miércoles, 17 de julio de 2019

DEMOCRACIA E INQUISICIÓN PROGRESISTA







DEMOCRACIA E INQUISICIÓN PROGRESISTA.


Seguramente les suena eso del ‘Tea Party’. Un movimiento formado por una multitud de agrupaciones locales de ciudadanos unidos por su oposición a programas políticos que consideran estatalistas. De ahí que no solamente se opusieran a la Ley (2009) de Reinversión y Recuperación de Estados Unidos del presidente Obama, sino que también se opusieron a la Ley (2008) de Estabilización Económica de Urgencia del presidente G. Bush. La idea general es que las medidas intervencionistas pueden desnaturalizar el sistema económico americano, que estaría basado en el libre mercado. Además, son desconfiados con el gasto público. Dentro de este conglomerado (Tea Party) hay conservadores y liberales, con diversas variantes.

Este breve comentario sitúa mejor una editorial del diario El País, en el que decía que el ‘extremismo del Tea Party ataca a la economía mundial tras contaminar la política democrática’. ¡Nada menos! Algunos de los calificativos que utilizaba para referirse a este movimiento eran, ‘fanático’ y ‘xenófobo’.

¿A qué viene todo esto? Viene, a que la cultura política dominante- tanto en USA como en España- no tolera que la derecha siga caminos propios y diferentes- o enfrentados- a los caminos de la izquierda. Los únicos verdaderos. Por ejemplo, si usted defiende el libre mercado sin complejos, o defiende la contención- más o menos drástica- del gasto público, será considerado de extrema derecha. Tratar de insuflar algo de liberalismo económico frente a la generalizada tendencia socialdemócrata, de más gasto público y despilfarro, es de ultraderecha. Recordemos que las acusaciones de liberalismo o neoliberalismo, se hacen en contextos en los que el Estado controla- aproximadamente- el 50% del Producto Interior Bruto. ¡Menudo liberalismo!

Un ejemplo. En el mes de junio de 2019, un cargo político de la nueva Junta de Andalucía (PP,C’s, Vox), declaraba públicamente, que uno de los ‘chiringuitos’ socialistas de promoción cultural, tenía un presupuesto de 25 millones de euros. 18 millones iban a gastos de personal y cinco millones a otros menesteres distintos al cultural propiamente dicho. ¿Qué es lo que quedaba para el objetivo oficial del ‘chiringuito’, que era la ayuda/promoción cultural?  Un millón de euros.

No digo que todo el gasto público sea tan absurdo y despilfarrador, pero sí buena parte, porque la cultura política dominante es socialdemócrata. Queda muy bien gastar a manos llenas. La ministra de Hacienda, M.J. Montero critica- julio 2019- el "mantra" de que el dinero "donde mejor está es en el bolsillo" de los contribuyentes. O sea, usted gana el dinero con su trabajo y donde mejor está es en manos de esta señora socialista. Los contribuyentes serán molidos a impuestos para hacer frente a tanto gasto. Tranquilos, se lo cargaremos a los ricos. Es lo que se vende al público, aunque sea falso. Los mayores palos impositivos los sufre la clase media. Dejamos aparte los gastos muy justificados relativos a sanidad, educación y defensa.

En el doble sentido de que se trata de tareas que cualquier ciudadano entiende plenamente justificadas- salvo los descerebrados de siempre- y de que deben ser adecuadamente justificadas internamente.   Porque los paganos, los ciudadanos, tienen derecho a saber que sus dineros se han gastado correctamente.

Otro ejemplo. Relativo al odio/desprecio progresista a la propiedad privada. En este año 2019, el conocido empresario Amancio Ortega regaló a la sanidad pública varias máquinas muy sofisticadas- y caras- para curar el cáncer. Fue objeto de críticas durísimas de la izquierda. ¿Por qué? Porque la izquierda, también, odia la excelencia. Amancio Ortega creció desde abajo, y consiguió crear mucha riqueza y muchos empleos. Parte de esta riqueza la ha regalado a la sanidad pública. Además de pagar los impuestos correspondientes. Seamos progres. Odiemos a los ricos.

Ahora pasemos del ‘Tea Party’ a Vox. Vox aparece en la escena política en 2013, y su presidente fue- y es- Santiago Abascal. Anteriormente, militante del Partido Popular. De los que estaban amenazados de muerte por ETA. De hecho, tenía que llevar guardaespaldas. Sería excesivo analizar- en este artículo- el programa político de Vox. Pero si uno entra en su web, puede leer esto: ‘Nuestro proyecto se resume en la defensa de España, de la familia y de la vida; en reducir el tamaño del Estado, garantizar la igualdad entre los españoles y expulsar al Gobierno de tu vida privada’.

Si se repasan las cien medidas que se tomaron después del exitoso mitin, en Vistalegre, el 7 de octubre de 2018, no hay ni una que sea inconstitucional. Incluso sus controvertidas propuestas de reducir el Estado Autonómico y recentralizar, o disminuir, ciertas competencias, se harían respetando los cauces legales para hacerlo.

Entonces ¿por qué izquierda, derecha acomplejada y medios de comunicación, en general, se lanzan a la yugular, calificándolos de peligrosos fachas?

En junio, la portavoz socialista, señora Celáa, blanqueaba  a Bildu. Los herederos políticos de ETA. Dijo que todos los partidos (diputados) que se sientan en los escaños del parlamento eran legales y legítimos. Esto se debía a que el PSOE (Pedro Sánchez) pactó con Geroa Bai (la marca navarra del PNV) en Navarra, para controlar el Parlamento. La jugada socialista/nacionalista se completaba permitiendo la entrada de EH Bildu (Izquierda abertzale soberanista) en la mesa de la Cámara.

Pactar con los amigos de ETA (con el terrorista Otegui entrevistado en TVE), enemigos declarados de España, sería, para los socialistas, legal, legítimo y progresista. La izquierda mediática- que cuasi monopoliza la información/desinformación en España- consigue que incluso PP y C’s procuren no rozarse con Vox.  C’s ni siquiera acepta negociar. Han asumido el lenguaje de la izquierda. ¡Vox, fachas!

Lo que no tolera la izquierda- aparte de que la ‘derecha trifálica’ le quite los sillones- es que alguien pueda romper la dictadura cultural que ellos cuasi-monopolizan. Es de ultrafachas criticar el multiculturalismo, el relativismo, el movimiento LGTB, el feminismo radical, cuestionar la Memoria Histórica- de izquierdas- etcétera. De ahí el necesario Ministerio de la Verdad Progresista.

Cada vez que usted deja de decir algo políticamente incorrecto, por miedo, es una victoria de la Inquisición progresista. No es broma. Es su libertad.

Sebastián Urbina.

 (Publicado en ElMundo/14/7/2019.)

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