Xavier Pericay: "El PSOE es el gran culpable de lo que está ocurriendo en materia lingüística"
Christian Rubio (PD).- Para Xavier Pericay, España es un país único: "Sólo en este país algunas políticas lingüísticas han ido en contra de los hablantes que usan esta lengua". El filólogo y periodista también lamenta la actitud del PPC de Sánchez-Camacho de no haber querido firmar el manifiesto como una línea "muy desalentadora" en materia lingüística con que le ha seguido el juego al PSC de Montilla.
En el libro “¿Libertad o coacción?”, editado por FAES y del cual es usted editor menciona en la Introducción que España es un caso único en política lingüística y que siguió un modelo no reproducido en otros países. ¿Por qué es tan singular el caso español?
Realmente no hay ningún otro país en el mundo que posea una lengua común que se encuentre en la situación en la que se encuentra España, donde algunas políticas lingüísticas han ido en contra de los hablantes que usan esta lengua. Se ha privilegiado la llamada “lengua propia”, la hablada únicamente en esos territorios, por encima de la lengua común. Un ejemplo es el caso belga, al que se apela últimamente. Bélgica no tiene lengua común. Insisto, ni en Europa ni en el mundo hay un caso como el español.
¿Por qué el Estado español jamás ha ejercido sus atribuciones en materia lingüística, dejando el artículo 3 de la Constitución en papel mojado?
Por varias razones. Primero porque la Constitución del 78 no es tan explícita como la del 31. La Constitución republicana era mucho más firme en todos estos aspectos. Por un lado blindaba mucho más el uso y el conocimiento de la lengua y por otra parte no era tan condescendiente con las demás lenguas que se hablan en España. En cambio la Constitución actual, aunque el primer apartado del artículo 3 haga referencia a la defensa del castellano, los 2 siguientes apartados establecen fórmulas para proteger las demás lenguas españolas. Esto es lo que ha servido al Tribunal Constitucional para dar la razón a cuantas políticas lingüísticas se han creado, sobretodo en Cataluña. La única sentencia que yo recuerdo que fuera contraria a los intereses de las políticas lingüísticas autonómicas fue la de Galicia, en el año 83-84. Si el Constitucional da la razón a esas políticas eso significa que seguramente la Constitución también las da la razón. El nivel de indefinición y contradicción interna de nuestro texto constitucional permite, de algún modo, que se imponga el paradigma de las lenguas de forma sistemática, permitiendo que las lenguas minoritarias prevalezcan sobre los derechos de los ciudadanos. Esto tiene mal pronóstico. Parece que el resultado de cualquier recurso que pueda interponerse va a ser prácticamente siempre el mismo.
Es curioso, como señala usted, que tanto franquistas como antifranquistas se hayan puesto de acuerdo en arrumbar el español...
Al fin y al cabo la Constitución es hija de la transición, y era algo realmente necesario como un pacto entre “las 2 Españas”. Ahí hubo una cesión mutua entre ambas partes, y los únicos que no cedieron nada fueron los nacionalistas. Los nacionalismos, allí donde han actuado, han ido tensando la cuerda. Si a esa deslealtad, que se ha dado además en otros campos como el de la financiación, no se le corta las alas, seguirá volando. Basta ver el PSOE, por ejemplo. La resolución del último congreso sobre este tema o la política llevada a cabo durante la última legislatura, gobernando en Galicia, Cataluña o Baleares, ha sido favorable a los intereses nacionalistas, sus socios de Gobierno. Incluso el PP, menos proclive a ese tipo de políticas, ha jugado a este juego. Por eso la situación actual es la que es. El nacionalismo manda, y manda en muchos terrenos. No mandan los 2 grandes partidos nacionales, sino ese porcentaje residual que representa los votantes de los partidos nacionalistas. Pero como son necesarios para la gobernabilidad del Estado, nos encontramos con el drama. El PP habla, desde la oposición, de una Ley de lenguas que garantice el uso del castellano. Eso me parece muy bien, pero me gustaría ver como actúa si llega al Gobierno y necesita esos votos nacionalistas.
¿Entonces cree que Rajoy invertirá esta tendencia?
No lo sé. A mí insisto que me parece buena la iniciativa que propone con la Ley de lenguas. Es necesario que este tema se legisle. Pero al margen de ello, uno se encuentra con cosas sorprendentes. Por ejemplo, la actual presidenta del PPC considera que no tiene que firmar el manifiesto porque no refleja la situación real. Por supuesto cada uno es libre de firmarlo o no, pero lo importante es lo que uno piense. Me preocupa qué hay detrás de esta negativa de Alicia Sánchez-Camacho, esos indicios son muy desalentadores. Y digo todo esto sin confiar en absoluto en lo que pueda hacer el PSOE, que para mí es el principal culpable de lo que está ocurriendo porque su postura ante este tema ha sido de un cinismo supremo. Desde el primer gobierno tripartito, ya en el año 2003, hasta la situación en la que nos encontramos. En un país en el que hay una lengua común hablada por todo el mundo o como mínimo conocida por todo el mundo que no esté garantizada en todo el territorio es algo absolutamente insólito. Me cuesta muchísimo entender cómo los partido nacionales están sometidos al chantaje de los partidos nacionalistas.
La izquierda está inmersa en política lingüística en lo que usted denomina “espejismo de la igualdad”. ¿Puede explicar brevemente esta idea?
El concepto es muy sencillo. La igualdad es un tema sobretodo de la izquierda. En el campo de la enseñanza es, quizás, donde más se ve. Las reformas se basan en ese espejismo. La confusión entre lo que es la igualdad de oportunidades, que es algo que por supuesto se debe defender, y la igualdad de objetivos. El gran drama de nuestro sistema de enseñanza es creer que todos los españoles en edad escolar son iguales en el sentido que tienen las mismas capacidades y pueden llegar al mismo desarrollo como estudiantes. Esa idea, completamente demencial, es la que se aplica en España y así nos está yendo. Estamos en los puestos más altos en cuanto a nivel de fracaso. Lo mismo pasa con las lenguas. Considerar que todas las lenguas son iguales sin tener en cuenta cuál ha sido su desarrollo es absurdo. Es absolutamente imposible. Pero este es el argumento de la izquierda. La gran excusa del monolingüismo que se practica en Cataluña o que se intenta practicar en Galicia y País Vasco. Por ejemplo, en el mundo socioeconómico, el castellano es absolutamente mayoritario, y por ello hay que compensarlo de alguna manera. Pero es que si ponemos el castellano al lado del inglés se hará el mismo razonamiento. A nadie se le ocurriría decir que el castellano tiene que igualarse con el inglés. Es evidente que el catalán nunca será una lengua tan usada como el castellano ni en los mismos ámbitos. Creer de algún modo que las lenguas pueden igualarse es una barbaridad, el simple hecho de pensarlo ya lo es. Lo dramático de este asunto es que, cuando uno rasca un poco, ve que este pensamiento está en todas partes, incluso en el PP para entendernos.
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