existe el riesgo
de que Eta vuelva a matar.
(El Imparcial/Luis María ANSON)
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