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sábado, 19 de julio de 2008
¡LO HAN CONSEGUIDO!
19/7/2008.
¡LO HAN CONSEGUIDO!
Sí señor, lo han conseguido. Ya estamos enfrentados. Veremos si este enfrentamiento va a más, o va a menos. Pero, en todo caso, no será fácil que se calmen la aguas. Desearía equivocarme.
Primero.
El PSC (los socialistas, es un decir, catalanes) amenaza a Zapatero con abanderar un frente nacionalista. Zapatero y Montilla coincidirán mañana en la clausura del congreso de los socialistas, es un decir, catalanes, que negocian con CIU una posicion conjunta en contra de la propuesta del Ministro Solbes, en la cuestión de las balanzas fiscales.
Segundo.
Asturias ha convocado el 1 de Agosto una cumbre de las regiones españolas con menos renta (Galicia, Extremadura, Castilla-La Mancha, Castilla-León, Aragón y Cantabria) para impedir que se impongan las tesis de las regiones 'ricas' (Cataluña, Madrid, Baleares y Valencia).
Por desgracia, no debería extrañarnos. Estos acontecimientos son el resultado de treinta años de errores (pesoe y pepé) y deslealtades (los nacionalistas periféricos). Los grandes partidos (antes nacionales) no han sabido o no han querido (o las dos cosas) evitar el paulatino destejer y descoordinar España de los nacionalistas. Usualmente llamados 'moderados'. Encima.
Esta deslealtad a la Constitución y a España no hubiera sido posibles sin el apoyo o el permiso (o las dos cosas) no sólo de las grandes fuerzas políticas sino, además, de los medios de comunicación. ¿Por qué el pseoe se ha brindado a esta miseria política? Lo he dicho en más de una ocasión. La actual izquierda está en bancarrota ideológica. Los intentos históricos del socialismo se han saldado con grandes fracasos. En Europa, en África y en Asia. ¿Por qué se mantiene la ficción de que, a pesar de todo, la izquierda es mejor? Porque una de las enfermedades de la izquierda es la de rechazar los hechos que van en contra de su ideología. Y porque se creen moralmente superiores. Y porque dicen (tal vez se lo creen) que están en el 'lado bueno' de la Historia.
No es extraño que estén políticamente enfermos. A esta enfermedad ayuda que la gran mayoría de los medios de comunicación sean 'progres'. En conjunto, están en contra de la derecha (¡qué asco!) y a favor de la izquierda, aunque ésta pueda cometer alguna equivocación y hay que decirla. Es bueno dar una imagen de 'objetividad'. ¿Por qué no hay más gente que opine como Revel, Glucksman, Finkielkraut, Max Gallo, etcétera? Porque los periodistas (no sólo en España) son 'progres'. Por ejemplo, queda bien decir: 'Bush es tonto del culo', o 'Bush es un criminal'. Normalmente, nadie pedirá explicaciones. Al contrario, habrá sonrisas de complicidad. ¿Por qué? Porque está en la buena línea, la línea de progreso, la línea del antiamericanismo. Algo parecido sucedió con Reagan y Thatcher. Ahora bien, intente apoyarles y verá la reacción que se produce. Como mínimo será calificado de 'facha' y tendrá que ponerse a la defensiva.
Ante esta miseria intelectual y moral, ante tales descalificaciones, la mayoría de gente prefiere no tener que pagar los inconvenientes de estar en el 'lado malo' de la Historia. Es el silencio de mucha gente que quiere parece 'progresista' y acepta las bobadas políticamente correctas. ¡No sea cosa que crean que soy de derechas!
¿Y qué decir el PP? Las diferencias del actual pepé con el actual pesoe son más estéticas que otra cosa. La forma de hablar, tal vez la forma de vestir, la demagogia insuperable de la izquierda, su dominio del mensaje, las fórmulas vacías, el apoyo mediático como dije, etcétera. ¿Qué opone el actual pepé, como principal partido de la oposición? Lo que dijo Rajoy comentando las propuestas socialistas del último congreso. 'Los españoles no están interesados', o bien 'No son las prioridades'.
Estas son fórmulas de un partido vencido, burocrático, anquilosado, dispuesto a ser como un camaleón. Adaptarse a lo que sea. Para no perder demasiados votos repiten que cambian de formas pero no de principios. Los hechos no acompañan a las palabras. Un partido que, realmente, quiere ser alternativa debe analizar las propuestas políticas de su adversario. Desmenuzarlas. Mostrar sus errores y los aciertos, si los tiene. Y mostrar a los ciudadanos las propias propuestas. Por ejemplo, en la cuestión de la eutanasia pensamos esto y esto. Etcétera. Pero tienen miedo al debate ideológico. Están perdidos. Tan perdidos como la izquierda (aunque ahora chupe del bote) y su barco, dirigido (?) por el capitán ZP.
En estos momentos parece que todo se resume en una cuestión: ¿Quién puede pillar más de la caja común? Rotos, o descosidos, los lazos de solidaridad entre los españoles gracias a la deslealtad de los nacionalistas (con el permiso y cobardía de los antes partidos nacionales) estos lamentables enfrentamientos son el resultado esperable. A eso teníamos que llegar.
Algunos imbéciles (de derecha y de izquierda, por utilizar la simplona distinción) veían exageradas las reservas (que en algunos momentos hubo) a la transferencia de competencias, por ejemplo, en materia educativa. No querían darse cuenta de que las competencias educativas han sido, y son, utilizadas para resaltar lo que nos diferencia y minimizar lo que nos une. Y estas son las consecuencias. Y así estamos.
El fanatismo y el rencor de los nacionalistas nos llevan a una situación que va empeorando por momentos. La crisis económica deja verlo con más claridad. Pero no se trata solamente del aspecto económico (zancadillas a la unidad de mercado) sino al educativo, sanitario, hídrico y lo que haga falta. Todo antes de unir fuerzas en proyectos comunes. Si no fuera trágico, sería cómico. Por no hablar de la corrupción.
Vean lo que dice un sensato ciudadano, José Aparicio, en una carta al director (ABC): 'Tras la publicación por parte del gobierno central de las balanzas fiscales de las diecisiete Autonomías, espero que el gobierno catalán siga su ejemplo y publique también sus balanzas fiscales de las cuatro demarcaciones catalanas. En Barcelona se concentra la población y la industria de Cataluña y, por tanto, su recaudación fiscal y los impuestos recaudados en Barcelona sirven para pagar infraestructuras y servicios en el resto de Cataluña. Los barceloneses tenemos el derecho a saber cuánto nos cuesta la solidaridad con Lérida, Gerona y Tarragona'.
Si la mayoría de los ciudadanos no reaccionamos ante el desastre que tenemos encima, que hará pequeño al de la Primera República, pagaremos muy cara nuestra indiferencia. Recomiendo, una vez más, 'El Estado fragmentado' de Sosa Wagner.
Sebastián Urbina.
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