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miércoles, 6 de agosto de 2008
TALANTE.
5/8/2008.
TALANTE.
Justicia o venganza. La salida a la calle del etarra Iñaki de Juana Chaos, un asesino sin rehabilitar, autor de 25 asesinatos saldados con una pena ridícula y que apenas tardó horas en ultrajar a las víctimas y en reivindicar su condición de terrorista, ha reabierto la polémica acerca de la naturaleza, fines y eficacia de las penas privativas de libertad, pero sobre todo ha vuelto a traer a la actualidad el debate sobre la cadena perpetua.
Lo cierto es que la Constitución española eliminó de la legislación la pena de muerte y la cadena perpetua. Y, además, instituyó en su artículo 25.2 que las penas de prisión deben estar orientadas "hacia la reeducación y reinserción social". Por este motivo, PSOE y PP rechazan la posibilidad de que alguien pueda ser condenado a reclusión permanente, ya que ese tipo de pena no permitiría al reo reeducarse y reinsertarse en la sociedad tal y como establece nuestra Carta Magna.
El Código Penal español estableció a partir del año 2003, con el Gobierno del Partido Popular, el cumplimiento íntegro de las penas elevando además el límite máximo de cumplimiento a 40 años (artículo 76). Así, el entonces jefe del Ejecutivo, José María Aznar, defendió en primera persona la reforma porque él no podía aceptar que saliese barato ser terrorista en España. Aún así, nuestro sistema penal es más beneficioso para el reo que el de otros países con amplia tradición democrática de la Unión Europea.
En Francia, Italia, Reino Unido o Alemania mantienen en sus legislaciones la cadena perpetua para delitos muy graves. El Código Penal francés contempla incluso diversos tipos de reclusión permanente como castigo por los crímenes contra la Seguridad del Estado, el homicidio y el asesinato, según la gravedad de los hechos. En la primera modalidad, el condenado puede obtener la libertad condicional a partir de los 15 años. (Ricardo Rodriguez).
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Quiero recordar, una vez más, a la minoría de lectores que escriben comentarios groseros e insultantes, que no serán publicados. Podría hacerlo para mostrar a los demás lo poca cosa que son. Pero se esconden en el anonimato para dar rienda suelta a su pequeñez, rencor y cobardía. Recordemos, también, que los lectores puedan opinar lo que quieran. Se entiende que la opinión va entrelazada con la argumentación. Pues eso, opine y defienda su postura dando argumentos. Pero no utilizando palabras o frases malsonantes que sólo muestran la pobreza intelectual y moral del que las escribe.
Sebastián Urbina.
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