jueves, 6 de mayo de 2010

POPULISTAS BANANEROS. CAT







POPULISTAS BANANEROS. CAT

José Montilla, el Presidente de la Generalidad de Cataluña, ha advertido al líder del Partido Popular, Mariano Rajoy, de que Cataluña no puede aceptar una sentencia, por legal que sea, dictada por un Tribunal Constitucional con una legitimidad más que cuestionada y de que un fallo restrictivo puede fracturar las relaciones entre Cataluña y España.

En un país normal, José Montilla debería dimitir. Además, tendría que soportar las risas generalizadas por decir payasadas anticonstitucionales. Pero estamos en España. Una España disminuida gracias a la desvergüenza y deslealtad de los nacionalistas, como Montilla, y a la cobardía de los socialistas y los populares. Cada uno con su respectiva dosis de responsabilidad.

En primer lugar, ‘Cataluña’ no puede aceptar, ni dejar de aceptar nada. Solamente las personas de carne y hueso pueden aceptar, o dejar de aceptar. Pero Montilla adora al animal metafísico, ‘la nación catalana’. Hasta tal punto llega su delirio, que lo humaniza, lo convierte en un ser humano grandote, que baila sardanas, es socio del ‘Barsa’ y se enfada con el Tribunal Constitucional. Esto sería aceptable si fuese una forma de hablar. Pero no es su caso, ni el de los catalanistas como usted.

En segundo lugar, las bobadas se vuelven peligrosas cuando el Presidente de una Comunidad Autónoma se atreve a negar validez a una sentencia, ‘por legal que sea’. Esto significa que un Presidente, que forma parte de la estructura del Estado español, niega validez a uno de los fundamentos del propio Estado, y de las reglas de juego democráticas que han permitido que sea elegido Presidente. Con otras palabras, Montilla niega la legalidad vigente. Montilla se sitúa fuera de la ley. Como un delincuente. Aunque no todos los delincuentes rechazan la legalidad vigente. Solamente violan alguna de sus normas. Y sufren el castigo correspondiente. Algunos se atreven a rechazar la legitimidad del tribunal. Como los terroristas de ETA. Y Montilla.

Este es el Presidente de la Comunidad Autónoma de Cataluña.

En tercer lugar, ya en plan delincuente político, amenaza: un fallo restrictivo puede fracturar las relaciones entre Cataluña y España. Señor Montilla, además de un chulo, es usted un peligroso irresponsable. Usted solamente quiere sentencias que le sean favorables. Es usted un jugador de ventaja. Si no gana, rompe la baraja. Peor que un niño malcriado.

Espero que haya muchos catalanes que se sientan avergonzados de tener un Presidente como usted. En otro caso, es que la enfermedad identitaria se ha desparramado por la sociedad catalana, como una mancha de aceite. Una sociedad, en tal caso, aletargada y cobarde. Una sociedad que calla, cuando los comisarios de la conciencia nacional expulsan de su tierra a uno de sus hijos ilustres, Albert Boadella. Y no es la única indecencia de la que tendrán que responder. Al menos ante el tribunal de la Historia y de las personas honestas.

Si tan negros augurios fueran ciertos, los catalanes se merecen tenerle de Presidente. Ya sabe, ‘Todo pueblo tiene el gobierno que se merece’. Si puede elegirlo. No es un alivio, pero Zapatero no es mejor que usted.

Sebastián Urbina.

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