Ángel Sastre Buenos Aires- Una Bolivia partida y ensangrentada. Bajo este contexto el país andino se prepara para celebrar el referéndum revocatorio mediante el cual el presidente Evo Morales, el vicepresidente y los prefectos se juegan en las urnas la continuidad de sus cargos. Sin embargo, los augurios más catastrofistas no provienen de la Prensa o la oposición. Era por boca del ministro de la Presidencia, Juan Ramón Quintana, que el Gobierno advertía ayer, «Bolivia está en el umbral de un verdadero golpe de Estado contra el orden constitucional» para derrocarlo y atribuía el plan a los gobernadores opositores de las regiones autonomistas. Por su parte la Organización de Estados Americanos (OEA) no era mucho más optimista y expresaba preocupación por el incremento de la violencia política en Bolivia, después de la muerte de dos personas en una manifestación a comienzos de la semana. En un comunicado, el secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, expresó «profunda preocupación», por la evolución de los acontecimientos en anticipo del referendo del próximo 10 de agosto. Mientras, manifestantes que se oponen al Gobierno impidieron la llegada del presidente boliviano a las ciudades de Santa Cruz y Trinidad. Morales -de gira para promocionar su imagen- tampoco pudo arribar a la sureña ciudad de Tarija, donde grupos de choque identificados como «autonomistas» cercaron el aeropuerto. Morales, cuyo respaldo se concentra en los distritos andinos occidentales, sufre una fuerte oposición de prefectos y comités cívicos de los departamentos de tierras bajas. (LaRazón) XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXX
Este es el resultado de los intentos, repetidos y fracasados, marxista-indigenistas.¿Cuándo aprenderán? Sebastián Urbina.
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