(Estos elementos se conocen todos entre ellos, se drogan entre ellos, fornican entre ellos, hacen fiestas entre ellos y se conceden subvenciones, tratos de favor y todo tipo de prebendas entre ellos...)
EN TIEMPOS DE DECADENCIA.
“En tiempos de decadencia los hombres inferiores, uniéndose, son los únicos que pueden avanzar, mientras que los hombres superiores no tienen otra posibilidad que evitar la desgracia reformándose”
(I Ching, Hexagrama 12, El estancamiento).
Asco es el sentimiento que me produce comprobar cómo tanta gente, cuyo único valor en la vida es la ganancia económica, la promiscuidad sexual, el arribismo pueril y la fama a cualquier precio, se convierten en los personajes de moda, y lo que es peor, de mayor influencia social.
Estos elementos se conocen todos entre ellos, se drogan entre ellos, fornican entre ellos, hacen fiestas entre ellos y se conceden subvenciones, tratos de favor y todo tipo de prebendas entre ellos. Alcanza prestigios inmerecidos, extensa popularidad entre los aspirantes a su misma plaza y conocimiento público. Influyen en nuestros jóvenes, en nuestros mayores más palurdos y marcan la tendencia política de la sociedad occidental. Ellos son los que dictaminan qué es lo que hay que pensar y qué no, los que exigen determinadas leyes y discriminan a cualquier que no entre en su órbita de intereses, exceptuando a aquellas o aquellos que, como ya dije en otro artículo, sean poseedores de un buen culo (y no es broma, es literal).
Las “locas malas” (masculinas y femeninas, y que nada tienen que ver con los homosexuales serios) dominan los medios de comunicación, la cultura, parte de la política y las grandes industrias del ocio y del consumo compulsivo. Se presentan bajo una pátina de progresismo solidario pero en realidad su vida está atrapada por la voracidad sexual y el deseo de fama y ganancias económicas, apenas tienen ningún valor y cuando tienen oportunidad lo destrozan relativizándolo a través del humor con la complacencia de muchos sectores sociales.
Ellos estrenan las películas y ellos hacen las críticas, y deciden quien estará en este teatro o expondrá en tal lugar, o será merecedor o no de la atención de los medios. No digo que no haya gente seria, siempre hay excepciones, pero cualquiera que los conozca mínimamente sabrá que son un grupo numeroso pero exclusivo de personajillos que viven entrelazados y que se frecuentan suficientemente como para conocerse íntimamente más allá de lo personal.
Todo lo serio, lo tradicional, lo inmanente y permanente acaba siendo jocoso puesto que todo debe perpetuarse así para que nadie les perturbe el fango en el que viven. Desafortunadamente muchas de estas locas (insisto, tanto heterosexuales como homosexuales, tanto mujeres como hombres) están medicados, son alcohólicos o drogadictos, aunque aparenten lo contrario, y viven sus frágiles y breves amoríos con el mismo sentido de la tragedia que las que escribiera Sófocles en tiempos antiguos. Y digo desafortunadamente porque no solo no me alegro del mal ajeno, todo lo contrario, - sino que dedico mi vida, por profesión y vocación a ayudar a las personas a superar trastornos, muchas veces graves.
Lo lamentable, por el contrario, es encontrarse con tanta gente válida que no es escuchada, no es admitida, es marginada y clasificada fuera de ese ámbito de influencia en el que se mueve la carcoma. Estas personas están en todas partes, en el mundo académico, en la literatura, en el arte, en el segundo plano de la política, etc. pero por muy brillantes que sean no tendrán la oportunidad de ejercer la mínima influencia. No comulgar con el relativismo es estar condenado al ostracismo. Y el relativismo no es más, no nos engañemos, que la ideología filosófica que les permite la promiscuidad, el acceso fácil a su incontenible apetito sexual.
Y ¿qué decir de la mínima creencia religiosa que no pase por un budismo prêt-à-porter o un “new age” de santones contemporáneos con el fuste espiritual de una rana y la habilidad económica de un bróker? ¿Qué lugar puede tener, por ejemplo, un católico en la vida contemporánea? Cuando la bondad y la belleza surgen de la contención y de la sensatez, del compromiso sereno con unos valores, que no hace falta que sean severos ni rígidos pero sí estables.
Por tanto todos los que permanecemos fuera y que somos más, muchos más, que toda esta pandilla de idólatras, sus seguidores y sus encubridores, tenemos que vincularnos, aunque sea para crear una pacífica resistencia a su mundo, al mundo del círculo cerrado, para demostrar que se puede tener una comunicación auténticamente diferente y alternativa. Pero desde el atomismo nada conseguiremos.
Hoy viernes a las 22 h. hemos convocado una cena-tapeo en un café de Barcelona, a los que convidamos a un representante de Esquerra Republicana y a otro de Ciudadanos, y que probablemente no vendrán, para hablar de la amenaza secesionista de Cataluña. Pero lo importante es que quienes vayamos seamos nosotros, los lectores y articulistas de elmanifiesto.com
Este es el mail para inscribirse: amigosmanifiestobcn@yahoo.es
En tiempos de decadencia es necesario prepararse para cuando llegue el punto de inflexión.
Salgamos de casa y conozcámonos. (Damián Ruiz/El Manifiesto)
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