El diario La Razón ha tenido el acierto de extraer del Presupuesto General del Estado las partidas de gastos superfluos de los señores ministros y ministras. Casi 100.000 millones de las antiguas pesetas derrochan de forma directa estos señores y señoras en cuestiones perfectamente prescindibles. Sólo en vestuario, los ministros y ministras despilfarran, pagados por todos los españoles, 132.420 euros. Las gratificaciones a los amiguetes y paniaguados suman 33.662 euros. En atenciones protocolarias y otras camelancias, el derroche alcanza los 3.000.000 de euros. Para alimentarse, destinan los ministros y ministras 196.561 euros. En almuerzos, cenas y obsequios estos seres afortunados dispendian 6.000 euros diarios. Se comprende que la ex-ministra Trujillo cuando le picó una avispa en una excursión ordenara que la recogiera un helicóptero y la llevara al hospital.
¿Qué más da gastar a troche y moche? Pagan los pardillos de los ciudadanos, a los que se sube los impuestos de forma impune y que se aprieten el cinturón mientras los dieciséis ministros y ministras se lo aflojan entre el regocijo inextinguible de ellos y sus familias.
El escándalo es mayúsculo. En plena crisis económica, el despilfarro se acentúa imparable. Que no nos falte de nada, dicen los ministros y ministras. Y si hay que incrementar aún más los impuestos que se incrementen. Los ciudadanos no se dan cuenta de los sacrificios que hacen por la patria los ministros y ministras. (El Imparcial)
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Cada sociedad tiene el gobierno que se merece. Si puede elegirlo.
Sebastián Urbina.
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