FUTURO ALARMANTE.
MIENTRAS algunos políticos oportunistas juegan sus bazas a corto plazo, la sociedad internacional afronta el siglo XXI como un ambicioso juego de ajedrez político, económico y geoestratégico. Estados Unidos, la UE y Japón sufren el desafío de las potencias emergentes y de otros países —sobre todo asiáticos— que tienen mucho que decir en el presente y en el futuro.
Las perspectivas no pueden ser más alarmantes. España está ya fuera del «top ten» de las grandes economías del mundo, y las previsiones de los expertos reducen en dos tercios nuestro papel en la economía internacional para 2030.
Hoy informa ABC sobre el documento elaborado por la consultora Goldman Sachs, que merece ser leído con la máxima atención. Todos los «grandes» de la UE, especialmente Alemania, verán reducido su peso específico ante los nuevos «gigantes» que reproducen a ritmo vertiginoso el milagro económico que tuvo lugar en Europa tras la Segunda Guerra Mundial. Por cierto, que el secreto del éxito se debe en buena medida al rigor presupuestario y la disciplina fiscal, así como a un potencial demográfico espectacular, en contraste con el estancamiento de las viejas potencias.
A medio plazo, la clave está en la consolidación del Estado de Derecho y los principios democráticos en países que están generando unas fuertes clases medias pero carecen de instituciones sólidas y sufren el lastre de una larga tradición autoritaria. Igual que el resto de Europa, pero todavía con más motivos, España tiene que despertar cuanto antes para asumir que la fiesta se acabó y hay que trabajar duramente con el fin de afrontar un reto de grandes dimensiones. El localismo de vía estrecha y el partidismo para salir del paso «como sea» conducen directamente al abismo. Por supuesto, nuestro sistema educativo exige una reforma urgente en favor de la calidad y la excelencia, porque la sociedad del conocimiento y de la información nos obliga a competir con adversarios que han tomado la iniciativa. El futuro ya está aquí, y la sociedad española tiene que hacer caso a las voces sensatas que reclaman un cambio de rumbo en la política, la economía y el sistema de valores. Cerrar los ojos a la realidad es siempre una actitud suicida. (ABC)
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¡Vote progreso! ¡Vote socialista!
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