(Los dos 'grandes' partidos llevan más de treinta y cinco años humillándose ante los separatistas antiepañoles.
Ahora el Príncipe, en su visita a Barcelona, no ha querido ser menos.
Vamos mal. Y será peor antes de 2016. Qusiera equivocarme. Lo juro.
PD. Entre las dos fotos, me quedo con la sana actitud de la señora de la peineta. Además, el pañuelo es muy bonito.)
Arcadi Espada recrimina al Príncipe de Asturias su humillante actitud con el "activista del independentismo" catalán que le negó el saludo en el Congreso de Móviles de Barcelona.
En su columna de El Mundo, dice Arcadi que el gesto del maleducado empresario estaba bien planeado, con sus cámaras, su público entregado... "Lo que no estaba planeado es que el Príncipe, una vez envainada su mano tendida, volviera sobre sus pasos y cometiera una serie de errores: tratar de amigo al activista; pedirle que le diera la mano" en plan suplicante; "responderle algo así como que esto no es asunto mío, lo que fue realmente pasmoso, y hablarle en catalán, porque el catalán como cualquier otra lengua se debe hablar por necesidad o cortesía, condiciones que no se daban allí".
Resultado de esta serie de despropósitos: "El príncipe se marchó peor de lo que había venido, embarrado". "No se comprende que personas a las que hay que dirigirse en tercera persona, que exigen la inclinación de las damas y que prohíben ser fotografiados con una croqueta en la boca se avengan a participar en un youtube pendenciero. Y que lo pierdan es ya puramente insoportable", dice abochornado.
Le recuerda Arcadi al Príncipe, por si no ha caído, que él representa a muchos españoles "que se sintieron ofendidos por la ofensa, que no fue ni la única ni la más grave". Lo peor es que allí estaba el presidente de la Generalitat sonriendo "melifluamente" y estrechando la mano del "activista con calor cómplice".
"Si el Príncipe hubiese tenido los reflejos de lanzarle a Mas un Presidente, perdone, ¿de qué se ríe? la frase habría alcanzado la altura y diseminación celestial de aquel Por qué no te callas de su padre". Y algún bofetón que le borrara la sonrisita de la jeta tampoco le hubiera sobrado a Mas, pero claro, Arcadi es mucho más educado que yo.
(P. Díez/ld)
Ahora el Príncipe, en su visita a Barcelona, no ha querido ser menos.
Vamos mal. Y será peor antes de 2016. Qusiera equivocarme. Lo juro.
PD. Entre las dos fotos, me quedo con la sana actitud de la señora de la peineta. Además, el pañuelo es muy bonito.)
Arcadi Espada recrimina al Príncipe de Asturias su humillante actitud con el "activista del independentismo" catalán que le negó el saludo en el Congreso de Móviles de Barcelona.
En su columna de El Mundo, dice Arcadi que el gesto del maleducado empresario estaba bien planeado, con sus cámaras, su público entregado... "Lo que no estaba planeado es que el Príncipe, una vez envainada su mano tendida, volviera sobre sus pasos y cometiera una serie de errores: tratar de amigo al activista; pedirle que le diera la mano" en plan suplicante; "responderle algo así como que esto no es asunto mío, lo que fue realmente pasmoso, y hablarle en catalán, porque el catalán como cualquier otra lengua se debe hablar por necesidad o cortesía, condiciones que no se daban allí".
Resultado de esta serie de despropósitos: "El príncipe se marchó peor de lo que había venido, embarrado". "No se comprende que personas a las que hay que dirigirse en tercera persona, que exigen la inclinación de las damas y que prohíben ser fotografiados con una croqueta en la boca se avengan a participar en un youtube pendenciero. Y que lo pierdan es ya puramente insoportable", dice abochornado.
Le recuerda Arcadi al Príncipe, por si no ha caído, que él representa a muchos españoles "que se sintieron ofendidos por la ofensa, que no fue ni la única ni la más grave". Lo peor es que allí estaba el presidente de la Generalitat sonriendo "melifluamente" y estrechando la mano del "activista con calor cómplice".
"Si el Príncipe hubiese tenido los reflejos de lanzarle a Mas un Presidente, perdone, ¿de qué se ríe? la frase habría alcanzado la altura y diseminación celestial de aquel Por qué no te callas de su padre". Y algún bofetón que le borrara la sonrisita de la jeta tampoco le hubiera sobrado a Mas, pero claro, Arcadi es mucho más educado que yo.
(P. Díez/ld)
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LA ENCERRONA DE CAN GODÓ.
Que un desahuciado, un preferentista o un parado de larga duración se niegue a darle la mano al Príncipe de Asturias cabe dentro de lo comprensible en un sentido abstracto, porque no es probable que Don Felipe se tope cara a cara con personas en circunstancias tan adversas en lo relativo al pan, el trabajo o a que a uno no le estafen. Ni les invitan a las recepciones oficiales ni participan en ferias y congresos. Además, poco o nada puede hacer el Príncipe por ellos. La parte económica de la crisis tiene poco ver con la forma del Estado, salvo en la abrupta caída de ingresos de los Urdangarín.
