miércoles, 16 de julio de 2008

¡CONSUMID, MALDITOS!


16/7/2008.



¡CONSUMID, MALDITOS!

En el reciente Congreso del PSOE (Partido Socialista Obrero Español), el Presidente de Gobierno J.L. Rodriguez Zapatero les dijo a sus huestes que 'trabajaran y consumieran'.


Es sorprendente que, si no hay crisis económica, el Presidente de Gobierno anime a los camaradas de la izquierda a que consuman más, como vulgares y aborregados ciudadanos norteamericanos votantes de Bush. ¿A qué se debe tamaño consejo?


Es probable que, dado que no es tonto, se haya dado cuenta de que hay crisis económica. No es exagerado afirmar que alguno de sus 600 asesores le haya dicho algo al respecto. Aunque sea flojito. Además, en la pérfida Albión, el diario Financial Times y el semanario The Economist comparten un diagnóstico sombrío de nuestra economía. Encima, dan recetas para salir de la misma, como un menor incremento de los salarios, un rápido crecimiento de la productividad y una mayor competitividad. No parecen haberse enterado de que, en España, no hay crisis. ¡Es pura envidia!


Si así fuera (que no es), resultaría que el Presidente supone que las personas ahorradoras (las que consumen poco, contradiciendo sus consejos) fomentan el desempleo. Pero esto no es cierto. Si los ahorros de las personas privadas están en manos de los bancos, este dinero lo pueden gastar otras personas en diversas formas productivas. Así funcionan las cosas.


En todo caso, la recomendación del Presidente Rodriguez va en contra de lo que siempre ha dicho el rojerío. Que el consumismo es alienación, que el consumismo es conformismo. La guinda es, por supuesto, que los propios consumidores no son los culpables de este comportamiento estremecedor y alienante. En realidad, el responsable es: ¡El sistema!


Cuando hablamos del 'sistema', tenemos asegurado un orgasmo de izquierdas. El término 'sistema' es, incluso, más abominable que Bush y que Estados Unidos. Es el ojo del huracán, la maldad intrínseca, el azufre en estado puro. ¿Y qué es el 'sistema'? Es una de las palabras mágicas que los iluminados sectarios necesitan. Así como hay personas que disfrutan (con un cierto temblor afrodisíaco) pensando que somos marionetas dominadas por un supergrupo/neoliberal/anónimo/internacional, hay personas que saben, sin ningún género de duda, que el mundo mundial está en las garras implacables y anónimas del 'sistema', que es otra forma de decir lo mismo.


En las películas de niños, suele haber un monstruo malvado que aterroriza y sojuzga a las pobres y laboriosas gentes de un lejano reino. Un día, aparece un joven guerrero, montando un caballo blanco, que se prenda de la belleza de la hija del rey. Éste le ofrece a su hija en matrimonio a cambio de que elimine 'el mal'. Y el joven va a la cueva, porque el mal suele vivir en una cueva, y mata a la fiera. Y todos felices. Luego se casan y comen perdices. Y se divorcian, pero ahora no quiero hablar de eso.


Algo parecido sucede con el 'sistema'. Sin embargo, las complejas y sofisticadas sociedades actuales no responden a este esquema rígido y simple. Hay una enorme variedad de instituciones que se cruzan y entrecruzan. Hay una enorme variedad de centros de decisión. Multitud de decisiones de diverso tipo que entran en conflicto. Que, además, tienen que ser revisadas cada cierto tiempo porque la vida fluye con gran rapidez en un mundo de fronteras diluidas. Meterse en estos berenjenales (es decir, en estas cuevas) garantiza decir idioteces. Pero no cualquier tipo de idioteces sino idioteces profundas, de gran calado.


Por ejemplo, es sabido que el capitalismo (perdón, el malvado capitalismo) ha tenido y tiene una gran capacidad de absorción y asimilación de modas subversivas, rebeldes, hippies y demás. Aparece un radicalismo contracultural y allí está el capitalismo para vender camisetas con la imagen de estos 'peligrosos rebeldes'. Pues bien, el famosísimo Herbert Marcuse calificó a esta capacidad de asimilación capitalista como 'tolerancia represiva'. Cuando alguien, en vez de reírse ante esta gilipollez, adopta un semblante serio y profundo, como si hiciera un gran esfuerzo para entender esta maravillosa píldora del pensamiento mundial, es que se ha vuelto tonto del haba. Ya tiene el título de 'progre'. E imprime carácter. ¡Cuidado!¡No se cura fácilmente!


Héte aquí, pues, que el pesoe se ha convertido en un partido marxista. Ya no hay duda.


Grouxo Marx: 'Estos son mis principios. Si no le gustan tengo otros'.


Por ejemplo: 'El pesoe sostiene que sólo enseñar en catalán garantiza la igualdad'. ¿Qué igualdad, se preguntará usted? Está claro. La igualdad de enseñar en catalán. Más claro, agua. Tal vez usted, insensato casposo, pretenda ejercer su libertad de ciudadano que vive en una democracia y quiera que sus hijos sean enseñados en castellano, la lengua oficial. Pues no. Esto es de derechas. Usted es un reaccionario que sólo piensa en sí mismo y no quiere la igualdad. Tenemos tanta razón, que estamos pensando en obligar a los padres a estudiar Educación para la Ciudadanía. No nos basta que los hijos sean igualmente tontos, quiero decir progresistas. Es necesario que los padres lo sean también.


¡A tragar caballeros! ¡Ser de izquierdas tiene estas cosas! Me olvidaba: 'Disculpen si les llamo caballeros. Todavía no les conozco bien'. (Grouxo)
Sebastián Urbina.

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