Redacción | Publicado el 10 Agosto, 2010 | (MD)
El semanario económico norteamericano Bloomberg Businesseweek ha señalado en un artículo publicado el pasado 22 de julio que ‘el generoso gasto realizado durante el auge de los gobiernos regionales en España ha dado lugar a una deuda de 200.000 millones de dólares y a una crisis’.
El artículo está firmado por la periodista Emma Ross-Thomas, especializada en los temas españoles, y por la corresponsal en París, Carol Matlack, y lleva por título España: Los sufrimientos presupuestarios golpean a los gobiernos regionales. La revista norteamericana se suma así a las recientes denuncias de Financial Times y The Economist en un sentido similar.
Según Businessweek, ‘a pesar de que España impone medidas de austeridad para reducir el déficit’, los gobiernos autonómicos ‘gastan casi el doble que el Gobierno nacional’. Y recuerda que el despilfarro de la última década ha abarcado ‘desde los parques temáticos hasta las orquestas’, lo que ha llevado a los gobiernos regionales a alcanzar ‘casi 200.000 millones de dólares de deuda’.
También recoge las lamentaciones de la consejera de Economía de las Islas Canarias, Rosa Rodríguez, y las advertencias de la analista de Standard&Poor’s Miriam Fernández de Heredia acerca de una caída de los ingresos fiscales futuros que obligará a hacer nuevos recortes en el gasto público.
Businessweek destaca las dificultades de la Generalidad para colocar su deuda en los mercados, lo que ha obligado a subir los intereses de sus emisiones a un año hasta el 3,3%, ‘más de un punto por encima de lo que los inversores aceptan por la deuda soberana de España’ y ‘cerca de el triple que en 2007′.
El semanario recuerda que España ‘ha cedido más poder a los gobiernos regionales que la mayoría de los países europeos’ y señala que también financia la mayor parte de la educación, la sanidad y otras iniciativas sociales, cuyo gasto ha aumentado incluso en los últimos dos años, cuando los ingresos fiscales han caído casi un 9%.
La dilapidación de fondos en proyectos como Terra Mítica, los millares de empresas y fundaciones públicas -como una de la Junta de Andalucía para promover ‘la paz, el diálogo y la reconciliación a través de la música’-, o las ayudas del Gobierno autonómico de Madrid a sus oriundos que viven en el extranjero, son algunos de los ejemplos criticados por el periódico.
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BOTIJO Y PANDERETA.
Las causas de nuestra grave crisis (no sólo económica) se deben repartir entre diversos agentes sociales, políticos y económicos. Sin embargo, hay un aspecto que me parece de crucial importancia a la hora de entender el desastre que estamos sufriendo. Me refiero a la 'deslealtad constitucional'.
Aunque la responsabilidad no es solamente de los nacionalistas periféricos (hoy 'separatistas antiespañoles') porque ya deberíamos saber que de esta gente no se puede esperar nada bueno, al menos políticamente hablando, se trata de una responsabilidad fundamental.
Si los separatistas no odiasen a España y tuvieran lealtad constitucional, el papel de bisagra que la absurda ley electoral ha permitido que ejerzan, no se hubiera convertido en un permanente chantaje y expolio. Con el perverso añadido del victimismo y la queja permanente. Responsabilidad que comparten con PSOE y PP por no hacer nada, cada uno con su respectiva cuota de responsabilidad.
Las consecuencias han sido catastróficas. Una de ellas, la reacción de las demás Autonomías, en general. O sea, si 'estos' (los antiespañoles) obtienen todas estas ventajas, nosotros no vamos a ser menos. Es claro que 'la caja' no puede resistir este despilfarro. Las cortinas de humo han servido para ocular la realidad (relativamente) durante los tiempos de bonanza económica. Pero ahora se ha visto que 'el rey estaba desnudo'.
Lo peor es que los grandes partidos nacionales (es un decir) no están dispuestos a tener sentido de Estado y ponerse de acuerdo en algunas cuestiones centrales para el buen funcionamiento del Estado, del Estado de las Autonomías y de España como nación.
Y así estamos, al borde del precipicio. Cada vez más pobres, con menos crédito, interior y exterior, con un país más dividido y enfrentado. Con un mercado nacional (con lo que costó construirlo) cada vez más débil y fragmentado. Con los costes añadidos que estos representa y la consiguiente pérdida de competitividad.
Si a esto añadimos el relativismo que nos invade, vamos apañados. Es decir, todo es relativo como un buen progresista sabe.
¿Cómo vamos a condenar ciertas conductas corruptas si todo es relativo? ¿Cómo vamos a exigir respeto por la autoridad del profesor en clase si todo es relativo? ¿Cómo vamos a exigir que los hijos respeten a los padres si todo es relativo? ¿Cómo vamos a exigir mayores niveles de exigencia educativa si todo es relativo? Etcétera, etcétera.
Y así nos va. Pero no debemos engañarnos. Estamos en el lugar que nos merecemos. Si la sociedad se infantiliza y da la culpa a los demás de nuestros males (como suelen hacer los niños) la cosa va a peor. Pero las cosas no suceden por casualidad. Las ideas que han confundido la tolerancia con el 'todo vale', la cultura del no esfuerzo y pasarlo bien que son dos días, pasan factura. Y no hemos terminado.
La guinda la tenemos en la gran confianza que muchos españoles tienen en 'Papá-Estado'. Este animal metafísico va acompañado de cosas muy tangibles, como muchos burócratas, comisarios políticos, mucho intervencionismo en todos los ámbitos de la vida, mucho gasto 'social' y, lo que resulta inevitable, más y más impuestos. Para redistribuir. ¡Qué bonito! Sigan, sigan.
'Sólo hay dos cosas infinitas, el universo y la estupidez humana'. (Albert Einstein)
Sebastián Urbina.
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