Ahora bien, que un empresario con boyantes contactos con la Administración (catalana) se encare con el heredero de la Corona y le retire la mano sólo se lo podía esperar quien estuviera en el secreto. Mas y pocos más. El supuesto emprendedor, bien relacionado en la Generalidad, incluido en el elenco de empresas del Mobile World Congress e independentista concienciado, le cantó las cuarenta al hereu mientras Mas y sus altos cargos se partían de risa con la escena. Give me five, le decían luego a Àlex Fenoll, que así se llama el nuevo chaval de la chancla, aquel Fernàndez que amagó con tirarle una sandalia a Rato.
El Príncipe salió más que bien parado de la trampa para elefantes. Lejos de perder la compostura borboneó con olímpico semblante, de tal modo que Fenoll ha quedado como un loquito. Por no hablar de Mas, retratado a mandíbula batiente. El inefable Homs lo explicó luego. El manco Fenoll es el "malestar latente del pueblo catalán" por no poder decidir su futuro en una consulta. Y eso que podría salir que no, que contra España se está mejor y se gana más.
A Don Felipe se le pide que no le haga sombra al padre, por lo que
Zarzuela intentó camuflar el suceso, darle bajonazo y correr un tupido
velo. Le pasa lo que a su padre al final del franquismo,
cuando le tocaba hacer de jefe de Estado en el Sáhara, pero sin
galones, sin medios y sin apoyos, con el enemigo en los aposentos de al
lado. No hay más que recordar cómo La Zarzuela dio consistencia a la
crisis matrimonial del Príncipe (aquello que pasa en todas las parejas,
dijeron) o advertir la oportunidad perdida en Cataluña para retratar la
naturaleza áspera y agresiva del plan separatista y, de paso, investir
al sucesor. ¿Falta de reflejos solamente?
Felipe ha podido comprobar cómo se las gasta el poder catalán, el talante de sus cachorros empresariales, la chulería de los estelados. Es la revolución de los hijos predilectos de la inmersión, ricos y descarados, emprendedores 2.0, los nietos políticos de Millet, el del fémur. Ya no es Tardà, el diputado de ERC, gritando "Mori el Borbó!" entre antorchas. No se trata de unos xirucaires quemando un retrato del Rey como fin de fiesta de la cadena humana, sino de un Joan Pijeras con el que te puedes topar en Fonteta, Bajo Ampurdán.
Y esos son los del diálogo. No es un buen indicio lo de la mano. Tampoco lo es que pretendan implicar al Príncipe en el proceso, que no otra cosa fue la encerrona en casa de Godó, con los empresarios de postín preocupados porque Rajoy no cuadra a Mas, porque el Rey está con Roca y Roca, con la consulta. Felipe se ha replegado de Cataluña por Poblet con la mosca tras la oreja. Príncipe de Gerona... Sí, sí, menudo embolado.
(Pablo Planas/ld)
Que un desahuciado, un preferentista o un parado de larga duración se niegue a darle la mano al Príncipe de Asturias cabe dentro de lo comprensible en un sentido abstracto, porque no es probable que Don Felipe se tope cara a cara con personas en circunstancias tan adversas en lo relativo al pan, el trabajo o a que a uno no le estafen. Ni les invitan a las recepciones oficiales ni participan en ferias y congresos. Además, poco o nada puede hacer el Príncipe por ellos. La parte económica de la crisis tiene poco ver con la forma del Estado, salvo en la abrupta caída de ingresos de los Urdangarín.
Ahora bien, que un empresario con boyantes contactos con la Administración (catalana) se encare con el heredero de la Corona y le retire la mano sólo se lo podía esperar quien estuviera en el secreto. Mas y pocos más. El supuesto emprendedor, bien relacionado en la Generalidad, incluido en el elenco de empresas del Mobile World Congress e independentista concienciado, le cantó las cuarenta al hereu mientras Mas y sus altos cargos se partían de risa con la escena. Give me five, le decían luego a Àlex Fenoll, que así se llama el nuevo chaval de la chancla, aquel Fernàndez que amagó con tirarle una sandalia a Rato.
El Príncipe salió más que bien parado de la trampa para elefantes. Lejos de perder la compostura borboneó con olímpico semblante, de tal modo que Fenoll ha quedado como un loquito. Por no hablar de Mas, retratado a mandíbula batiente. El inefable Homs lo explicó luego. El manco Fenoll es el "malestar latente del pueblo catalán" por no poder decidir su futuro en una consulta. Y eso que podría salir que no, que contra España se está mejor y se gana más.
Felipe ha podido comprobar cómo se las gasta el poder catalán, el talante de sus cachorros empresariales, la chulería de los estelados. Es la revolución de los hijos predilectos de la inmersión, ricos y descarados, emprendedores 2.0, los nietos políticos de Millet, el del fémur. Ya no es Tardà, el diputado de ERC, gritando "Mori el Borbó!" entre antorchas. No se trata de unos xirucaires quemando un retrato del Rey como fin de fiesta de la cadena humana, sino de un Joan Pijeras con el que te puedes topar en Fonteta, Bajo Ampurdán.
Y esos son los del diálogo. No es un buen indicio lo de la mano. Tampoco lo es que pretendan implicar al Príncipe en el proceso, que no otra cosa fue la encerrona en casa de Godó, con los empresarios de postín preocupados porque Rajoy no cuadra a Mas, porque el Rey está con Roca y Roca, con la consulta. Felipe se ha replegado de Cataluña por Poblet con la mosca tras la oreja. Príncipe de Gerona... Sí, sí, menudo embolado.
(Pablo Planas/ld)
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