miércoles, 11 de septiembre de 2013

BUENAS NOTICIAS.

 (¡Al fin, buenas noticias!)




 Manuel Serrano, que lidera la investigacón, y María Abad, primera autora del trabajo. En la foto de abajo, el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas de Madrid.



BUENAS NOTICIAS.
Día 11/09/2013 - 19.32h

El trabajo, publicado en «Nature», va un paso más allá de lo conseguido por Yamanaka en 2006, que le valió el premio Nobel.


 
Los investigadores españoles, liderados por Manuel Serrano, director del Programa de Oncología Molecular del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), han descubierto además que estás células madre embrionarias obtenidas directamente en el interior del organismo, ratones vivos en este caso, tienen una capacidad de diferenciación mayor que las obtenidas hasta ahora en cultivos in vitro. Las inducidas in vivo por el equipo de Serrano se comportan como células totipotentes, capaces de originar cualquier de los tejidos del organismo y además otros que sólo se producen en el embrión, como la placenta, algo que hasta ahora no se había conseguido en el laboratorio. 

Este descubrimiento supone un paso más hacia la totipotencia y ampliaría las aplicaciones de las células madre inducidas (IPs) en medicina regenerativa. “Con los mismos cuatro genes que se reprograman las células adultas in vitro, se consigue llegar más atrás cuando se hace dentro del organismo, como si se mejorara el proceso de reprogramación. Esto se traduce en mayor plasticidad celular, en vez de ser pluripotentes, es decir, con capaciadad para diferenciarse en todos los tejidos del embrión”, estas células son totipotentes, lo que significa que además son capaces de originar en tejidos de soporte embrionarios, como la placenta”, explica María Abad, primera autora del trabajo. 

La ventaja, explica Abad, que “se podrían tratar enfermedades placentarias. Y ya que son más potentes y plásticas, quizá tengan también mejorada la capacidad de diferenciación a distintos órganos que las IPs, aunque esto está por ver”, aclara.

En 2009, en los primeros momentos de la reprogramación celular, el equipo de Manuel Serrano se planteó si sería posible reprogramar células in vivo, sin necesidad de extraerlas del organismo y cultivarlas luego en una placa de laboratorio. Hoy la revista “Nature” da a conocer su trabajo que demuestra que es posible lograrlo utilizando el mismo “cóctel” de cuatro genes que usó el investigador japonés Yamanaka para obtener por primera vez células madre embrionarias a partir de fribroblastos de la piel sin tener que recurrir a un embrión. La sorpresa ha sido que no sólo se puede sino que estas células reprogramadas directamente en el interior de los ratones vivos están además un paso por delante de las células pluripotentes inducidas (IPs) de Yamanaka. 

Lo explicaba Manuel Serrano el pasado mes de mayo en la Fundación Jiménez Díaz, donde recogió el premio de este año de la Fundación y pronunció la XLV lección conmemorativa, con el título “Nuevas fronteras de la reprogramación celular”. “La reprogramación celular in vivo es posible”, aunque gran parte de la comunidad científica creía que no, decía Marugán, adelantando datos de su trabajo aún sin publicar.

Este descubrimiento, explicaba en la Jiménez Díaz, “abre la puerta a la regeneración in situ en los tejidos bien aplicando los factores de reprogramación [genes] o con compuestos químicos, porque otra cosa que está por venir es la regeneración libre de genes”. Sus palabras evocaban la famosa obra de teatro de Jardiel Poncela, “Cuatro corazones con freno y marcha atrás”, la historia de cuatro personajes que que no sólo se convierten en inmortales, sino que además acaban rejuveneciendo. ¿Será posible en un futuro reparar los tejidos dañados dentro del organismo, en definitiva “rejuvenecerlos”? 

Aunque conceptualmente ahora se ha demostrado que es posible, “estamos en el primer paso en un organismo inferior como el ratón. Es un avance saber que se pueden reprogramar células en el mismo organismo”, aclara Abad. “Las IPs generadas in vitro hasta ahora se han diferenciado en numerosos tejidos [incluido el cerebro]. Sin embargo, el escollo principal es que esos distintos tejidos se integren en los órganos diana y sean funcionales. Idealmente ese escollo se evitaría si se pudiera hacer todo el proceso de reprogramación dentro del organismo y controlando el proceso de diferenciación”, explica María Abad. De momento, aunque se trata de un primer paso importante, las aplicaciones prácticas están aún lejanas, advierte Abad. 
(ABC)

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