La huelga, que algunos profesores están dispuestos a secundar, ha
dejado al descubierto algo que algunos hemos denunciado en otras
ocasiones y que no es otra cosa que la politización existente en una
parte del sector educativo.
Estoy convencido que esta huelga nada tiene que ver con cuestiones laborales, ni siquiera pedagógicas, y que la motivación principal es puramente política.
Es evidente que quienes dan clase una media de 176 días al año, mucho menos que el resto de los «mortales», trabajan unas 21 horas lectivas a la semana, mucho menos que el «resto de los mortales», por un sueldo medio bruto de unos 2.800 euros al mes, mucho
más que el resto de los «mortales», y tienen la seguridad de un empleo
garantizado, no pueden decir lo mismo la mayoría de los «mortales», pocos motivos laborales pueden tener para organizar una huelga,
cuando otros trabajadores en la empresa privada están viendo cerrar
empresas y reduciendo su salario además de trabajar más horas. Está
claro que no existe, o no debería existir, una motivación de origen
laboral para la huelga.
Podríamos considerar, hasta cierto punto aceptable también, que los
sindicatos educativos, la Assemblea de Docents y las asociaciones de
padres se hubiesen manifestado años atrás contra el Govern de turno por
un modelo educativo que nos ha llevado a un fracaso escolar del 39% de nuestros alumnos frente a un 25,9% de media nacional,
convirtiéndonos, por desgracia, en los últimos de España y
prácticamente los últimos de todos los países de la OCDE, tal y como
reflejan los indicadores internacionales en el último informe PISA.
Entendería que, en este caso, hubiera cierto malestar en la
«comunidad educativa» y especialmente en los padres, ante estos
calamitosos datos y, en consecuencia, se buscaran fórmulas para mejorar
los resultados educativos, incluso que se convocaran huelgas para que todos reaccionáramos ante el desmoronamiento de nuestro modelo educativo actual.
Sin embargo, estas cuestiones, que afectan gravemente a la formación de nuestros hijos y a su futuro, parecen
no preocupar, en lo más mínimo, a unos señores interesados solamente en
convertir las aulas en un campo de batalla político. Su preocupación tampoco es pedagógica, es política.
No buscan mejorar la calidad de la enseñanza, ni la modernización de las pautas educativas.
No buscan que los alumnos adquieran unas competencias que les hagan
mejores para afrontar los retos del futuro. La prueba está en que no han hecho nada en estos últimos años por mejorar los demoledores datos de los informes PISA.
Y, de hecho, aún esperamos que la federación de padres muestre cierta
preocupación por el bajo nivel educativo de Baleares. Hoy la FAPA, lejos
de interesarse por mejorar la educación, está haciendo un triste papel,
al convertirse en un mero tentáculo de los partidos catalanistas.
En el fondo, la única obsesión de estos colectivos es poder seguir colgando de las fachadas de los colegios los lazos catalanistas,
o poder exhibir sus camisetas verdes. Su interés no es pedagógico, sólo
ven en los colegios el instrumento perfecto para difundir el
nacionalismo catalanista y para echar de la educación cualquier signo
que pueda recordar que somos parte de España. Buscan en los colegios un
motivo para hacer oposición al PP, y les importa muy poco si ello
perjudica a los alumnos, a los que utilizan, de forma desvergonzada,
como escudos humanos para conseguir sus objetivos políticos.
Este grupo de profesores que harán huelga son los que no quieren formarse en inglés para que sus alumnos puedan adquirir conocimientos en este idioma, son los mismos que hacen política en las aulas e intentan adoctrinar a los estudiantes en el catalanismo radical.
Son los que presionan y hacen bulling a tantos profesores sensatos,
serios, laboriosos, tenaces y rigurosos cuyo único interés es enseñar a
sus alumnos, sufriendo, además, en silencio las amenazas y las burlas de
estos.
En este orden de cuestiones, es conveniente que todos ustedes sepan
que los salarios que se les van a descontar a los profesores que se
«apunten» a la huelga ( aproximadamente 130 euros menos, a la que hay
que sumarle la parte proporcional de la paga extra de navidad, y,
además, como novedad, se les descontará los sábados y domingos) servirán para que la Conselleria los pueda destinar a finalidades que sí tengan que ver con el futuro de nuestros alumnos.
Y, dado que estamos hablando de descuentos, también es conveniente que
los docentes que se «apunten» a la huelga sepan que hasta la fecha, a
los instigadores de las mismas, léase sindicalistas
apoltronados/as, NO se les descontaba de su sueldo los días que hacían
huelga, pero este año va a ser diferente. Es decir, que estos señores/as que, únicamente, trabajan los días de huelga, verán recortados sus emolumentos al igual que el resto de «huelguistas». Todo un acierto en aras a la igualdad.
Para finalizar, ciertamente, la educación pública necesita una urgente reconversión.
Son demasiados años de inercias y vicios que nos han llevado a obtener
los peores niveles educativos de Europa. En una empresa privada, el
trabajador que no funciona, no trabaja o no tiene buenos resultados, es
despedido. En cambio, en la enseñanza pública no tiene consecuencias ser un mal profesor. No puede ser que con el dinero de todos estemos pagando a profesores que enseñan mal,
deforman o manipulan, o no muestran ningún interés en reciclarse.
Es
imprescindible apostar por un sistema de evaluación continua para los
profesores. Se deben poder medir sus resultados y pedir explicaciones si
no se alcanzan los objetivos. Necesitamos una educación moderna y de
calidad, con un profesorado bien preparado y motivado. Y quien no quiera
sumarse a este carro, que lo abandone, o directamente que se prescinda
de sus servicios. Lo positivo de esta huelga es que sabremos,
con nombres y apellidos, quienes están preocupados por el futuro de
nuestros hijos, y quienes, por el contrario, juegan con los alumnos para conseguir objetivos políticos. (ElMundo/Baleares)
*Antoni Camps Casasnovas es diputado autonómico del PP y miembro de la Comisión de Educación del Parlament de les Illes Balears.
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