MUNAR LOS IMPUTA A TODOS.
El Parlamento es la primera institución de esta autonomía en la medida que es la cámara que representa a los ciudadanos de estas Islas. Ya resultaba una anomalía que una parte significativa de sus diputados estuvieran imputados. Ahora, la ordalía se perfecciona: la presidenta está imputada. Por fin preside un parlamento de imputados. Ejemplar.
Es evidente que la imputación de Munar supone un auténtico terremoto en nuestro atribulado escenario político. Ha sido destrozada, gracias al Tribunal Superior de Justicia de Baleares, la hipótesis del “pacto de inmunidad” que, últimamente, resultaba no ser una inmunidad para UM, sino inmunidad intransferible y personal: la inmunidad de Munar y punto. Esto también ha sido destrozado. Habida cuenta el principio pacta sunt servanda- los pactos están para ser cumplidos- habrá que ver que es lo que ocurre por esta rescisión unilateral del contrato por una de las partes contratantes.
La cuestión es más compleja aún moralmente hablando, a pesar de que los escrúpulos morales no han sido precisamente un atributo de Antich, de Armengol, de Calvo, del PSM y del Bloc. Todos ellos están en los puestos que detentan porque la corrupción los ha aupado al poder. Han mirado hacia otro lado- todos sin excepción- y han cerrado los ojos indecente y dolosamente cada vez que la corrupción del otorgador del poder- UM- se manifestaba rampante a través de imputaciones , escándalos y mangurrinadas a gogó. Sólo un PP inexistente como oposición no les ha recordado un día si y otro también la naturaleza esencialmente corrupta del pacto que han llevado a cabo. Le bastaba con lamerse sus propias heridas.
Ahora, sencillamente, la cosa ha sido más grave a modo de gran traca: la imputada es la presidenta de cotarro, la que, con Antich, ha diseñado las estrategias para el cambio de cromos: yo te doy el poder y tu me garantizas inmunidad. Cada vez resulta más insostenible un gobierno basado en estas indecencias, por muy culos di ferro y caras di ferro que sean todos ellos sin excepción. En realidad, casi da lo mismo que Munar se vengue por incumplimiento de contrato. El problema es que la imputada no es sólo Munar sino, de rebote, todos ellos.
Todavía recuerdo el caso del flamígero Pere Sampol- dispensador de bulas y consejos morales- cuando Grosske denunció que los parlamentarios estaban cobrando ilegalmente unas dietas. Sampol, transido de decencia sobrevenida, anunció que devolvería los dineros porque no quería que sus votantes le escupieran en la cara por la calle. Que se sepa no devolvió nada los lapos indignados, en todo caso, le resbalaron tranquilamente por por su rostro que, en mallorquín, llamamos barra y a su propietario, barrut. Ahora, corregido y aumentado en cuantía y gravedad, se repite la historia. Y, también ahora, todo tiene pinta de resolverse igual que los lapos contra Sampol: callando, mirando hacia otro lado y limpiándose el rostro pálido con el oportuno pañuelo. (Antonio Alemany/LB)
Es evidente que la imputación de Munar supone un auténtico terremoto en nuestro atribulado escenario político. Ha sido destrozada, gracias al Tribunal Superior de Justicia de Baleares, la hipótesis del “pacto de inmunidad” que, últimamente, resultaba no ser una inmunidad para UM, sino inmunidad intransferible y personal: la inmunidad de Munar y punto. Esto también ha sido destrozado. Habida cuenta el principio pacta sunt servanda- los pactos están para ser cumplidos- habrá que ver que es lo que ocurre por esta rescisión unilateral del contrato por una de las partes contratantes.
La cuestión es más compleja aún moralmente hablando, a pesar de que los escrúpulos morales no han sido precisamente un atributo de Antich, de Armengol, de Calvo, del PSM y del Bloc. Todos ellos están en los puestos que detentan porque la corrupción los ha aupado al poder. Han mirado hacia otro lado- todos sin excepción- y han cerrado los ojos indecente y dolosamente cada vez que la corrupción del otorgador del poder- UM- se manifestaba rampante a través de imputaciones , escándalos y mangurrinadas a gogó. Sólo un PP inexistente como oposición no les ha recordado un día si y otro también la naturaleza esencialmente corrupta del pacto que han llevado a cabo. Le bastaba con lamerse sus propias heridas.
Ahora, sencillamente, la cosa ha sido más grave a modo de gran traca: la imputada es la presidenta de cotarro, la que, con Antich, ha diseñado las estrategias para el cambio de cromos: yo te doy el poder y tu me garantizas inmunidad. Cada vez resulta más insostenible un gobierno basado en estas indecencias, por muy culos di ferro y caras di ferro que sean todos ellos sin excepción. En realidad, casi da lo mismo que Munar se vengue por incumplimiento de contrato. El problema es que la imputada no es sólo Munar sino, de rebote, todos ellos.
Todavía recuerdo el caso del flamígero Pere Sampol- dispensador de bulas y consejos morales- cuando Grosske denunció que los parlamentarios estaban cobrando ilegalmente unas dietas. Sampol, transido de decencia sobrevenida, anunció que devolvería los dineros porque no quería que sus votantes le escupieran en la cara por la calle. Que se sepa no devolvió nada los lapos indignados, en todo caso, le resbalaron tranquilamente por por su rostro que, en mallorquín, llamamos barra y a su propietario, barrut. Ahora, corregido y aumentado en cuantía y gravedad, se repite la historia. Y, también ahora, todo tiene pinta de resolverse igual que los lapos contra Sampol: callando, mirando hacia otro lado y limpiándose el rostro pálido con el oportuno pañuelo. (Antonio Alemany/LB)
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