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domingo, 6 de enero de 2013
EL ORO DE AMÉRICA.
(Me encanta reproducir estas palabras de Pio Moa porque engrandecen la labor de España en América. Por supuesto, no todo se hizo bien, pero de ahí a demonizar a España y su gesta, hay un abismo. ¡Qué gesta más grandiosa!
La otra razón por la que me gusta reproducir escritos de Pio Moa, es que producen vahidos y urticaria al rojerío. ¡Es que no le soportan! Claro, se ha 'cargado' verdades oficiales de la izquierda acerca de la II República. Y esto no se puede perdonar. El monopolio de las verdades históricas (y de las otras) pertenece a la izquierda. ¡Facha el que lo niegue!)
EL ORO DE AMÉRICA.
Lo que extrajo España de América fue sobre todo plata, pero valga la expresión. Las ideologías indigenistas y similares sostienen que España “robó” ingentes cantidades de oro, empobreciendo así a los indios. Oro que sirvió para que España guerrease en Europa y que, según algunos –los indigenistas suelen preferir la “pacha mama” al cristianismo—se almacenó culposamente en el Vaticano.
La cosa es, por lo menos tan ridícula como si acusáramos a los romanos de “habernos” robado el oro del noroeste peninsular. España no existía entonces, es un producto de Roma, tal como no existían los países hispanoamericanos, que son una creación de España. Pero además el oro no tenía un valor económico para los galaico-astures ni para los indios, que lo trataban sobre todo por su valor ornamental y de prestigio para los elementos dominantes de sus sociedades, o para el culto. Por lo tanto, no pudieron empobrecerse por la pérdida del oro. Algunos creen que el cambio de oro por cuentas de colores en América fue una estafa, pero si pudo hacerse se debía a que los indios descubrieron de pronto unos objetos nuevos, que les parecieron más ornamentales que el ya conocido oro.
Para los españoles, mucho más civilizados que los indígenas, sí tenía el oro un valor económico. Según un tópico repetido, el poder de España descansó en el oro americano, pero en realidad su base principal fue la economía y los impuestos españoles, es decir, de la llamada Castilla en sentido muy amplio, excepto un Aragón poco poblado y empobrecido por unas oligarquías harto brutales.
¿Y qué aportó España a América a cambio de aquel oro? “Insignificancias” como la imprenta, el alfabeto, universidades y escuelas; ciudades que siguen siendo –las no arrasadas por una urbanización “moderna”-- las más bellas de América; grandes obras públicas y comunicaciones por gran parte del contiente; el fin de las guerras constantes y muy crueles entre los propios indios (el Imperio español fue durante tres siglos extraordinariamente pacífico, un caso muy infrecuente en la historia); la eliminación de costumbres como el canibalismo o los sacrificios humanos; un idioma que permitió romper la extraordinaria fragmentación de las lenguas indígenas; una religión incomparablemente más evolucionada que las a menudo terroríficas de aquellos pueblos.
Además, se produjo un intercambio de plantas y animales domésticos muy beneficioso tanto para América como para Europa, y una economía monetaria y una técnica mucho más avanzada que la anterior. Podríamos enumerar por largo tiempo lo que los españoles dieron a cambio de aquel famoso otro.
En cuanto al no menos famoso genocidio, no pasa de leyenda malévola. Por supuesto, se produjeron matanzas, como en todas las guerras, en Europa y en cualquier otro lugar. Pero nada parecido a un genocidio estaba en la intención de los conquistadores. Ni en sus posibilidades, pues se trataba de grupos muy pequeños, generalmente de solo unos cientos de soldados.
El origen de la leyenda está en las calumnias de Las Casas, pero basta leer con un mínimo de espíritu crítico su panfletaria diatriba para comprender hasta qué extremos de absurdo mentía el fraile. La preocupación esencial de los españoles no fue exterminar a los indios, sino cristianizarlos, cosa que hicieron con un esfuerzo y empeño sin paralelo en otros imperios. Y posiblemente el atraso de la población indígena provenga de que el estado español le garantizó la conservación de sus modos de vida y costumbres–excepto algunas como el canibalismo, la venta de las hijas, la entrega de mujeres, y similares--, que mantuvieron en gran medida a la población al margen de muchos avances.
Todo esto lo he tratado en Nueva historia de España y en España contra España. El origen de estos ataques a la obra hispana se encuentra en la desgraciada historia posterior a la independencia, tan llena de violencias, corrupción y retórica tan exaltada como inepta, en contraste con la época anterior. No cabe duda de que la independencia, necesaria, se hizo con graves defectos que aún perduran.
Uno de los recursos de la frustración consiguiente consiste en atribuir a algún adversario exterior unos males que son esencialmente internos. Durante un tiempo fue España el objeto de todos los odios, luego Usa se convirtió en el enemigo principal, a quien se achacaban todas las desgracias al sur del Río Grande, para volver a ser España, desde hace algún tiempo.
Y, por cierto, en esta renovada hispanofobia no tiene poca incidencia la propaganda useña. La cual se realiza por muchos medios, desde la universidad a la exitosa propagación del protestantismo gracias al vacío espiritual dejado por las derivas a veces demenciales de sectores de la Iglesia católica. El argumento común es que el atraso y las violencias absurdas de Latinoamérica tienen su origen en la colonización española. Un falso argumento que solo puede ayudar a perpetuar los males. (Blog de Pio Moa)
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2 comentarios:
Sebastián,
Muy bueno el artículo de Pío Moa. Lo desconocía.
Muy bien traído. Felicidades !
El artículo desmantela el argumentario de los traidores a Expaña.
Misael
La mayor prueba de que España no cometió ningún genocidio, es que, aun hoy, los nativos de los paises hispanos conservan sus rasgos indígenas. Si los españoles los hubieran exterminado, los habitantes actuales se parecerían solamente a nuestros antepasados,o sea, a los españoles que fueron allá, y sería imposible ver tanto rasgo indio en la población actual.
... es que estos tipos mezquinos y antiespañoles ya no saben ni mentir....
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