¿POR QUÉ HA MUERTO UN ESPAÑOL?
Hay muchas y poderosas razones para que nuestras tropas estén en Afganistán. Las han expuesto aquí, en Libertad Digital, Rafael Bardají y Florentino Portero. Ahora bien, Bardají y Portero aceptarán que permanecer allí sólo tiene sentido si se está con la voluntad de vencer. Desde que Zapatero llegó al poder, nuestro Gobierno nunca tuvo esa voluntad. Y no puede tenerla porque no se puede querer vencer cuando uno niega estar combatiendo. Sin guerra no puede haber victoria. Encima ni siquiera hacemos lo que decimos que hemos ido a hacer, reconstruir el país. Ni lo intentamos. Nuestra única misión allí es defendernos.
El Partido Popular ha venido apoyando la política de Zapatero en Afganistán. Tal respaldo tuvo sentido mientras los Estados Unidos conservaron el objetivo estratégico de derrotar a los talibanes e impedir que volvieran al poder. Aunque la ayuda española fuera escasa, nuestra presencia al menos era el reflejo de nuestra solidaridad con el objetivo principal de la misión: impedir que Al Qaeda volviera a disponer del santuario que para ella fue Afganistán antes del 11-S. Sin embargo, llegado Obama al poder, la estrategia norteamericana no es que haya cambiado, es que ha desaparecido. Ya no hay objetivo estratégico. Bueno, sí. Hay uno: salir de allí del modo que la imagen de Obama se vea lo menos perjudicada posible.
Puede que a los norteamericanos les compense soportar algunas bajas para que Obama se retire de Afganistán con el honor intacto. Pero no veo razón para que tengamos que soportarlas nosotros, los españoles. Sin embargo, puede que debamos seguir junto a nuestros aliados a esperar un acuerdo común de retirada, que será cuando a Obama le convenga, para conservar el prestigio de España como aliado leal. Y que, para conservar ese prestigio, debamos aceptar las bajas que antes de retirarnos tengan que producirse. Y puede que sea muy correcto y responsable que el PP respalde esa política. Pero maldita la gracia que tiene apoyarla cuando el que la dirige es quien dilapidó nuestro prestigio y nos dejó como cobardes y desleales frente a los aliados cuando retiró nuestras tropas de Irak unilateralmente. ¿Tiene sentido que el cabo Cabello Santana, que en paz descanse, haya muerto para que España conserve el prestigio que su actual presidente había previamente tirado a la basura?
Si el PP ha de respaldar nuestra presencia en Afganistán, al menos debería hacerlo sin dejarse arrastrar por las contradicciones de Zapatero. Eso exige hacer cuatro cosas: defender que Irak y Afganistán son jurídica y estratégicamente lo mismo; reclamar a Zapatero que a su vez exija a Obama una estrategia de victoria y que deje de imponer otra de derrota y retirada para, de no hacerlo, volvernos a casa unilateralmente; demandar a la ministra de Defensa que cambie las reglas de combate para que nuestros soldados puedan atacar en el desarrollo de su misión, que no puede ser otra que la de vencer a los talibanes; y la última y más importante, votar en contra de toda iniciativa del Gobierno relativa a Afganistán mientras Zapatero no acepte estos planteamientos.
Allí están muriendo españoles. Lo hacen por España, o sea, por todos nosotros. Y ni el Gobierno ni la oposición saben decirles a sus familias por qué deben soportar un sacrificio tan extremo. Sólo saben que Obama es un tío fantástico. Pena de país. (Emilio Campmany/LD)
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