domingo, 2 de mayo de 2010

POLÍTICA Y JUSTICIA.








El juez Garzón representa a la política y no a la justicia, según el hispanista estadounidense Stanley G. Payne, quien ha afirmado que su investigación sobre los crímenes del franquismo es una "broma de mal gusto".

Efe. Madrid

02-05-2010 (El Imparcial)

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Para el hispanista estadounidense Stanley George Payne, el juez Baltasar Garzón "no representa a la justicia, sino a la política" y su investigación de los crímenes del franquismo suponen "una broma de mal gusto".

Stanley G. Payne, que acaba de publicar "¿Por qué la República perdió la Guerra?" (Espasa), considera que mientras que la derecha española "ha admitido" los crímenes del franquismo y "sus errores", la izquierda aún "no ha hecho autocrítica".

En una entrevista con Efe, considera que Garzón "se contradice a sí mismo", por que cuando hace años se le pidió la persecución de Santiago Carrillo aludió a una amnistía, "algo que ignoraba cuando quería perseguir a las derechas", y añade que "alguien que se porta así, no representa a la justicia, sino a la política".

Payne en su obra aporta un análisis diferente sobre las circunstancias externas e internas que influyeron en la Guerra Civil, al considerar que los historiadores españoles "siguen en la vía de la negación freudiana" con respecto a ciertos aspectos de esta contienda.

En este sentido, el escritor, Doctor en Historia por la Universidad de Columbia, lamenta que la izquierda aún hoy "persista en presentar un proceso revolucionario violento", como el que tuvo lugar en la Guerra Civil, como algo "democrático".

En su opinión, mientras que la derecha española ha admitido y reconocido "sus errores", la izquierda "todavía no ha hecho autocrítica", responsabilidad que -dice- tiene pendiente, aunque añade que "la nueva ideología -el buenismo o corrección política- disfraza la realidad".

Un análisis diferente de la República, una atención "equilibrada" al problema de la "guerra de religión", un análisis "objetivo" de la represión, una discusión de todas las dimensiones de las intervenciones extranjeras y una discusión más amplia de su lugar en la historia militar general y en la historia europea son algunas de las novedades que, según su autor, aporta el libro.

Según Stanley G. Payne, el contexto internacional de comunismo y fascismo tras la I Guerra Mundial "exacerbó a las pasiones en España" y supuso el desencadenante de la Guerra Civil, en la que -dice- "no hubo guerra relámpago, sino ataques frontales".

Para el historiador, el asesinato del líder monárquico José Calvo Sotelo en julio de 1936 precipitó de forma clara la sublevación de Franco contra la República, porque aunque la conspiración militar ya estaba en marcha, "era una conspiración débil".

"Muchos más se lanzaron a ella" tras el asesinato de Calvo Sotelo, según Payne, quien asegura que "no fue tanto el asesinato en sí, sino el hecho de que la policía del Estado republicano secuestrara y asesinara a un miembro del Parlamento", algo que -añade- "se creía que indicaba que bajo el Frente Popular ya no existía la menor garantía de la vida".

Entre los principales errores de los republicanos este hispanista cita la revolución, "que desperdició las energías"; la "floja" política militar en las primeras semanas y el hecho de depender de meras milicias; la ausencia de unidad; la no intervención y su dependencia de los comunistas; y el hecho, "muy lógico, de que Stalin no quería arriesgar demasiado".

Además, en su opinión la guerra de la República contra la religión "les hizo un daño enorme", al tolerarse la quema de conventos, las agresiones a los religiosos y a los católicos y promoverse un plan para dar fin a la educación católica".

Para Stanley G. Payne, con la Guerra Civil "toda España perdió, con la excepción de algunos militares y algunos otros que se beneficiaron de la dictadura".

No obstante, la contienda sirvió para que los españoles aprendieran "a largo plazo", y fruto de ese aprendizaje -dice- es el "éxito de la transición".

"Los únicos que representan el espíritu de 1936 son unas pocas gentes en la izquierda junto con algunas figuras de la derecha", asegura Payne, académico de la Real Academia Española de la Historia desde 1987, quien considera que la crispación actual es, en comparación, "poca cosa y meramente un intento de marcar puntos políticos".

Para Payne, "la época de las revoluciones, y de las grandes contrarrevoluciones a lo Franco, ya ha pasado".

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