SI ESTO ES CIERTO.....
La traición es un componente esencial del poder. Desde la mitología griega hasta Mario Conde al que, por cierto, no le faltó un Marco Junio Bruto pero sí un augur como Spúrina que, al igual que a César, le advirtiese: “Guárdate, Mario, de los idus de marzo”. Junto a la vanidad, la ambición y el dinero, la traición es el componentes básicos del poder. Es más, es el catalizador del poder.
De ahí que en la memoria colectiva de los teles-pectadores que vieron, el pasado viernes, la emisión especial de El Gato al Agua en Intereconomía TV, sobre la peripecia vital de Mario Conde, estallara como una flatulencia de Judas o de Bruto, de Fouché o del mismísimo Fernando VII, el célebre verso del Cantar de Mío Cid: “¡Oh, Dios, qué buen vasallo si hubiera buen señor!”.
Porque eso, exactamente eso, es lo que le hicieron a Mario Conde desde el poder para que no irrumpiera en él con la misma fuerza y el mismo éxito que, previamente, había tenido en la empresa y en la banca. He ahí la ecuación en virtud de la cual la aristocracia del dinero aliada con la aristocracia de la política deciden eliminar a Mario Conde al que, ya con un pie en el estribo del furgón policial que le acabaría conduciendo al infierno de Alcalá Meco, le hicieron una oferta, envuelta en la seda y en la trampa de Vitto Corleone, que Mario Conde sí rechazó: comprarle sus acciones de Banesto por una cifra vertiginosa, 30.000 millones de pesetas del año 1993.
El valor del testimonio de El Gato al Agua viene avalado por las palabras de Luis María Anson, privilegiado testigo de los acontecimientos y de la urdimbre de la trama con que tejieron la mortaja civil de Mario Conde. Anson estaba allí, en el despacho de Narcís Serra en la vicepresidencia del Gobierno en el complejo de la Moncloa, cuando el ladino socialista catalán (con más dioptrías que talento) recibe la llamada telefónica que condena a la muerte civil a Mario Conde y la orden explícita de su ejecución inmediata.
Luis María Anson contó, con valor y con prudencia, con serenidad y contundencia, cómo Mario Conde pasa de ser visto con simpatía por el aparato del poder a ser contemplado con recelo y, finalmente, con miedo porque se había configurado ya como un líder social surgido al margen de la estructura bipartidista y que, además, había sido expresamente bendecido con el padrinazgo del que entonces era el gran patriarca de la derecha sociológica española, Manuel Fraga. Justo en ese momento, con un Aznar frágil, muy frágil, y un Felipe González hastiado y sucio de corrupción hasta los tuétanos, el bipartidismo que padecemos cierra el cuadro y se pone el cuchillo entre los dientes para abortar la posibilidad embrionaria de que Mario Conde trasladase su más que evidente liderazgo social y su éxito empresarial a la política. Ahí nace la alianza tácita y táctica entre Aznar, Felipe González y la banca para eliminar a un outsider que es una amenaza para el sistema… por eso siempre he creído que cuando un partido político come, la banca eructa por él.
Luis María Anson relató en El Gato al Agua los entresijos y la intrahistoria de la ejecución y muerte civil de Mario Conde, pero veló, en nombre de sus viejas, conmovedoras y respetables lealtades los nombres de los muñidores que diseñaron la operación constitucional que haría de Mario Conde el presidente de un Gobierno de concentración nacional para sacar a la España del 93 de la gravísima crisis en la que estaba sumida. Idéntica, por cierto, a la de la España de 2010. Anson no quiso desvelarlo, pero Mario Conde tampoco. En cualquier caso lo que ambos contaron en El Gato al Agua fue más que suficiente… de momento.
Fue más que suficiente como para que don José Ortega y Gasset nos hubiera vuelto a decir a todos, si hubiera estado en El Gato al Agua: “ Españoles, vuestro Estado no existe. ¡Reconstruidlo!”.(La Gaceta)
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Si esto es cierto, estamos controlados por mafias.
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