domingo, 3 de marzo de 2013

DESOBEDECER A LOS INDEPENDENTISTAS






 (Desobedezca a los ilegítimos políticos de la Generalidad. Desobedezca a los que se pasan las leyes vigentes por el forro. Y las sentencias firmes de los tribunales. Los que rompen la convivencia con su sectarismo nacionalista. Claro que puede seguir de rodillas. O comulgar con ruedas de molino. Y ser como ellos. Como estos caballeros de la foto. A fin de cuentas, 'Dios los cría y ellos se juntan'. Usted verá.

Por cierto, si se decide a marcarse una peineta, hágalo bebiendo un buen cava valenciano, o extremeño, o riojano. Abandone la vaselina y súbase los pantalones.)






EN EL CONTEXTO DE LA CATALONIA ACTUAL.

En este contexto, quizá sea cosa de comenzar a plantearse la posibilidad de la desobediencia pacífica y democrática ante un poder ilegítimo. No sólo como un imperativo moral en defensa de los derechos y las libertades individuales, violentadas con creciente impunidad por el nacionalismo institucional, sino como el único medio efectivo de defender los valores básicos de cualquier sociedad democrática avanzada: el imperio de la ley democrática; la seguridad jurídica de los ciudadanos; la garantía de los derechos individuales, tanto civiles como políticos y sociales; la separación de poderes; la ejemplaridad pública de los gobernantes; la neutralidad de las instituciones y la lealtad entre ellas; el reconocimiento y el respeto efectivo, en fin, de la pluralidad en el espacio público. 

Valores que el nacionalismo ha declarado oficialmente en suspenso en Cataluña después de erosionarlos silenciosamente durante su largo período de monopolio del poder autonómico; y que se degradan en todo el país ante la parálisis y la desidia -cuando no la abierta complicidad- de buena parte de los responsables de velar por ellos.
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Extracto de un artículo más extenso que se publicará en El Viejo Topo bajo el título de La fractura catalana.
Félix Ovejero es profesor de Filosofía Política en la Universidad de Barcelona; y Juan Antonio Cordero es investigador en la Université catholique de Louvain (Bélgica)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Sebastián,

Jopeta con los nombres de los autores: uno se llama Ovejero y el otro Cordero. Les faltó hablar del "gran rebaño catalán" y los chupasangres de sus pastores.

Saludos.Misael