lunes, 28 de julio de 2008

¿QUÉ SOLIDARIDAD? ¿QUÉ IZQUIERDA?


28/7/2008.



¿QUÉ SOLIDARIDAD? ¿QUÉ IZQUIERDA?

Bilateralismo y privilegios

(ABC). SIN tomarse la molestia de esperar a lo que diga el Tribunal Constitucional, Gobierno y Generalitat avanzan en su calendario de negociaciones bilaterales sobre financiación, uno de los aspectos más controvertidos del estatuto catalán. El Estado autonómico es un sistema complejo, cuya esencia consiste en la unidad de soberanía y la cooperación entre todos en base al principio de solidaridad, sin perjuicio de que cada comunidad goce de autonomía para la gestión de sus propios intereses. Rodríguez Zapatero impulsó durante la pasada legislatura un desbarajuste territorial que ahora pasa factura, y no sólo en sentido metafórico. Cuando se afirma que la nación española es un concepto «discutido y discutible», el Estado se convierte en un agregado de elementos dispersos e incoherentes. El estatuto fija unas reglas de financiación con criterios particularistas e impide al Gobierno ejercer la función constitucional de garantizar la igualdad de los españoles en todo el territorio nacional. Las balanzas fiscales y las reuniones multilaterales son únicamente el aperitivo de este plato principal. Ahora, los altos cargos ministeriales se reúnen con los responsables catalanes y late en el ambiente una posición de paridad que rompe las reglas del juego en las relaciones entre el todo y sus partes integrantes. El PSOE aceptó en su día estos planteamientos por razones oportunistas y suya es la responsabilidad por las consecuencias de un problema que sufren ya todos los ciudadanos.

El Ejecutivo es incapaz de sacar adelante una propuesta equilibrada de financiación, como se demostró en el reciente Consejo de Política Fiscal y Financiera. De hecho, José Montilla se lo dejó muy claro al presidente del Gobierno en el Congreso del PSC: la financiación está comprometida en el estatuto y se tiene que cumplir. Para ello está dispuesto a plantear un frente nacionalista contra el Estado, consecuencia inevitable del ambiente de desguace territorial creado en los últimos tiempos. Si las cosas ya son difíciles en tiempos de bonanza, en plena crisis económica el Gobierno será incapaz de satisfacer a todos, como promete Pedro Solbes con una actitud voluntarista que demuestra su incapacidad para afrontar y superar el problema. En este contexto, el sistema insolidario que establece el estatuto supone un perjuicio irreparable para otras comunidades, casi todas ellas gobernadas por el PSOE. Es lógica la preocupación de los socialistas andaluces, extremeños y de otras regiones porque la quiebra de la solidaridad puede tener graves consecuencias para sus haciendas respectivas, con la consiguiente repercusión electoral. En todo caso, nadie se puede llamar a engaño: cuando se pierde de vista el interés general, el sistema se convierte en una lucha de todos contra todos para buscar el propio beneficio a corto plazo.

Dadas las circunstancias, la reunión de la Comisión Mixta de Asuntos Económicos y Financieros entre el secretario de Estado Carlos Ocaña y el consejero Castells, poco prometedora por las diferencias entre las partes, es tan sólo una escenificación de la relación bilateral -«En las relaciones entre Comunidad y Estado siempre ha habido bilateralidad», aseguró Montilla en ABC a mediados del pasado mayo- impulsada desde la Generalitat. El PSC sigue a lo suyo: un día apunta la exigencia de grupo parlamentario propio, otro amenaza con no votar los presupuestos, tratando de hacer valer el peso de sus escaños en el triunfo electoral del PSOE. Además, el tripartito se siente fuerte en este terreno para presionar a CiU, e incluso al PP catalán, en nombre del interés «suprapartidista» de una Cataluña imaginada como identidad nacional. El rompecabezas de la financiación autonómica es fiel reflejo de las consecuencias de una política sin sentido. La solidaridad, la suficiencia financiera o el equilibrio territorial, principios todos ellos recogidos en la Constitución, salen mal parados ante esta avalancha de egoísmos en busca de privilegios.



A pesar de la cobardía ideológica de los populares, no han llegado (al menos por ahora) a la desvergüenza socialista de predicar solidaridad y ejercer la bilateralidad en perjuicio de las Comunidades menos favorecidas. ¿Le gusta que le engañen, en nombre del progreso? Ya no vale acogerse a tópicos vacíos. A menos que usted sea como ellos.

Sebastián Urbina.



Hablando de tópicos. Reproduzco este artículo del economista Carlos Rodriguez Braun para que se vea, una vez más, la profunda (en algo debían de ser profundos) estupidez de la izquierda.






Jesús Rodríguez entrevista con gran entusiasmo en El País al famoso escritor francés Frédéric Beigdeber. Según el periodista, Beigdeber "escribe desde la cólera... un retrato atroz del nuevo capitalismo". Y hablando de cóleras y atrocidades, el gran pensador galo va y dice: "El sistema ultraliberal nos está llevando a consumir seres humanos. Utiliza la belleza de mujeres cada vez más jóvenes para vender cremas y yogures. Es un nuevo tipo de pedofilia. Y nadie parece darse cuenta. No se puede dejar todo a merced del mercado. Destruye a las personas."

La crisis del comunismo no ha dado lugar a ningún sistema liberal, como sabe cualquiera que se limite a mirar el grado de coacción del poder político en el mundo. Pero cuando don Frédéric habla de consumir seres humanos, no se refiere a los controles, la vigilancia y los impuestos. No. Se refiere al mercado. Y cuando unas empresas contratan a unas mujeres jóvenes para vender yogures, este afamado intelectual llama a eso pedofilia, como si la libertad de contratación fuese una perversión criminal contra la que cupiese lanzar a la policía y a los jueces. En la mayoría de los países el Estado representa en torno al 40 % del PIB de manera directa. Y Beigdeber llama a eso "dejar todo a merced del mercado".

En cuanto a la destrucción de las personas, que el pensamiento único atribuye siempre a la libertad y sus instituciones como la propiedad privada y el mercado, la entrevista da una oportunidad para que Frédéric Beigdeber compare el mercado con sus alternativas. Y hay que agradecerle su sinceridad: proclama que ha trabajado como publicitario para Danone y para los comunistas, ¡y prefiere a los comunistas! La razón es increíble: afirma que Danone sólo quería vender sus bienes, cosa que le parece espantosa. En cambio, "los comunistas contaban con un sueño, equivocado o no; pero con poesía". Qué bonito. Pena que los comunistas asesinaran a cien millones de trabajadores con esta poesía, con este sueño, equivocado, ¡o no!

No hay comentarios: